Portada del sitio > LITERATURA > Ensayos > Violencia en Argentina (IX): De esto no se habla
{id_article} Imprimir este artículo Enviar este artículo a un amigo

Violencia en Argentina (IX): De esto no se habla

Carlos O. Antognazzi

Argentina



Hasta hace unos años uno podía decir «lo leí en el diario, ergo es cierto». Hoy resulta una falacia. Algo tuvo que ver, a su modesta manera, Chiche Gelblung cuando siendo redactor jefe de la revista Gente acuñó una máxima, destinada a los jóvenes reporteros, que aún se recuerda: «No dejen que la verdad arruine una buena nota». En un sentido más amplio, Jean Marie Colombani, director de Le Monde, sostiene que frente a actitudes que dejaron de lado la objetividad y libertad de la información, «a la prensa le llevará tiempo reconquistar credibilidad» (entrevista de María Laura Avignolo, título homónimo. Clarín, 25/07/04, p. 37).

Hoy se le cree más a las imágenes que a las palabras. La máxima ha cambiado: «Non vidi, ergo non est».

De esto no se habla

Hasta hace unos años uno podía decir «lo leí en el diario, ergo es cierto». Hoy resulta una falacia. Algo tuvo que ver, a su modesta manera, Chiche Gelblung cuando siendo redactor jefe de la revista Gente acuñó una máxima, destinada a los jóvenes reporteros, que aún se recuerda: «No dejen que la verdad arruine una buena nota». En un sentido más amplio, Jean Marie Colombani, director de Le Monde, sostiene que frente a actitudes que dejaron de lado la objetividad y libertad de la información, «a la prensa le llevará tiempo reconquistar credibilidad» (entrevista de María Laura Avignolo, título homónimo. Clarín, 25/07/04, p. 37).

Hoy se le cree más a las imágenes que a las palabras. La máxima ha cambiado: «Non vidi, ergo non est». Pero también la imagen miente, porque con una objetividad aparente reviste una media verdad. La televisión nos muestra imágenes, pero no el análisis de lo mostrado. El análisis, si existe, siempre es posterior, y corresponde a otro ámbito, en donde las ideas deben por fuerza decantarse y no entregarse en bruto, «sin editar», como suele ufanarse cierto programa amarillista de la televisión vernácula. Por antonomasia, el análisis es escrito antes que verbal. Es en el proceso de ida y vuelta de la escritura que una idea se transparenta hasta hacerse ineludible. La palabra oral, ante la escrita, es puro flatus vocis: “ideas” que se lleva el viento.

«La televisión llega siempre con rapidez al lugar donde hay agitación, alguien protesta, se manifiesta, ocupa edificios, bloquea calles y ferrocarriles y, en suma, ataca algo o a alguien», sostiene Giovanni Sartori (Homo videns, Taurus, 1998. p. 94), para aclarar luego: «El que quiere quejarse de algo, en primer lugar va a la televisión para pedir que le filmen». Toda similitud con Eduardo Duhalde y familia llorando en cámara en el programa de Mariano Grondona, cuando López Echagüe había publicado su libro El otro (Planeta, 1993), no hace más que confirmar esta aseveración. Lo que no se dijo fue el desenlace del llanto: los Duhalde denunciaban las presuntas mentiras de López Echagüe. Sin embargo ninguna de las demandas que inició Duhalde prosperó, y El otro siguió vendiéndose y reeditándose.

Más es más

En La Nación del 25/07/04 (El marketing del estrellato piquetero) Osvaldo Barone hace notar el fenómeno de promoción de los piqueteros, y señala que la imagen muestra y los piqueteros actúan ante la cámara para que ésta a su vez tenga algo “más” que mostrar. Pero la imagen es objetiva en el vacío: enseña, pero no ausculta. Y lo que se necesita no son imágenes de la barbarie, que sirven a su vez para alimentar a los violentos y generar así más barbarie, sino la meditación sobre los hechos.

La televisación en directo del destrozo de la Legislatura no es más que sonido y furia si no se agrega un razonamiento. La inundación de Santa Fe no es más que agua y dolor si no se acompañan las imágenes con un discurso meditado. Los periodistas que vinieron desde Buenos Aires a filmar el desastre lo hicieron, además, desde el desconocimiento: algunos sostuvieron que la ciudad de Santa Fe está sobre el río Paraná (y no sobre la laguna Setúbal), y otros ordenaban a los camarógrafos que se ubicaran al ras del agua para que la perspectiva (conocida en arquitectura como «ojo de sapo», y utilizada justamente para crear una imagen artificial, engañosa, de la futura construcción) magnificara un hecho de por sí dramático. La consigna «más es más» es la que hoy impera en el medio. Y si bien es verdad que una imagen “dice” más que mil palabras, se trata de una verdad relativa a ciertos contextos, no a todos. La diferencia es sutil, pero importante: oscila entre la verdad y la mentira.

Gracias al marketing hoy sabemos hasta lo que no deseamos saber. Por ejemplo que la ropa interior de Nina Pelozo, esposa de Raúl Castells, es de color rojo (según mostró ella misma, seguramente ignorando que lo hacía, en tapa de la revista Noticias del 17/07/04). Pelozo no es María Julia Alzogaray o Cecilia Bolocco, pero un mismo afán animó aquella tapa en donde la funcionaria menemista aparecía “naturalmente” con un tapado saliendo de la pileta, la de la chilena envuelta demagógicamente con la bandera argentina, y ésta de la «Evita piquetera» o «piquesex», como bautizó Noticias a Pelozo. Los piqueteros comienzan a cotizar en el terreno de la farándula. Televisión y revistas los comparten, y no por sus ideas o lo que puedan decir de sus proyectos, sino por el fenómeno del circo, ya que se habla de su vida de pareja o de otras cuestiones que poco tienen que ver con la realidad cultural y política que los tiene como protagonistas.

No hay que confundir lo que hacía Tato Bores, cuando invitó a Barrionuevo a su programa para ironizar, junto al inefable Carnaghi, sobre la plata que no se hace trabajando. Hace notar Sartori que «la obligación de “mostrar” genera el deseo o la exigencia de “mostrarse”. Esto produce el pseudo-acontecimiento, el hecho que acontece sólo porque hay una cámara que lo está rodando, y que, de otro modo, no tendría lugar. El pseudo-acontecimiento es, pues, un evento prefabricado para la televisión y por la televisión. A veces esta fabricación está justificada, pero aun así, no deja de ser algo “falso”, expuesto a serios abusos y fácilmente queda como verdadera desinformación» (Homo videns, ob. cit., p. 83).

La televisión hoy, con la idea de informar, logra que los violentos tengan tanto protagonismo como ciertos políticos. Sabemos que (aún) hay una distancia que los separa. Debería ser función de los medios resaltarla y no disimularla.

Amenazas destempladas

Nina Pelozo habla de «guerra civil». Su esposo, que hoy tiene 50 años y hace al menos diez que está «jubilado por discapacidad» (sic), no tuvo empaque en amenazarlo a De la Rúa en febrero de 2001: «A este Gobierno lo vamos a voltear para que haya un Gobierno de los trabajadores». Cumplió; diez meses después De la Rúa huía en helicóptero. El 16/07/04 Castells repitió la amenaza, ahora a Kirchner: «Cada día que pasa es más parecido a De la Rúa y se acerca más la posibilidad que no termine su mandato». (Cfr. Julio Blanck, Castells habla de revolución pero lo acusan de extorsión. Clarín, 25/07/04, p. 25).

A juzgar por lo ocurrido con De la Rúa no habría que desoír la intimidación. Tampoco hay que ignorar la red de apoyo que posee Castells, que va desde Adolfo Rodríguez Sáa, Hugo Moyano y Víctor De Gennaro (quienes en 2001 encabezaron la marcha de cinco mil personas para que sea liberado, luego de que tomara la municipalidad de Lomas de Zamora), a Eduardo Duhalde. Es decir, la derecha peronista, los conservadores, los “gordos”. Pero en esa marcha hubo también políticos y dirigentes de derechos humanos. Hay que creerle a Moyano, entonces, cuando dice que la CGT no va a confrontar con los piqueteros, si bien tradicionalmente han sido contrarios a su reclamo porque sólo pueden reclamar, en la anquilosada estructura que anida en el país, los sindicatos. Así la puja entre el Gobierno y la provincia de Buenos Aires se polariza más: D’Elía, llamado a sosiego en los últimos días, versus Castells. Kirchner versus Duhalde. Y el triunvirato de la CGT, con la sombra de Barrionuevo detrás, apoyando a los segundos.

Comienza a sospecharse que de haber trabajo para todos las protestas seguirían, aunque cambiando el “motivo”. Da la impresión de que la finalidad de la protesta es la protesta en sí. Es la lógica de cierta izquierda setentista. ¿No debería algún fiscal tomar seriamente las amenazas de Castells y llamarlo a declarar? A la luz de lo ocurrido con De la Rúa no puede pensarse en un desvarío, sino en un plan destinado a desestabilizar. Ya se consiguió en diciembre de 2001. ¿Cuál es la próxima fecha?

Libertad de prensa

Nelson Castro fue incorporado a la Academia Nacional de Periodismo el 22/07/04, y en su discurso habló sobre las presiones del poder al periodismo. No se refirió a todos los periodistas, sino a aquellos que desean trabajar libremente y, por ende, informar con objetividad. Argentina cuenta con serios periodistas de investigación que procuran ser acallados por el poder de turno. Y si no se presiona a los periodistas, se presiona a los medios: «Hoy la censura se ejerce de una manera más sutil. Hoy es poco probable que se cierre un medio. Hoy se usa la presión económica», explicó Castro. Sostuvo, además, que una de las formas es restringir la publicidad oficial en los medios, y otra presionar al sector privado para que éste no anuncie en determinados medios. «Esto no podemos callarlo. Esto ocurre crecientemente en la Argentina. No es un fenómeno aislado. También ocurre a nivel nacional. Hay sectores del Gobierno nacional que tienen actitudes de presión sobre sectores de la prensa», declaró.

La denuncia de Castro llega en un momento especialmente sensible, en donde la sociedad sospecha, pero no tiene la certeza. Conviene, entonces, que la tenga, y sepa de la presión del poder sobre los medios. Que sepa de los arreglos pactados entre gallos y medianoche para blanquear cuentas pendientes con tal que no se televisen más críticas; que se entere de los llamados telefónicos para “preguntar” a algún periodista por lo que dijo o no dijo en una nota; que se entere, en definitiva, que esa Argentina de la que habló Castro es también Santo Tomé, Santa Fe, Rafaela, al menos entre las ciudades cercanas en donde las prácticas absolutistas del poder son funcionales al oscurantismo. No deja de ser curioso que mientras por un lado la mala televisión muestra sin analizar, por el otro algunos políticos intentan callar a los que analizan y procuran enseñar la otra verdad.

Ambas actitudes convergen en una misma finalidad deleznable: ocultar las críticas para que la sociedad piense que se vive en el mejor de los mundos. No hay que olvidar que el corruptor avanza donde hay un corrupto que lo permite. Hay muchos mercenarios sueltos. Castro fue más lejos al sostener que «hoy en la República Argentina cualquier mafia podría tener acceso a un medio de comunicación, y debemos estar alerta, y todos tenemos la percepción de que alguna ya lo tiene». Estar alerta es un derecho de la ciudadanía. Hoy es también un deber moral.

© Carlos O. Antognazzi
Escritor.

Santo Tomé, julio de 2004.

Publicado en el periódico “El Santotomesino” Nº 75 (Santo Tomé, Santa Fe, Argentina, agosto de 2004), y en el diario “Castellanos” (Rafaela, Santa Fe, Argentina, 01º/10/04). Copyright: Carlos O. Antognazzi, 2004.

Este artículo tiene © del autor.

1096

   © 2003- 2023 Mundo Cultural Hispano

 


Mundo Cultural Hispano es un medio plural, democrático y abierto. No comparte, forzosamente, las opiniones vertidas en los artículos publicados y/o reproducidos en este portal y no se hace responsable de las mismas ni de sus consecuencias.


SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0