Te apagas.
Pálida llama de fuego
azul frío, en la larga
noche de la escarcha.
La cruz plantada en
occidente alarga cada
vez más su sombra.
Oyes las pisadas del miedo
y escuchas un coro de risas
demenciales que te nombran
y te nombran...
Hoy te acuerdas de padres
y hermanos,
les intuyes más cerca...
¡Pero están todos muertos!
Te asustas...
Ríes, aunque quieres llorar.
Puedes ver la sombra de la
cruz incluso de noche.
Me dices...
¿Has visto esos seis caballos
negros, con negros penachos,
tirando de un funesto negro coche...?
Ríes...
Lloras...