A partir de ahora –al tiempo-, el varapalo ha de ser para los trabajadores, parados, viudas, prostitutas, homosexuales, jubilados, madres solteras y demás miembros de nuestra sociedad de segunda o tercera clase. Nueva flagelación, otra paliza más al pueblo de a pie, que el PP justificará con sus habituales sofismas. A mí, desde luego, me harán menos daño los azotes de Mariano, Esperanza, Rita, la sombra de Aznar, Mayor Oreja, Camps y otras excelencias, porque me encontraré en condiciones óptimas para blasfemar contra los sacros modos de la derecha, cosa que no he podido hacer tratándose de unas siglas que en su día fueron una esperanza para la democracia.

 Nunca he votado al PSOE, pero me duele que la memoria de Pablo Iglesias haya quedado mancillada por la conducta de sus seguidores en el poder. Y más aún –con auténtica amargura-, por la sorna de unos salvapatrias que se han apresurado a celebrar con vítores y champán un triunfo burlado a la democracia. Pero si todo esto me mortifica, mucho más me deja transido la ignorancia de millones de conciudadanos. Los mismos que han puesto en manos de algunos imputados y de no pocos presuntos ladrones el futuro de los perdedores. (Incluyo en ese negro futuro a los incautos que han confiado su voto a la derecha cimarrona.)

 Mañana será otro día, eso lo sé. Un nuevo día, sin apenas esperanza, para cinco millones de parados a quienes se les niega hasta el derecho a soñar. También será un día nefasto para los enfermos, porque los brutales ajustes sociales afectarán a la sanidad (ya lo ha dicho Camps en la C. Valenciana). Y a las escuelas/barracón. Y a la Justicia, que ni siquiera tiene bolígrafos ni folios en blanco. Y a bastantes pequeñas empresas que después de varios meses sin haber cobrado los servicios que han prestado a la Generalidad Valenciana y a otras autonomías, se encuentran al borde del abismo. Eso sí, Dios es misericordioso.

  El PP exige elecciones legislativas, pero ya. Mariano –cara de serafín y astucia del animal- lo deja entrever, mas yo creo que no lo desea. ¿Para qué adelantar los comicios cuando el PSOE puede y está obligado a seguir haciendo el trabajo sucio, como lo hizo cuando fue necesario eliminar la siderurgia y los grandes astilleros, dejando en el paro a miles de trabajadores? Desengañémonos, esto es una pantomima, lo de siempre, lo mismo que sucede en el resto de la Unión Europea: el partido en el poder y el partido de repuesto; lo demás, animalitos del bosque. El PP, naturalmente, nos dirá que el PSOE ha dejado el país en bragas y que no les queda más remedio, para salvar a la Patria, que seguir repartiendo leña; la suficiente para que no nos muramos, la necesaria para que sigamos sirviendo a los poderosos: los auténticos patriotas. Porque nosotros, los que pisamos el asfalto, con pan, agua y fútbol tenemos más que suficiente.

 Lo que acabo de decir no es demagogia; es una realidad que todos estamos palpando y no queremos ver. En España y en el mundo entero hace falta una sublevación en toda regla; con las armas o dejándonos morir en la calle. Después, en nuestro caso, la espectral figura de la corrupción que cubra la carroña humana con la bandera de España.