En la radio, en la TV, en los periódicos y en la peluquería. Hasta en un supermercado.
-Caballero, puede llevarse esta sandía con la absoluta seguridad de que no habrá vd. de arrepentirse. Es, sencillamente, espectacular.
-Señora –le respondo a la dependienta-, querrá vd. Decir que se trata de un producto de calidad, ¿no es cierto?
-Lo que le digo, caballero: espectacular.
Si se trata de un gol futbolístico conseguido con habilidad, espectacular; si de un tratamiento médico exitoso, espectacular; si algo que se dice tiene relación con una señora hermosa, el mismo término. Para cualquier palabra necesitada de adjetivación admirativa, ahí tenemos el comodín adjetival. Como si no existiesen sinónimos capaces de suplir por otro el referido calificativo. Esta disonancia llega a cansar porque se escucha y se lee en todas partes, además de que empobrece nuestra riquísima lengua. Es de pena que periodistas formados en la Escuela correspondiente no se tomen la molestia de respetar uno de los idiomas más extendidos. Me resulta vergonzoso observar cómo escriben y hablan algunos de ellos, en no pocos casos, presentadores y presentadoras de TV, desde donde propagan un hábito lingüístico inapropiado. ¿No se percatan dichas personas que depende de ellas en gran medida –porque han estudiado Letras y trabajan para el público- el que la población española haga un uso lo más correcto posible de nuestra lengua? ¿De verdad que no sienten sobre su conciencia la responsabilidad contraída al recibir la correspondiente licenciatura? ¡Menuda labor didáctica están haciendo los periodistas! Es verdad que no todos, por suerte, escriben y hablan para el público de la misma manera; pero algunos de estos ilustres podían haberse dedicado a estudiar una carrera menos comprometida con las letras.
Voy a permitirme citar aquí unas cuantas palabras que, aunque quizá no sean tan efectistas como el término espectacular (ni falta alguna que nos hace la exageración), podrían servirnos para destacar cualquier acto: magnífico, sensacional, estupendo, admirable, excelente, portentoso, sorprendente, fantástico, prodigioso… Expresiones como la que acabo de referir y asimismo: bueno, como quieras. Bueno, ya veremos. También: la verdad es que; la verdad es que tienes razón…,  son muletillas que se me llegan a convertir en apoyos coloquiales insoportables. ¿No se hastían de esta limitación algunos profesionales del periodismo? Yo, como lector habitual de la prensa y teleespectador, sí.