Están Ahí, formando legiones, en todo momento dispuestos a ejecutar sus instintos políticos primarios. Desde luego, no son tontos del culo todos los que votan al PP, ¡faltaría más!, porque entre los populares podemos citar a los limpios de corazón, a determinados intelectuales honestos, a los experimentados en el voto más conveniente a sus intereses (legítimo aunque insolidario), a incontables creyentes y a los admiradores incondicionales, fanáticos sin remedio, de la bandera nacional. A quienes me refiero o, mejor dicho, señalo con el dedo es a esa masa amorfa de votantes dispuestos a vender su precaria libertad con el propósito de mitigar el miedo. “El dinero llama al dinero”, comentan sin rubor alguno los tontos del tafanario; esos mismos que en anteriores legislaturas votaron al PSOE creyendo en los milagros, en reflejos de colorines y en los favores de la madre Patria, al tiempo que los banqueros les hipotecaban la casa, despilfarraban  los bienes públicos y entregaban a los agilipollados a la caridad eclesiástica, ¡ja! Así es la vida. Mientras los físicos escrutan las partículas subatómicas y los biólogos estudian con minuciosidad las células, los tontos del culo estratifican sus anhelos en capas de ilusión que pronto se convertirán en visiones espectrales. Y de la misma manera que Aznar se hizo la foto con Bush, Rajoy se fotografiará con el Santo Padre, completando de esta manera la estampa identificadora de nuestra derecha montaraz.

 En España –por no andar con literaturas- hace falta cambiar de manos la vara, pero para ello es imprescindible comprometerse con una lucha tenaz, poco a poco pero sin pausa. Sé que es difícil cambiar el botellón por la poesía y que los ancianos como yo nos identifiquemos con la serenidad que caracterizaba a nuestros viejos de antaño. Difícil, digo, por no citar la utopía, mas imprescindible si queremos salvarnos de un castigo político-financiero tan injusto como implacable; porque está comenzando a ponerse en práctica la dictadura disfrazada de democracia, ¿o es que no lo estamos viendo? Y si acabo de hacer referencia al compromiso de la juventud y de la ancianidad con un nuevo proyecto liberador de tanta tiranía, no menos deberíamos hacer un llamamiento exigente a las fuerzas de izquierdas, dispersadas por motivos inconfesables. Mientras la prensa de derechas prolifera (El Mundo, La Gaceta, ABC, La Razón y otros medios), los pocos periódicos serios que tenemos a nuestro alcance están perdiendo lectores. Esto es grave, y en tanto que los tontos del culo, dale que dale con ETA, el derecho a la vida y otras gaitas, consiguen multiplicarse a modo de partenogénesis, los Indignados acarician su soledad con la esperanza de que lleguen tiempos mejores para la auténtica libertad posible.

 Así no puede seguir un país como España, que perdió la grandiosa oportunidad de erigirse en paladín de la democracia europea. Si no estamos dispuestos a combatir las injusticias que están cometiendo con nosotros, lloremos y recemos; esto es menos doloroso que defender la dignidad que hace tiempo hemos perdido: la que se llevó Franco cuando comenzaba a florecer, aunque de manera caótica, una etapa española en la que se dibujaba el progreso en todos los órdenes posibles, incluido el crecimiento moral. Si con los tontos -esos que echaron de España a Napoleón para defender a Fernando VII- perdimos una Constitución ejemplar, con los tontos del culo vamos a perder de vista hasta los puntos cardinales.