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La lotería con eñe

Rosalía López

España



  LA LOTERÍA CON EÑE
 
 
Llegó el día 22 de diciembre en mi querida España. Y en el armario la misma ropa, la misma suerte y el mismo comentario del año pasado: bendita salud. Bendita tú seas entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre, salud. Así pasaba de largo el premio de la Lotería Nacional, al menos en nuestras vidas.
Toca a cuatro afortunados, unas veces necesitados y otras veces no tanto. Cava y sidra arriba y abajo, brindando en la puerta de la administración de la lotería donde fue vendido el Gordo. Este año tocaba en un pequeño pueblo de la provincia de Huesca llamado Grañén, donde la lotera decía que entre los nervios y el lío no había tenido tiempo ni de llorar. Eso sí que es bueno. Grañén, es una localidad oscense situada al norte de la depresión del río Ebro. Agricultor y ganadero, Grañén es un pueblo donde su eñe no puede más que decir a gritos que es español. La eñe es una letra femenina, hermana de la ene, pero con sombrerito. Así la he enseñado yo a mis niños y así me gustaría que la recordasen. Pues eso, que Grañén, repito, tiene mi amada eñe y encima la suerte de ser afortunada en el año 2011, tocando el Gordo de la lotería de Navidad, con todo lo que ello conlleva: más visitas turísticas al pueblo, más dinero, nuevos negocios que pueden dar más empleo, más natalidad ante el desahogo económico y, entre otras ventajas a añadir, mayor crecimiento en general. Pasó de ser un pueblo pequeño a gigantesco, tan grande cómo los gigantes que veía mi comprendido Don Quijote.
La administración no será La Manolita de Madrid – capital donde habita la diosa Cibeles- pero no queda en el olvido. La pobre Pilar, la lotera, no llevaba ningún décimo del Gordo, pero se alegraba con que lo llevaran alguno de sus familiares y también con haberlo vendido. Buena razón había en esas palabras ya que apenas dos semanas después, en la lotería del Niño, tuvo que incrementar el pedido de décimos al poquito de ponerlos a la venta. Digo yo que con esas cosas deberíamos conformarnos, aunque sea a la larga. Y doña Pilar se conforma, al menos de boquilla. Yo soy de las que pienso que las cosas, cuanto más se dicen más nos las creemos; y si no, que se lo digan a la eñe que tras tantos piropos se lo está llegando a creer. Nunca te quites el sombrero que te sienta de maravilla. Guapa más que guapa.
 
 

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