Es curioso que algunos amigos y familiares que se supone que te estiman, que te han demostrado en ocasiones que te quieren, se empeñen cada dÃa en hacerte de menos. No se interesan por tu situación, que saben peor que la suya, pues no tienes un negocio floreciente ni un empleo bien remunerado. Saben que te encuentras en el paro, pero no demuestran preocupación. Creen, o mejor quieren creer, que puedes vivir con la miseria que obtienes de ingresos, que no tienes problemas, no sea que les pidas ayuda. En las conversaciones comentan sus virtudes, lo bien que viven, intentan convencerte de que son magnÃficos, más listos y trabajadores que tú. Es como si quisieran provocarte envidia, dejarte claro que eres menos que ellos, aprovechándose de tus malas circunstancias. Da ganas de decirles un dÃa que ya sé que soy un mierda, un mediocre, un pringado, que no valgo nada a su lado, que no sé vivir, que no sé nada de nada... Reconocer todas sus virtudes y ninguna virtud para mÃ. Además, añadir que como todo eso ya lo sé y lo reconozco, que no me lo digan, que no me lo recuerden, que no me lo repitan todos los putos dÃas en que nos encontremos, que existen otros asuntos de que hablar. Me acuso de ser un padre mediocre, un marido mediocre, un trabajador mediocre, un escritor mediocre, una persona mediocre. Ellos, sin embargo, son estupendos, maravillosos, perfectos, super personas. Pero por favor, ya basta. No les he perjudicado de ningún modo para que me maltraten psicológicamente de ese modo. Al contrario, siempre he estado dispuesto a ayudarles en la medida de mis posibilidades y nunca les he pedido nada.