ArtÃculo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 1 de febrero de 2013
Este artÃculo critica por su falta de sensibilidad hacia los Derechos Humanos las pelÃculas que se han hecho recientemente sobre la lucha antiterrorista.
La captura y muerte del enemigo nº 1 de EEUU, Osama Bin Laden, ha dado origen a toda una serie de pelÃculas sobre tal operación militar que probablemente tendrán un gran éxito de taquilla no sólo en EEUU, sino también en otros paÃses que vivieron atemorizados por el terrorismo practicado por las fuerzas polÃticas lideradas por tal personaje. Estas pelÃculas son un intento de idealizar la capacidad de los servicios llamados de seguridad del establishment estadounidense para conseguir lo que desean, sea el lugar que sea, y como sea.
Independientemente de las simpatÃas o antipatÃas que uno tenga hacia tal tipo de pelÃculas, en lo que sà deberÃan coincidir todas las personas respetuosas con los Derechos Humanos es en la necesidad de denunciar comportamientos –como la tortura- que se promocionan en muchas de estas pelÃculas. AsÃ, en una de las pelÃculas de mayor taquillaje sobre la captura y muerte de Osama Bin Laden, se justifica e incluso aplaude la tortura de aquellos elementos de la fuerza terrorista que, según la pelÃcula, dieron información valiosÃsima para localizarle. Esta promoción de la tortura ha creado una protesta que ha ido más allá de los cÃrculos intelectuales de base académica que tienden a monopolizar la temática de los Derechos Humanos. Incluso voces conservadoras dentro del Congreso de EEUU, como el Senador John McCain, candidato a la presidencia de EEUU en las elecciones del 2008 por el Partido Republicano, han denunciado este canto a la tortura que han significado algunas de estas pelÃculas. En realidad, ninguna de las informaciones de la campaña de captura de Bin Laden que se consideran válidas fue obtenida a través de la tortura. Antes al contrario. Tal información -la mayorÃa falsa- creó una gran confusión, retrasando la operación. Expertos en temas de información y comunicación del propio gobierno federal de EEUU asà lo han atestiguado.
Pero lo que incluso ha creado más protesta entre la comunidad cientÃfica y académica, que no ha tenido visibilidad en los medios de mayor difusión españoles, ha sido la utilización de las campañas de salud pública para obtener información (que ocurrió en la búsqueda y captura de Bin Laden). A partir de la publicación de algunos de los detalles de tal operación, se descubrió que las agencias responsables de tal operación habÃan utilizado supuestas campañas de vacunación de la población para obtener datos sobre el ADN de niños e infantes en áreas donde se sospechaba que vivÃa Bin Laden, a fin de localizar su vivienda, donde residÃa con familiares, incluidos sus hijos.
La obtención de datos para fines militares o policiales, utilizando como instrumento campañas de salud pública, compromete a todas estas campañas, que pasan a ser percibidas como objetivos militares por el enemigo. El conocimiento de tales prácticas ha tenido un impacto negativo inmediato, incluyendo el asesinato de ocho trabajadores de los servicios de vacunas de las Naciones Unidas en Pakistán, que estaban realizando programas de vacunaciones reales, y no ficticias como las realizadas en Pakistán por aquellas agencias de EEUU. Varias asociaciones y ONGs de ayuda humanitaria, que incluÃan programas de salud pública, han tenido que abandonar aquel paÃs, temerosos de que las fuerzas próximas a Al Qaeda las consideren instrumentos de los servicios de inteligencia del Gobierno federal de EEUU.
Los decanos de las doce escuelas de salud pública más importantes de EEUU han escrito una carta de protesta al Presidente Obama por utilizar los servicios sanitarios y de salud pública como instrumentos de las agencias de inteligencia del gobierno federal. Tal como indican tales cientÃficos, los servicios de salud pública deben considerarse como instrumentos única y exclusivamente orientados hacia la salud y deben, no sólo serlo, sino también ser percibidos como tales. Cualquier variación de ello hace un daño inmenso a todos los servicios sanitarios. Existen normas de conducta, incluso en los conflictos armados, que deben respetarse. Es más que preocupante, cuando se hacen pelÃculas en las que se ensalzan y/o justifican tales violaciones de los códigos de conducta y que estos comportamientos no se denuncien.