ArtÃculo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 14 de enero de 2013
Este artÃculo critica algunas de las teorÃas que se han dado para explicar el crecimiento de las desigualdades en los paÃses de la OCDE, incluyendo España. El artÃculo subraya que las causas más importantes de tal crecimiento son más polÃticas que económicas.
Que las desigualdades en la mayorÃa de paÃses de la OCDE (el club de paÃses más ricos del mundo) han ido creciendo hasta alcanzar niveles no conocidos desde principios del siglo XX es una realidad que ya casi nadie cuestiona. Sólo algunos ultraliberales, que también niegan que haya cambio climático, continúan negando este hecho. Las explicaciones más frecuentes que se dan a este crecimiento de las desigualdades son predominantemente dos. Una es la introducción de nuevas tecnologÃas que eliminan muchÃsimos puestos de trabajo en los paÃses más desarrollados económicamente, eliminación que se centra primordialmente en los puestos de trabajo de escasa cualificación. De ahà que, según tal argumento, haya un elevado desempleo en tales paÃses en los sectores de trabajadores poco cualificados. Esto explica el énfasis que muchos gobiernos dan al desarrollo de un modelo educativo encaminado a corregir tal escasa cualificación. La solución propuesta por aquellas opciones polÃticas que atribuyen las desigualdades al escaso desarrollo de formación cualificada entre la población es mejorar la cualificación a través de la educación.
Tal argumento, sin embargo, explica muy poco el crecimiento de las desigualdades, pues la automatización de los puestos de trabajo de baja cualificación no es un fenómeno nuevo. Antes al contrario, la automatización ha existido desde el principio del trabajo asalariado, habiendo sido una constante en el diseño del trabajo. No parecerÃa ser, pues, que tal automatización pudiera ser una causa mayor de la destrucción de los puestos de trabajo y de la extensión del desempleo. Es más, tal automatización está afectando también a puestos de trabajo de elevada tecnologÃa y cualificación. Hoy, un técnico especialista en lecturas de radiografÃas, por ejemplo, sustituye en muchos hospitales a radiólogos con doctorados. En realidad, no hay evidencia de que las nuevas tecnologÃas estén afectando más a los trabajadores con menos cualificaciones que los que tengan más cualificaciones. Es más, según las estadÃsticas de empleo del gobierno federal de EEUU, los puestos de trabajo que están creciendo más son los primeros, los de baja cualificación, mucho más que los de elevada cualificación. No parece, pues, convincente que los cambios tecnológicos sean una causa de este enorme crecimiento de las desigualdades.
¿La globalización como causa del crecimiento de las desigualdades?
La segunda explicación más común que se da para explicar tal crecimiento es la globalización económica. Constantemente se hace referencia a los puestos de trabajo que se están yendo, por ejemplo, a la China, puestos de trabajo que por regla general son de escasa cualificación. Hay un elemento de verdad en este argumento. Pero sólo un elemento de verdad pues este argumento ignora que esta exportación de puestos de trabajo se centra primordialmente en puestos de trabajo de baja cualificación y ello a pesar de que en los paÃses donde tales puestos de trabajo se instalan, también tienen muchos profesionales de elevada cualificación que harÃan gustosamente (y con menor salario) los trabajos de alta cualificación que existen en los paÃses donde se exportan primordialmente trabajos no cualificados. El hecho de que sean estos últimos y no los primeros los que se exportan se debe, como bien dice Dean Baker (del Center for Economic and Policy Research de EEUU), que los profesionales de elevada cualificación tienen mucho más poder en los paÃses que exportan puestos de trabajo que los trabajadores no cualificados. Tales profesionales, a través de sus organizaciones profesionales, son capaces de influenciar al Estado para que desarrolle polÃticas proteccionistas que no permitan tal competitividad con los profesionales extranjeros. Se me dirá, con razón, que tales puestos de trabajo cualificados también se están exportando. Pero está ocurriendo con menor frecuencia que entre los no cualificados.
Este hecho muestra como las causas mayores del crecimiento de las desigualdades tanto dentro de cada paÃs como a nivel mundial son polÃticas (es decir, relacionadas con las relaciones de poder) más que económicas. En aquellos paÃses donde el mundo del trabajo tiene mayor poder polÃtico hay menos desigualdades. Y en aquellos paÃses donde el capital (los grandes grupos financieros y económicos) tiene mayor influencia polÃtica, las desigualdades son mayores. Los paÃses escandinavos que, debido a su escaso tamaño han tenido economÃas altamente globalizadas (es decir integradas en la economÃa mundial), son paÃses, sin embargo, con menos desigualdades y ello se debe al gran poder que históricamente han tenido las izquierdas en aquellos paÃses, una situación que es opuesta a la de los paÃses del sur de Europa, que históricamente han tenido unas derechas fuertes y unidas y unas izquierdas débiles y desunidas, responsables de que existan grandes desigualdades en estos últimos paÃses.
Las causas mayores del crecimiento de las desigualdades se deben a la enorme influencia polÃtica del mundo del capital a costa del mundo del trabajo
Lo cual me lleva al último punto que quiero subrayar. El enorme crecimiento de las desigualdades es un indicador de la enorme influencia del capital financiero y empresarial sobre los aparatos del Estado a costa de la influencia del mundo del trabajo, que ha ido perdiendo su influencia sobre aquellos aparatos. La incorporación y desarrollo de la ideologÃa neoliberal dentro de las polÃticas públicas de los partidos gobernantes, incluidas las izquierdas mayoritarias, es una consecuencia de este diferencial de influencias que tienen las distintas clases sociales sobre el Estado. En otras palabras, es la victoria del capital sobre el trabajo la que ha llevado a una enorme concentración de las rentas y de la propiedad, transformando la lucha de clases tradicional en otro conflicto que es mucho más amplio que el existente entre la burguesÃa por un lado y la clase obrera por el otro. A este último conflicto (que continúa existiendo) hay que añadirle el conflicto de una minorÃa de la población en contra de la gran mayorÃa. De ahà que la solución a este enorme crecimiento de las desigualdades sea la democratización de los aparatos del Estado convirtiéndolos en una institución al servicio de la mayorÃa, en lugar de al servicio a la minorÃa, como está ocurriendo ahora. La evidencia cientÃfica que apoya tal explicación del crecimiento de las desigualdades es abrumadora.
Y esta democratización no ocurrirá a no ser que se rompa el lazo que une los equipos dirigentes de los partidos gobernantes con los equipos gestores de las grandes corporaciones e instituciones financieras. Es más que preocupante ver este lazo reproducirse incluso en los partidos de centroizquierda gobernantes, donde vemos exdirigentes de la socialdemocracia en puestos de servicio a algunas de las empresas que se han beneficiado y continúan beneficiándose más de la intervención del Estado. Este hecho deberÃa denunciarse, pues es esta ligazón la que está en la raÃz del problema del crecimiento de las desigualdades. Hoy, la pérdida de legitimidad de la democracia se basa precisamente en el excesivo poder que el mundo del capital (y más en especial el capital financiero) tiene sobre el Estado. No podrá desarrollarse la ya escasamente desarrollada democracia en España a no ser que se rompa este lazo del mundo financiero y empresarial con el Estado. Cuando Endesa, por ejemplo, invita a una ex Ministra de EconomÃa del PSOE a integrarse en su equipo de dirección, no lo hace por su conocimiento del sector energético, sino porque es una fuente de conocimiento y contactos en las estructuras del Estado que beneficia a tal empresa, una empresa cuyo servicio a la sociedad es muy cuestionable y poco ético, comportamiento facilitado por una excesiva influencia sobre el Estado. El número de dirigentes del PSOE que hoy ocupan puestos en las grandes empresas del paÃs es enorme. Esta relación entre mundo financiero y mundo empresarial con los partidos conservadores y liberales ha sido la caracterÃstica que ha definido a tales partidos de derechas. Lo que es preocupante es que esta relación se está produciendo también en los partidos mayoritarios de izquierda. Ahà está el origen del crecimiento de las desigualdades. Éstas son consecuencias de este maridaje de poder económico y polÃtico.
Últimas observaciones sobre las desigualdades en España
Existe entre amplios sectores de las izquierdas en España una percepción errónea de que lo que ocurre en España está predominantemente determinado por fuerzas exteriores a España. Esta percepción aparece en la frase constantemente reproducida en forums polÃticos y mediáticos del paÃs “que los estados están desapareciendo” y/o “es poco lo que pueden hacer hoy en dÃa”.
Tal postura es profundamente errónea y sirve para justificar polÃticas públicas reaccionarias e impopulares. La congelación de las pensiones (presentada como resultado de las presiones de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo) es un ejemplo de ello. El estado podrÃa haber conseguido incluso más dinero revirtiendo la bajada del impuesto de sucesiones que habÃa aprobado en un periodo anterior. Estas polÃticas de clase se están llevando a cabo por las elites gobernantes en España, en alianza con las elites gobernantes de la Unión Europea con las cuales comparten intereses de clase.
Las enormes desigualdades en España (España es el paÃs que, después de Letonia, tiene mayores desigualdades en la UE) están basadas en la excesiva influencia de la banca y la gran patronal sobre el estado, realidad que es percibida por la ciudadanÃa correctamente. Según la Encuesta de Tendencias Sociales, los bancos y la CEOE son percibidos como los sectores que tienen más poder en España por la mayorÃa de la población española. La expresión de su abusivo poder sobre el Estado es la mayor causa de la pérdida de legitimidad de la democracia. Y es esta influenza que ha ya alcanzado unos niveles sin precedentes en el periodo democrático y que explica que, a pesar de que el porcentaje de la población activa ha ido aumentando, las rentas del trabajo como porcentaje de la Rentas Nacional haya disminuido siendo hoy, un porcentaje menor que las rentas del capital, es decir, que los beneficios empresariales, situación que se ha acentuado todavÃa más en estos años de crisis (desde 2007), en el que el porcentaje de la población con empleo ha disminuido. La crisis ha dañado el nivel de vida de la población trabajadora. Hoy el 20% de la población de mayor renta (burguesÃa, pequeña burguesÃa y clases medias profesionales) poseen más renta que la gran mayorÃa de la población (el 60%). Y puesto que este 20% domina la vida polÃtica y mediática del paÃs, España continúa y continuará siendo el paÃs con mayores desigualdades de la UE. Asà de claro.