-No es que no me guste lo que me acabas de dar -dijo Juanita poniendo cara de decir no cuando uno quiere decir si -es en realidad linda tu flor.
-No es mi flor -replicó Pepito, colgando los ojos en la luna y el alma en la punta de una estrella que estaba cerca -es para siempre tuya, porque te la he regalado. Asà como te he regalado...
-De verdad te creo todo lo que me dices -interrumpió Juanita poniendo en cada palabra un pedazo de su corazón- e inclusive creo que te estoy empezando a amar de verdad.
-Entonces, ¿qué pasa? -preguntó Pepito desconsolado mirando triste que Juanita ponÃa a un lado la flor.
-No es la flor, es lo que significa esa flor. Acaso no puedes entender que es imposible lo nuestro...-dijo y no pudo continuar porque se le habÃa quebrado la voz. Los dos comenzaron a llorar, y los insectos que de pura casualidad probaron las lágrimas que caÃan, temblaron de pura pena.
Era de noche. Arriba en el cielo, la Luna quiso ver más de cerca a Pepito y a Juanita. Le dirigió de inmediato un rayito luz y los alumbró a los dos. Entonces, la luna también lloró al ver que se trataba de una linda gatita y un simpático ratoncito muriendo de pena al costado de una imposible flor.
Para los ojitos pequeños de corazones grandes que leerán estas lÃneas.
Pedro Félix Novoa Castillo
Lima, Perú
imagineyviva@latinmail.com
Ilustraciones: Sarah Graziella Respall,
5 años, Preescolar,
CÃrculo Infantil de Educación Especial Ernestito, Cuba