_ Pues si mi niña, la historia que te cuento es tan cierta como que me llamo Ulpiana Canuta de la Caridad González Dellundé.
_ Cuéntame abuela, cuéntame...
_ Cuando eso yo era muy chiquitica, pero me acuerdo como si fuera hoy mismo, aquà en la esquina de la casa vivÃa una gallega, realmente era asturiana pero todos le decÃan MarÃa la gallega, ella tenia una bodega muy grande que como era tan grande todos le llamaban el bodegón de MarÃa, a mi me gustaba ir al medio dÃa a la hora de la siesta, cuando todos menos MarÃa y yo dormÃan en el pueblo.
MarÃa vendÃa los dulces mas ricos y pequeños que se hacÃan en toda la habana y no solo eran ricos sino que eran bellos y curiosos las galleticas tenÃan forma de carrusel, de flores o de animales, los merenguitos parecÃan ramos de rosa de diferentes colores y a veces en el silencio del mediodÃa habÃa que mandar a callar a las lenguas de menta y de fresa que no se cansaban de charlar y de reÃr en alta voz molestando la siesta de las alteas.
Las alteas eran la especialidad de la casa, daba gusto ver la ronda de niñas y niños de chocolate con sus vestidos de fresa, melocotón, menta y yema, con sus ojos confitados y la boca de mazapán de fresa, cada vez que se vendÃa uno MarÃa lo sustituÃa por otro pues no le gustaba dejar el ruedo incompleto pues le parecÃa que las alteas se aburrirÃan en lo que llegaba el nuevo comprador...
_ Abuela ¿y qué son alteas?
_ La altea es un dulce blando y pastoso como un merengue chicloso que se le pueden dar diferentes sabores y formas y luego se recubren de chocolate... algo parecido a la africana... pero mas rica.. a mi la que mas me gustaban eran las de fresa y las de vainilla
_Abuela que ricoooooooooooo, se relamÃa de gusto la niña mientras escuchaba a la abuela.
Pues te cuento que mi hermano Otilin, era muy goloso y cada vez que podÃa se iba conmigo al bodegón a comprar todas las chucherÃas que vendÃa MarÃa la gallega y un medio dÃa de esos que yo me escapaba para allá, me quede asombrada cuando al llegar a la puerta del bodegón me encontré con mi hermano que estaba extasiado mirando la rueda de alteas, pero casi me desmayo cuando escuche una vocecita que decÃa
_Otilito llévame a tu casa quiero jugar con niños de verdad
A mi hermano los ojos le daban vueltas y el corazón le latÃa tan fuerte que le movÃa la tela de la camisa... la vocecita se volvió a escuchar
_ Otilito sácame de aquà soy una niña de verdad que me caà en la cazuela de chocolate de MarÃa, me llamo Glendita, sácame de aquÃ
_Pero ¿por qué eres chiquita? si fueras una niña de verdad fueras del tamaño de mi hermana
_ Sácame y después te explico
_¿Cómo te voy a sacar? Ya sé... ¡te compraré!
La idea de comprar una altea era muy sabrosa al paladar pero... ¿comprar una altea que hablara iba a ser muy difÃcil que pudiéramos comérnoslas? pero se veÃa tan bonita con su vestidito fresa y sus ojitos confitados que llamamos a MarÃa y le pedimos que nos vendiera esa altean que en cuanto vio entrar a la dueña se quedo calladita y quieta como si ella nunca hubiera dicho una palabra
En cuanto tuvimos a la altea Glendita en nuestras manos salimos corriendo para el patio de nuestra casa que era lo mas cerca que nos quedaba y se nos podÃa derretir nuestra amiguita...
Una vez en el patio Glendita la altea nos contó que ella vivÃa en la casa de madera que esta al final del pueblo y que como no le gustaba comer se fue poniendo chiquitica y chiquitica y que un dÃa ella salió de compras con su mama al Bodegón de MarÃa . Era tan rico el olor del chocolate que salÃa de la cocina que sin que nadie se diera cuenta caminó hacia allá y como el Ratoncito Pérez se acerco a la olla y se asomo para ver como era el asunto ese de hacer las alteas. Tanto se emocionó que se cayó de la oreja de la olla donde estaba parada
Cuando MarÃa regreso de atender a su mamá la saco y la decoró siempre dijo... _ Esta altea me ha quedado un poco más grande pero está tan bonita parece una niña de verdad que la voy a dejar asÃ
_¿Y que tiempo hace que te volviste altea? Preguntó mi hermano
_ Creo que una semana mas o menos
_ Ah, ya sé quién es tu mamá, recordé yo. es la señora que nos asustó con el cuento de que su niña que era del tamaño de un huevo de gallina se le habÃa perdido
_ ¿Quieres que te llevemos para allá?, preguntó solÃcito mi hermano que estaba muy feliz de ser el salvador de Glendita
_ Si quiero y además me esforzare por comer para crecer y que nunca mas me puedan convertir en altea
La llevamos de regreso a su casa y la mamá que se llamaba Glenda también se puso muy contenta y nos invitó a tomar limonada frÃa con galleticas del Bodegón de MarÃa.
_ Abuela ¿y nunca has vuelto a ver a la niña altea?
_ Si, como no, a partir de ese dÃa fuimos las mejores amigas y hoy somos las mejores hermanas pues con los años Glendita la niña de altea se caso con mi hermano Otilin, y me dijo el dÃa de la boda que ella se habÃa enamorado de mi hermano Otilin el dÃa que lo vio frente a la vidriera del Bodegón de MarÃa
_ Que cuento tan ricoooooooooo, hazme otro abuela
_ Eso lo dejamos para mañana que te voy a contar la historia del perro, la gata y el chivo que se montaron en un globo y llegaron al Polo Norte
_ ¿De verdad Abuela? Me voy a dormir temprano para que llegue pronto mañana .... chaoooooooo
Hilda MarÃa Alonso
Cuba
osnola@infomed.sld.cu
Ilustración: Sarah Graziella Respall
5 años, preescolar
Cuba