A Juan Bravo
Pintor Dominicano
I
¿Cómo has podido tú
Tatuar la edad de lo eterno?
¿Dónde has podido mirar un paisaje
Sin la inicua imagen de la imagen?
Quizás
Entre secretas ciudades inmortales
Robas color a la memoria
Descifrando
Sin penumbras
Cárceles
O es que al poblar de tenues nostalgias el recuerdo
Algo derrotó la razón
Y sin injurias ni yerros
Inconcebibles melodÃas abren estos lienzos en vago espejo
Como quien canta insinuaciones.
Insinuaciones
Que el ojo de la carne ignora
Ese vulgar ojo negro
Por donde escapa la distensión de la luz.
El ojo de la carne digo.
No el inmortal que nos devela
Una gravitación
O una presencia
Avocada a revelarnos sin tiempo
Un arquetipo de memoria.
II
Mas
No quiero creer en lo que fundas
Basta con sentir esa realidad limpia
Sin voces fatigadas
Basta con sentirla pura
Sin horas de DalÃ
Sin el matiz que prefiere Verlaine
Basta con sentir
El arco iris que desvainas
Cuando inauguras formas innombradas
Y desprovistas de vértigo
Formas
Que alguien colgó del mito
¿O del rito?
SÃ del rito
¿O del mito?
Del mito o rito de amargas presencias.
Rito-mito
Que hace muy insistente esto que no veo y siento
Esto que a veces niega mi mortalidad
Y descose a destajo mi retorno
Sin embargo
Heme aquÃ
Situado en el lugar exacto
Donde converge intraducible el color.
Heme aquà sólo
Sin máscaras
A la espera de que se derrame
Mi delirio ya sin bordes.