Si os habéis imaginado alguna vez haber podido conocer un ser de lo mas desgraciado, seguro que no lo serÃa tanto como Desdentado, que asà se llamaba el cocodrilo de nuestro cuento. Este era ya el colmo de la desgracia, pues habÃa nacido sin dientes.
Fijaros bien: Desdentado no tenÃa un solo diente en toda su grandÃsima boca, lo que le hacÃa parecer el cocodrilo mas ridÃculo del mundo. Además, esta fealdad no era lo mas grave de este defecto que le aquejaba, pues, como podéis imaginaros, al verse privado de su dentadura, el poder alimentarse adecuadamente era un grandÃsimo problema.
La primera etapa de su juventud la pasó mas o menos apuradamente comiendo cositas menudas que se tragaba de un golpe, pues no podÃa masticar nada con su desdentada boca, pero, a medida que fue haciéndose adulto y, como es natural, las presas que precisaba para su alimentación tenÃan que ser mas grandes, se veÃa con muchÃsimos apuros para tragárselas sin masticar.
Además, su estómago se quejaba en muchas ocasiones de no poder asimilar aquellos trozos tan grandes y se veÃa frecuentemente aquejado por grandes dolores de barriga.
Comprenderéis que esta forma de comer no es la mas adecuada a un gran cocodrilo, que precisa de grandes cantidades de alimento y cuyas presas suelen ser grandes herbÃvoros que precisan ser convenientemente troceados para poderse ingerir. Pasa como si vosotros tuvieseis que comer un pollo o un cordero entero y no tuvieseis dientes ni los cubiertos para trocearlo.
Para remediar en lo posible este problema, Desdentado se acostumbró a arrebatar trocitos de comida de lo que estaban masticando los cocodrilos vecinos, quienes, como eran sus parientes, no se molestaban demasiado con esta forma de proceder, aunque algunas veces habÃa tenido problemas con alguno que no tenÃa los modales tan agradables.
Sobre todo tenÃa problemas con un primo suyo, un cocodrilo llamado Fanfarrón, que no era nada amable y siempre se enfadaba con él. Menos mal que también habÃa otro primo grandullón llamado MandÃbulas grandes, que era muy bueno y le protegÃa cuando estaba en apuros. También le cedÃa parte de su comida a medio masticar y nuestro cocodrilo desdentado le estaba muy agradecido.
En cierta ocasión pudo devolver el favor a su primo el grandullón, pues nuestro cocodrilo Desdentado tenÃa muy buena vista y veÃa de lejos estupendamente.
Pudo darse cuenta de que unos cazadores, que llevaban las lanzas ya preparadas, estaban a punto de llegar hasta donde estaba su primo MandÃbulas grandes, quien estaba dormitando la siesta después de una buena comida.
Sin pensar en el peligro que él mismo podrÃa correr, se abalanzó en seguida hacia el sitio por donde venÃan los cazadores y los hizo salir huyendo, asustándoles con su enorme cola, con la que daba golpes a uno y otro lado hasta hacerlos huir de allÃ.
Por supuesto que todos los demás cocodrilos también se quedaron admirados por la valentÃa del cocodrilo Desdentado, quien, a pesar de no tener dientes, se habÃa atrevido a enfrentarse con los cazadores y a partir de entonces todos querÃan ser sus amigos y darle comida a medio masticar. Entre ellos, también se hizo amigo suyo el otro cocodrilo Fanfarrón, que a partir de entonces, también le ayudó en todo lo que pudo.
Además de proporcionarle comida ya triturada, como premio por su magnÃfica vista y a su valentÃa demostrada, le nombraron vigilante del rÃo y fué a partir de entonces un cocodrilo muy feliz y bien considerado por todos.
Rafael Masedo MartÃnez
DEL LIBRO "CUENTOS DEL ABUELO"
España
ramamar1939@yahoo.es
ILUSTRACION: SARAH GRAZIELLA RESPALL
EDAD: 5, PREESCOLAR
Cuba