Para Roberto Rojas Vergara,
Mi sobrino.
Pequeño rey, siempre en tu trono de rueditas,
Niño eterno que nunca supo andar,
¿Es suficiente un verso para celebrar tu despedida?
Que la última hora en este mundo
De bandidos y princesas
Te sea leve
En el castillo sin almenas ni banderas.
Que la oscura mensajera llegue,
Tan sutil como tu sombra.
Que un coro de angelitos,
Reciba tu alma pura.
Que no lloren las estrellas,
Los caracoles que escondimos,
Las flores que sembramos.
Que no gima el mar sin su eterno
Navegante de barcazas de corcho.
Que no te cubra la noche una vez más.
Parte pronto, dulce amigo,
Mi alma volará a tu encuentro un día
Para dejar en tu frente el beso
Que aún te debo.