¿Alguna vez han caminado pensando que tienen 7 sentidos?

Así me sentía cuando abrí la puerta de mi casa y eché a andar. Era capaz de vivir todos y cada uno de los detalles, el brillo de los charcos, los sonidos más lejanos, los sudores herrumbrosos de las verjas de la ciudad, el ladrido de los perros, el aleteo de las libélulas, la maravilla de las casas cerradas, llenas de misterio. Tras mucho tiempo, he despertado.

Encontré a alguien que hace mucho no veía y se echó a llorar, apenas pude desearle suerte y decirle que el tiempo pasa. Poco después la enorme escultura de un dios desconocido, con cuerpo de hombre-pájaro, me saludó. Se me acercó un ser de apariencia oscura, me aferré a mi cartera y él solo murmuró: Que Dios te bendiga. Presencié una riña callejera sin sentir miedo, disfruté los piropos sin sentirme culpable, acaricié un gatito sin que nadie me recordara los microbios, compré bombones en forma de corazón para regalar a mis amigos, escuché una vez más el lenguaje de los pájaros en aquel parque que dejé abandonado.

Caminé a donde me llevaron mis pies, sin sentirme cansada o abrumada y, lo más importante, supe encontrar el camino de regreso.