En España, la prostitución está denostada por el poder clerical y desamparada por la legislación, pero existe a espaldas de la ley. Es cierto que se practica a diario, y los "putos" no son una excepción. Sin embargo, debido a la irregularidad del sistema, las mujeres que carecen de los suficientes recursos económicos para comprar el placer carnal con sigilo (en este caso la ley de la oferta y la demanda encarece el comercio masculino), quedan sujetas a los vaivenes de la fortuna. Están obligadas a la activación de sus recursos seductores, sin que puedan librarse fácilmente de los posteriores compromisos y riesgos originados por una relación capaz de producir serios inconvenientes conyugales y familiares. El tratamiento discriminatorio es injusto en cualquier supuesto, pero en especial cuando afecta a las mujeres, cargadas del lastre secular que las obliga a encorvar su psiquismo y su libertad.

La prostitución, debidamente atendida por la medicina y la norma, supone un alto servicio a la sociedad. Prostíbulos donde hombres y mujeres pudieran encontrar satisfacción a sus necesidades puramente fisiológicas, deberían ser legalizados. Soy consciente de que el factor psicológico -falsa pureza y condena social a los excesos femeninos en el orden sexual- es difícil de erradicar; pero los tiempos cambian a ritmo acelerado, y es ahora, cuando ellas están tomando posiciones, el momento óptimo para reclamar el trato igualitario con el hombre. De la misma manera que se defiende en la calle y en el Parlamento el movimiento homosexual, quizá conviniese una sonora movida para ejercer el derecho al comercio carnal indiscriminado. Derecho legitimado por los milenios y no por las caducas y onerosas sentencias eclesiásticas sexistas. Cuando los curas demuestren con hechos aquello que practican a "contrasotana", comenzaré a creer en la bondad de la Iglesia. Pero no lo harán, porque ellos no necesitan de los lupanares para ejercer el derecho natural por antonomasia. Tal vez me equivoque; pero siempre he creído que la Biblia, en boca del clero, es un veneno. Una sustancia letal capaz de obnubilar preclaras mentes, como la del señor Fraga.

De la misma manera que el dinosaurio gallego que acabo de citar, anticipándose a la formación del nuevo gobierno gallego está concediendo prebendas y canonjías a la Cadena COPE (sacra voz episcopal), así el PSOE debería acelerar el proceso de legalización de los prostíbulos y de otras tendencias progresistas. De este modo podríamos desvelar en gran medida la hipocresía reinante en ciertos estamentos gubernamentales en manos de la derecha recalcitrante, y no digamos de otras damas de izquierdas. Algunas esposas de altos dignatarios estarán deseándolo mientras se santiguan y vierten en la prensa sofismas de todo tipo. Y puede que más de un mancebo de "buena" familia alternase sus estudios en Oxford con la profesión de semental. Para estas personas no habría excomunión ni anatematismo alguno, aunque pertenecieran al divino Opus. Cosas de la política y de la religión, que, tanto monta, saben convivir con la miseria y la falacia. ¡Alabado sea Dios!

César Rubio (Augustus)