1938
Ciudad de México
Al norte de Tampico, el petróleo mexicano pertenece a la Standard Oil. Al sur, a la Shell. México paga caro su propio petróleo, que Europa y Estados Unidos compran barato. Las empresas llevan treinta años saqueando el subsuelo y robando impuestos y salarios cuando un buen día Cárdenas decide que México es el dueño del petróleo mexicano.
Desde ese día, nadie consigue pegar un ojo. El desafío despabila al país. Inmensas multitudes se lanzan a las calles en manifestación incesante, llevando en hombros ataúdes de la Standard y la Shell, y con música de marimbas y campanas los obreros ocupan los pozos y las refinerías. Pero las empresas se llevan a todos los técnicos, amos del misterio, y no hay quien maneje los indescifrables tableros de mando. La bandera nacional flamea sobre las torres silenciosas. Se detienen los taladros, se vacían las tuberías, se apagan las chimeneas. Es la guerra contra las dos empresas más poderosas del planeta y sobre todo la guerra contra la tradición latinoamericana de la impotencia, la colonial costumbre del no sé, no puedo.
Eduardo Galeano - Memoria del Fuego III. El siglo del viento.
Los trabajadores mexicanos remiendan, improvisan, inventan, se las arreglan como pueden a fuerza de puro entusiasmo, y así la magia de la creación va haciendo posible la dignidad.
Este artculo tiene del autor.