Los peruanos hemos venido celebrando por décadas, con guitarra y con cajón “El DÃa de la Canción Criolla”; pero en la actualidad, una fiesta denominada de Halloween, “Noche de Brujas”, “Año nuevo de los druidas” o “ DÃa de Samhai”, el dios de la muerte,(la palabra “Halloween” significa “sea Satanás reverenciado o enaltecido”), la pretende sustituir, todos los 31 de octubre, y está peligrosamente cobrando cada vez mayor auge, sin que nadie se atreva a decir nada sobre su terrible connotación satánica, simplemente por que genera millones de dólares en ganancias para los comerciantes y empresas que venden disfraces, máscaras, libros y todo tipo de elementos y sÃmbolos satánicos (brujas, estrellas, murciélagos y gatos negros, fantasmas, esqueletos, telas de araña, de clara connotación ocultista), diseñados para ese dÃa.
Grandes y niños compran cantidades de golosinas, dulces y todo tipo de productos, esperando con alegrÃa lo que se cree es una fiesta de la alegrÃa y el compartir, especialmente para los niños. Pero si nos remontamos a sus antecedentes, la fiesta del Halloween, instituida por los druidas (sacerdotes, hechiceros y magos de las religiones paganas del norte de Europa que influyeron mucho en las culturas célticas por mas de mil años hasta la introducción del cristianismo), es una mentira disfrazada: no fue creada para divertir sino para destruir: los celtas creÃan que al hacer esta festividad, las almas de los muertos regresaban a sus casas en la noche, y los demonios y fantasmas deambulaban por todos los rincones.
Le ordenaban a la gente que encendieran fogatas en sus casas, mientras ellos encendÃan otras más grandes en lo alto de las colinas. Se vestÃan con disfraces hechos con pieles y cabezas de animales sacrificados. RecorrÃan las casas pidiendo un niño o una joven virgen para quemarla en la gran fogata, dejando en la puerta una fruta con una vela encendida para “impedir” que los demonios entraran y mataran a los habitantes. Si la familia se negaba, a ese “trato o acuerdo” (“trick or treta”), le marcaban la puerta, y decÃan que esa noche el diablo tenÃa libertad para entrar y destruirlos.
Este tiempo era considerado ideal para la practica de la hechicerÃa y la adivinación. Con el tiempo los Romanos dominaron a los Celtas pero esta tradición penetró en esa cultura y dio lugar posteriormente, en el Siglo VIII, a lo que ostentosamente se llamó “El dÃa de todos los muertos”, que se celebra mucho en nuestros paÃses. En el dÃa de Halloween, los satanistas realizan sacrificios humanos de niños y adultos y no es ninguna novedad que año tras año, en ese dÃa, mucha gente desaparece para luego ser hallada muerta o sacrificada por algunas sectas en algún lugar.
El 6 de Enero de 1988 en California, la conocida periodista Ann Landers escribió una columna relatando un episodio en el que una maestra de cuarto grado les pidió a sus estudiantes escribir un breve ensayo de lo que más les gustarÃa hacer en Halloween. El 80 % de sus estudiantes de 9 años de edad expresaron que desearÃan "matar a alguien". Estas ideas los niños las han sacado de la TV y Halloween está desensibilizando a nuestros niños con la glorificación de la violencia, muerte, mutilación y sangre. Las pelÃculas "Pesadilla en la calle del Infierno", "Halloween" y "Viernes l3", en las que se expone el sadismo, la violencia sexual, el satanismo, la tortura, la mutilación y los más extraños asesinatos, son muy atractivas para ser vistas en la fiesta de Halloween.
Autorizar y dar permiso a esa celebración, es permitir al enemigo que controle y contamine la atmósfera de las vidas, hogares, barrios, ciudades y naciones, dando lugar a posteriores consecuencias, como el desencadenamiento y aumento de crÃmenes, violaciones, drogadicción, homosexualismo, robos, etc. Por eso no debemos participar ni directa ni indirectamente en ese tipo de eventos, ni permitir que se celebre en las escuelas y colegios por el gran perjuicio que trae a los niños, adolescentes y al pueblo en general, ni comprar nada relacionado con el Halloween, para no maldecir y contaminar nuestros hogares; y tampoco abrir la puerta de nuestras casas cuando los niños vengan a pedir caramelos o dulces, amenazando con hacer alguna maldad si le son negadas, por lo que eso significa.
En todo caso preferible es celebrar el “DÃa de la Canción Criolla”, que es una fiesta del arte y la tradición, de la jarana del pueblo, antes que esa otra de rancios antecedentes satánicos.
Con guitarra y con cajón.