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Lourdes Lucía: “Emigrar no salvará a los veinteañeros de ser la generación perdida. Están condenados”

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 Aurora Muñoz - zoomnews.es

“El tifón que experimentaron las bolsas de Asia amenazó luego al resto del mundo. La mundialización, cuyo principal motor es la optimización a escala planetaria del capital financiero, está poniendo a los pueblos en estado de inseguridad generalizada. Ignora y rebaja a las naciones y a sus Estados”. Así comienza el artículo que Ignacio Ramonet publicó en Le Monde Diplomatique y que dio origen a la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (ATTAC). Corría el año 1997, un año en el que el mundo vivía la primera gran crisis de la globalización. Por efecto dominó, la devaluación de la moneda tailandesa acabó contagiando a la economía de Malasia, Indonesia, Filipinas, Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur.

Los mercados se mecían, temerosos, por la incertidumbre sobre la verdadera magnitud del impacto de sus efectos en la economía mundial. Sólo durante las primeras semanas un millón de tailandeses y 21 millones de indonesios pasaron a encarnar el rostro de la pobreza. España, en el otro lado del mundo, se encontraba inmersa en la llamada Era del Pelotazo, y la editora de Debate, Lourdes Lucía Aguirre, encontró en estas líneas un camino para canalizar la indignación ciudadana. Fundó esta plataforma que promueve el control democrático de los mercados financieros y, desde entonces, ya suma 16 años de resistencia.

Attac comenzó su andadura en un contexto de crisis mundial y corrupción nacional. Más de una década después, repetimos escenario. ¿Vislumbra usted algún cambio esperanzador?

Al menos ahora la gente entiende mejor que antes que es lo que está pasando. Recuerdo que hace una década hablábamos de paraísos fiscales y era cómo si lo hiciésemos en chino. La gente se imaginaba una tumbona, una palmera y una toalla en una playa del Caribe donde alguien se llevaba el dinero. Ha costado mucho, pero la crisis ha ejercido de maestra y ya todo el mundo tiene claro que son centros donde se opera de forma opaca. Saben eso porque está quedando al descubierto con ‘Gescartera’, ‘Gürtel’ o Bárcenas. La prensa ha contribuido a hacer denuncia. Ya nadie se cree el sueño americano que propugnaban los bancos. Se llevaron años fomentando el endeudamiento con la proclama de que todo el mundo podía tener una visa sin ingresos o un piso. La gente se ha dado cuenta de que no se puede comprar una vivienda con la esperanza de que doble su precio y poder especular con ella. Lo triste es que han tenido que descubrirlo de la peor forma. Muchos están ahora en la ruina y clamando para que se frenen los desahucios.

Lo difícil es creer sin ver. Paul Krugman pronosticó el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2002, pero entonces nadie se lo tomó en serio. Ahora asegura que estamos abocados al corralito. ¿Tenemos motivos para asustarnos?

Bueno, ahí tenemos el caso argentino. La política económica de Carlos Menem seguía todos los dictados del Fondo Monetario Internacional. Antes de que la congelación de depósitos llegase, el Ejecutivo centró todos sus esfuerzos en pagar la deuda pública. Rebajó la nómina a los funcionarios, las pensiones y mantuvo fuerte la moneda a pesar de que restaba competitividad y destruía empleo. La fórmula le sonará, porque llevamos experimentándola desde los mandatos de Felipe González. El Gobierno español podría mirarse ahora mismo en el espejo argentino y ver su reflejo.

Los distintos partidos que han ido pasando por el poder en la última década, se han ocupado de ir privatizando las empresas públicas y eso conlleva un expolio del patrimonio público que será difícil de recuperar. Tampoco es una novedad lo que ha sucedido con las cajas de ahorros, aunque ahora todo el mundo arremeta contra ellas porque han seguido una política clavada a la de la banca de inversiones. El ejemplo perfecto es Argentaria Banco Exterior, una entidad pública que al final desembocó en el banco BBVA. Se lo quedó Francisco González, que era buen amigo de Aznar. Lo próximo será la desaparición de las pensiones. No porque no haya fondos para mantener el gasto social, sino porque son un activo más en el casino financiero.

El futuro no pinta bien. ¿Qué les queda a los jóvenes?

Les toca levantarse. Hacer las Américas no les va ayudar. Es evidente que hay una generación perdida que engloba a todos los nacidos a principios de los 80. Ellos se han encontrado sin oportunidades, con un 55% de tasa de paro juvenil que los ha condenado. Es normal que busquen soluciones a nivel personal, que traten de tapar agujeros con una huida al extranjero, pero el mercado internacional no tiene sitio para todos ellos y, cuando les toque regresar, se encontrarán con un panorama similar. Es importante que se den cuenta de que deben salir a la calle y luchar por todo lo que les están robando.

Este país no ha dedicado apenas ingresos a la investigación. Tenemos un capital natural que no se ha explotado y de ahí podrían nacer nuevas opciones. Sin embargo, acabar con el sistema educativo a golpe de recortes, contribuirá a incrementar el problema. Está claro que no se está siguiendo el camino adecuado y, por eso, hay que exigir al gobierno que de un giro.

Artículo publicado en ATTAC Madrid

 

Ver en línea : http://www.attac.es/2013/03/16/lour...

Este artículo tiene © del autor.

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