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EL IDEARIO POLÍTICO DE MARIO VARGAS LLOSA

Magdalena Defort

México



La actividad de MVLL no se ceñía solamente al campo literario, sino también al campo de la política. Sus inquietudes socio-políticas no sólo se perciben en las páginas de sus libros o artículos, sino también en la arena política mundial. Presentar a MVLL solamente como un gran novelista es como ocultar una parte de su cara. Separar la política de su obra literaria es prácticamente imposible y, creo, sería un asesinato en la misma persona de MVLL. Su actividad política está profundamente arraigada en la literaria y, viceversa, su postura humanista encuentra el reflejo en su trabajo político. Tres diferentes etapas de la vida del escritor formaron su visión de las cuestiones socio-políticas del mundo: el idealismo socialista en los años tempranos, luego su giro hacia el capitalismo provocado por el desencanto de los ideales socialistas y, en fin, su declaración a favor del neoliberalismo dan un panorama de la evolución de su posición frente los problemas socio-políticos de su época.

El realismo socialista

La ideología del realismo socialista como panacea para todos los problemas del mundo y la única capaz de crear el mundo ideal se volvió una filosofía, una guía para la mayoría de los jóvenes intelectuales en el mundo entero, obviamente incluyendo al joven novelista peruano. Su primer contacto con la doctrina marxista es cuando ingresa a la Universidad de San Marcos y después milita en Cahuide (1953), una célula estudiantil de orientación comunista donde la filosofía de Georges Pulitzer, las doctrinas de Marx y Engels y la obra de Lenin establecían el tema central de las discusiones de sus miembros. “Era la época del reinado absoluto del estalinismo, recuerda en su ensayo El país de las mil caras (1983), y en el campo literario, la estética oficial del partido era el realismo socialista... Nunca pude aceptar los postulados aberrantes del realismo socialista, que eliminaban el misterio y convertían el quehacer literario en una gimnasia propagandista”. (MVLL, Contra viento y marea III,1990:240)
La fascinación, prácticamente la devoción por el socialismo, como la única solución de la situación socio-política del momento no sólo del Perú sino de todo el mundo, no se limitaba a leer e interpretar las obras de sus grandes teóricos. Frente la nueva situación, los jóvenes intelectuales buscaban la respuesta al papel que deberían desempeñar como escritores. La solución la encontraban en la lectura de Jean Paul Sarte, cuya filosofía coincidía con sus propias necesidades, sus esperanzas, y no contradecía la teoría marxista. Las “palabras son actos”, la expresión sartreana asociada con la idea del compromiso consistía en “asumir la época que uno vivía, no las consignas de un partido; en evitar la gratuidad y la irresponsabilidad a la hora de escribir pero no en creer que la función de la literatura podía ser divulgar ciertos dogmas o convertirse en pura propaganda; en mantener las dudas y en afirmar la complejidad del hecho humano aun en aquellas situaciones extremas- como las del racismo, el colonialismo y la revolución- en las que la frontera entre lo justo y lo injusto, lo humano y lo inhumano, parecía nítidamente trazada”. (MVLL, Contra viento y marea II1962-1982, 1983:393) La teoría del compromiso de Sartre, aplicada a la literatura, “consistía en que todo escritor con talento resultaba comprometido, pues la “época”, el “tiempo”, es una noción tan vasta que todos los temas pueden caber en ella, siempre que se relacionen con la experiencia humana. Comprometerse significaba hacerlo políticamente, participar en el combate social de la época a favor de aquellas acciones, clases, ideas que representaban el progreso”.(MVLL,1983:393) La idea del compromiso sartreano de la insatisfacción con el orden del mundo, en cierto sentido, también se relacionaba con su concepto de la libertad. Para Sartre, la libertad es una mentira en una sociedad donde “todo el mundo tiene los mismos derechos, pero no el mismo derecho de disfrutar de ellos”. (MVLL, Contra viento y marea, 1962-1982, 1983:73) La desigualdad de la riqueza separa a los hombres y hace que uno posea más libertad de beneficiarse que otro. La lucha contra cualquier forma de desigualdad era uno de los lemas que el socialismo pregonaba. Sin duda, estos dos conceptos perfectamente coincidían en cuanto a tener al pueblo alerta de que el mundo está mal hecho y en este caso el socialismo era un medio para mejorar esta realidad. Lógicamente esta filosofía y la del compromiso se volvieron los eslóganes de los jóvenes intelectuales “enloquecidos” por los lemas, las doctrinas, los conceptos y todo lo que “sonaba” a socialismo, como la única solución a los problemas sociales. Justamente, obras como La ciudad de los perros (1962) y Conversación en la Catedral (1969) muestran el compromiso de MVLL con su época. Tanto para Sartre como para MVLL el socialismo era la única solución a los problemas sociales y el intelectual tenía el deber de trabajar por esa solución. Él mismo le llama a Sartre el mandarín intelectual, es decir “el que ejerce un magisterio más allá de lo que sabe, de lo que escribe y aun de lo que dice, un hombre al que una vasta audiencia confiere el poder de legislar sobre asuntos que van desde las grandes cuestiones morales, culturales y políticas hasta las más triviales”. (MVLL, Contra Viento, II 1983:398)
Lo intelectuales “hechizados” por ideales tan sublimes como la libertad y la igualdad encontraron un territorio muy apropiado a su teoría en una de las islas caribeñas. En Cuba se veía la esperanza de que el sueño de la igualdad social pudiera convertirse en realidad. A la revolución cubana se le imponía la posibilidad de confirmar que los ideales marxistas podrían ser exitosos en la práctica, que era posible crear un mundo donde todos tuvieran los mismos derechos y las mismas obligaciones y donde palabras como el abuso del hombre por el hombre fueran totalmente borradas. El pueblo cubano alimentado con los lemas sublimes emprendió, encabezado por sus líderes, la lucha y luego un camino que le llevaría hacia la “felicidad”. Obviamente, no sólo el pueblo cubano, sino también los países de la Europa central optaron por este camino. Todos estos pueblos hechizados por las grandes promesas del socialismo veían en él una panacea para todos los problemas. Detrás de la cortina de hierro los pueblos seguían soñando con que, guiados por su Gran Padre, estaban construyendo un paraíso terrenal. El hechizo socialista perdió su fuerza como lo pierde todo lo que pertenece sólo al mundo de la ficción. La década de los años ochenta trajo consigo el gran descontento del pueblo que ya despierto empezó a entender que su paraíso realmente resultó ser nada más que un verdadero infierno, un reino de abusos, injusticias y desigualdades sociales: cabalmente lo opuesto con la teoría. 

Cuba: ¿el sueño se volvió realidad?

La revolución cubana del 1 de enero de 1959 se convirtió en un símbolo y una comprobación de que la realidad es adaptable a la ideología, que los eslóganes de la solidaridad social no son utópicos. Cuba, tanto para el novelista como para otros escritores, significaba una prueba de que el sueño no sólo era una ilusión. La isla caribeña era una confirmación de que la creación de un régimen compatible con la libertad, donde la justa redistribución de la riqueza y la instalación de un nuevo sistema social, no solamente pertenecía al mundo de la fantasía. Crónica de la Revolución son las memorias de la corta estancia de MVLL en “un paraíso” caribeño en 1962, el reino de la igualdad y la libertad dirigido por “el más sólido aglutinante con que cuenta el pueblo cubano, el factor que mantiene la cohesión y el entusiasmo popular, los dos pilares de la revolución”. (MVLL, Contra viento II, MVLL, 1983: 31) Fidel Castro se volvió un símbolo vivo, un líder, la única esperanza, que por su heroísmo y su sacrificio iba a llevar a su nación a otra dimensión de realidad. Los logros de la revolución en el campo de la educación y del servicio social eran evidentes. La revolución cubana cumplió lo que prometía dentro de su ideología socialista, pero el idealismo en que tanto se creía resultó nada más que un germen de su fracaso. Las famosas palabras de Castro “dentro de la revolución todo; contra la revolución nada” se convirtieron en “cadenas”, cautiverio del pueblo, cuya obligación ciudadana consistía en seguir solamente el camino marcado por el Partido Comunista Cubano. En los primeros años el régimen necesitaba la propaganda para su fortalecimiento no solamente dentro, sino también fuera del país. Los únicos que serían capaces de desempeñar el papel de pregoneros de la revolución eran los intelectuales. La supuesta libertad de palabra convirtió a los escritores en los funcionarios, alabadores del régimen. Cualquier crítica significaba un crimen contra la revolución. Alexandr Solzhenitsin en su mensaje enviado a los delegados del IV Congreso de Escritores soviéticos se opuso a la censura diciendo que: la literatura no puede desarrollarse dentro de las categorías de “lo permitido” y “lo prohibido”. “Una literatura que no respira el mismo aire de su sociedad, que no puede mostrar a la sociedad sus temores y sus dolores, que no puede alertar a tiempo sobre los peligros morales y sociales, no merece el nombre de literatura sino de “cosméticos””. (MVLL, Contra viento II, 1983:127-128)
Así la querían ver los regímenes socialistas: una literatura servil, propagandista, una comprobación de sus “éxitos”. La “estatización” de todos los sectores tocó también a los medios de comunicación que se convirtieron en voceros del organismo estatal: la libertad de palabra quedó violada. Este incidente fue un factor decisivo, como dice el mismo novelista, en su cambio de opinión sobre el marxismo. Los países inspirados en esta ideología sacrificaban la libertad en nombre de la justicia, donde “todo hecho o voz hostil al poder es ocultado, toda verdad incómoda deformada y toda mentira útil machacada en los ojos, los oídos y las mentes del pueblo hasta convertirla en verdad inamovible...y los medios de información se tornan meros ventrílocuos cacofónicos del poder”. (MVLL, Contra viento II, 1983:291) La razón de escribir literatura, en cuya naturaleza fogosa no hay lugar al conformismo, a la satisfacción, a contentarse con el mundo, se convierte en la sinrazón, lo que exactamente responde al lema: “contra la revolución nada”. Cualquier tipo de protesta, de oposición era aplacada ya en su germen. Los eslóganes como comprometerse, no ser indiferente a los cambios que traen los nuevos tiempos, el papel del escritor-revolucionario, un misionario, cuyo objetivo es “agitar, inquietar, alarmar, mantener a los hombres en una constante insatisfacción a sí mismos” (MVLL, Contra viento,1983:87), se volvieron incómodos y contradictorios a los principios de los ideales profesados por el socialismo para el que cualquier tipo de oposición era intolerable.  La teoría del compromiso del escritor quedó matizada por el mismo Sartre quien en Le Monde (1964) aconseja a los escritores de los nuevos países africanos que renunciaran a escribir por el momento y dedicaran más tiempo a la enseñanza y otras tareas más urgentes, a fin de construir un país donde más tarde fuera posible la literatura. (MVLL, contra viento y marea, 1964-1982, 1983:399) Para Sartre, la literatura es posible en los países libres, entonces hay preparar un terreno apropiado para que la literatura tenga la plena libertad para su desarrollo. Sin duda, la literatura no sirve de nada en los países que tienen que batallar con problemas como el hambre, la injusticia, la desigualdad, etc., donde la literatura se vuelve un verdadero lujo accesible solamente para un grupo social muy limitado.

El fracaso de los ideales

MVLL desilusionado de lo que trajo realmente la implantación de las doctrinas marxistas, tan fanáticamente alabadas, no sólo en la isla, sino también en todos los países del bloque socialista, se distancia y empieza públicamente a criticar a la política socialista.
La cuestión del poeta cubano Heberto Padilla, autor de Fuera del fuego (libro premiado en 1968 por UNEAC y considerado como “contrarrevolucionario”), acusado por actividades contra la Revolución cubana, se volvió uno de los motivos del cambio ideológico de MVLL. Pero también el discurso hecho por el líder Fidel Castro en que prohíbe a los escritores latinoamericanos que vivían en Europa la entrada a Cuba, y su apoyo a la intervención de la URSS en Checoslovaquia provocó el descontento no sólo del escritor peruano sino de otros intelectuales. Los lemas sublimes como la libertad y la igualdad social pregonados por la doctrina marxista como la única solución para crear un mundo mejor resultaron ser las palabras vacías. La socialización del país, es decir las mismas posibilidades de acceso a cada sector gubernamental, la alfabetización, la protección de salud, etc., eran los únicos logros del idealismo socialista aplicados en este país caribeño. Pero el precio era grande: la libertad y al mismo tiempo igualdad fracasaron. El sueño, tanto de los países de la cortina de hierro como el de Cuba, se volvió una pesadilla. A principios de los setenta la realidad cubana se alejó y prácticamente cambió el giro prometido por los ideales del socialismo anteriormente pregonados con tanto entusiasmo y vigor por sus líderes. El desencanto del socialismo cubano despertó en MVLL y en otros escritores una crítica severa al régimen no solamente castrista sino a cada gobierno que amparado bajo los ideales tan sublimes como la igualdad y libertad cometía atrocidades: campos de concentración, exterminio, invasión y neocolonialismo de los países débiles, la omnipotencia y la omnipresencia del Estado como el único aparato que regía la vida de sus “súbditos”. Cuando el socialismo arraigó, fortaleció y “sembró” sus semillas a lo largo y ancho del mundo resultó nada más que una “mala hierba” difícil de quitar. La teoría resultó inaplicable a la práctica. El régimen no era capaz de conciliar la libertad con la igualdad. La concentración del poder en un solo organismo resultó ser un obstáculo para la libertad, ya que todo era orientado, regulado y cautelado por un mecanismo. Todos los países del bloque socialista fracasaron. La paradoja de los ideales, de los lemas sublimes, no solamente los que convocan al pueblo a la lucha de las clases, estriba en que la gente mata o se deja de matar en nombre de la ideología y, a la larga, la misma gente está dispuesta a cualquier cosa para huir al lugar de las mismas desigualdades a las cuales se oponía. La lucha por el “bienestar” social no sólo del pueblo cubano, sino de todos los que decidieron seguir su camino, se convirtió prácticamente en un fanatismo a la ideología socialista y a su Jefe Fidel Castro. El rechazo y la crítica de cada aspecto del fanatismo tiene su origen en la desilusión del novelista de los “logros” de la Revolución cubana. El fanatismo, aunque religioso, se vuelve un tema de la obra maestra de MVLL La guerra del fin del mundo (1981) que hace hincapié en la situación política y social de la época, aunque alejada temporal y espacialmente del autor. La novela representa la madurez y la maestría en el arte de la narración alcanzada por MVLL. Angel Rama, en su artículo “Una obra maestra del fanatismo artístico: La guerra del fin del mundo” dedicado al análisis la última novela de MVLL, define al novelista peruano como de Tolstoi latinoamericano diciendo: “A la intensidad, amplitud, y coherencia del proyecto y a la soberana sapiencia narrativa, debe atribuirse que América Latina alcance su Guerra y Paz, aunque con cien años de retraso, haciendo de su autor nuestro mayor clásico vivo”. (Angel Rama, Revista de la Universidad de México, 1982:8)   
El 5 de abril de 1971 MVLL aparece una carta abierta de MVLL a Haydée Santamaría, directora de Casa de las Américas (una revista proestatal) en que renuncia oficialmente a su Comité de Redacción expresando su desencanto de los “frutos”de la revolución: “No es éste el ejemplo del socialismo que quiero para mi país”. (Casa de Américas, 1971:130) La carta apareció después de la autocrítica de los intelectuales que fueron obligados, como señala, “con métodos que repugnan a la dignidad humana, a acusarse de traiciones imaginarias y a firmar cartas donde hasta la sintaxis parece policial, es la negación de lo que me hizo abrazar desde el primer día la causa de la Revolución Cubana: su decisión de luchar por la justicia sin perder el respeto a los individuos”. (Casa de Américas, 1971:130) El 14 de mayo del mismo año Haydée Santamaría publica en Casa de las Américas la respuesta a dicha carta donde califica al novelista peruano como “la viva imagen del escritor colonizado, despreciador de nuestros pueblos, vanidoso”. (Casa de Américas, 1971:142) Según la autora, MVLL apoyando a los “enemigos de la Revolución cubana”, a los que difamaban al movimiento desilusionó a todo el pueblo viendo en la detención de Heberto Padilla “un lastimoso espectáculo que no ha sido espontáneo, sino prefabricado como los juicios estalinistas de los años treinta”. (Casa de Américas, 1971:130) También la cuestión de aceptar el premio venezolano Rómulo Gallegos otorgado por el gobierno de Leoni, un símbolo de “asesinatos, represión y traición” a los pueblos latinoamericanos y aceptado por el novelista peruano, resultó un hecho, según la autora, imperdonable, sobre todo porque MVLL rechazó la propuesta de la entrega de su importe al Che Guevara, a la lucha de los pueblos: “¡Qué deuda impagable tiene Usted contraída con los escritores latinoamericanos, a quienes no supo representar frente al Che a pesar de la oportunidad única que se le dio!” (Casa de Américas, 1971:141) Unos meses después los mismos intelectuales peruanos en su “Llamamiento de los premios nacionales de literatura del Perú a los intelectuales de la América Latina” conmovidos por la declaración de MVLL expresan su oposición y su desencanto ante la postura del novelista peruano declarando que “Como escritores que vivimos en los avatares de la Revolución Latinoamericana desde dentro y no desde 'capitales de la cultura occidental', debemos manifestar a la opinión pública mundial, que la 'línea' de Vargas Llosa y de algunos otros 'exiliados voluntarios' no es ni ha sido nunca una línea de combate. Quizá para algunos sea decepcionante la imagen que ahora ofrece el novelista peruano, pero para nosotros no. Porqué así como él dice conocer a los escritores cubanos de quienes afirma su incapacidad para autocriticarse, nosotros decimos que no sólo lo conocemos a él, sino también a aquéllos, pues entre nosotros hay algunos que han vivido (no como turistas de concursos literarios) en Cuba”. (Casa de las Américas,1971:145) En general, la carta provocó invectivas del mundo de los intelectuales latinoamericanos que declaraban su indignación ante MVLL y, al mismo tiempo, su pleno apoyo a la Revolución cubana. En el mensaje de intelectuales colombianos dirigido a Fidel Castro leemos: “Ante (sic) escándalo farisaico pretenden montar enemigos Revolución cubana por defección algunos intelectuales cuya vanidad es superior a su pretendido ideal revolucionario, queremos reiterarle hoy como periodistas, escritores, universitarios, científicos vinculados todos a la tarea cultural, nuestra creciente admiración por la espléndida obra que en el terreno intelectual ha adelantado la revolución cubana bajo su eminente dirección”. Luego continúan: “...Usted y la revolución están colocando las bases que hacen posible dignificación del hombre y el enrumbamiento de la especie hacia un destino más justo, más limpio y más libre. La falta de realismo de quienes olviden estas verdades es imperdonable intelectualmente y denota una ignorancia o una mala fe que deben ser denunciadas...Usted y la revolución representan su país. Esto es lo que no entienden quienes no han querido capacitarse para participar en los cambios de nuestra época. Algunos de éstos se alejan ahora, quieren desentenderse orgullosamente de la realidad y olvidan que la revolución es la única esperanza de la cultura moderna...”(La casa de las Américas,1971:164-165)
Los inesperados resultados de la implantación de la teoría marxista de la igualdad y la libertad social en la práctica trajeron consigo una ola de reacciones oposicionistas. Respuesta a Günter Grass (1986) es una crítica del novelista peruano a los regímenes marxistas-leninistas donde la neutralidad ideológica está prohibida y la introducción de la censura era uno de los medios eficaces para impedirla. La literatura surgida en este sistema se volvió “tan aséptica y tan insulsa como lo era en las colonias hispanoamericanas en el siglo XVII, cuando nuestros poetas y pensadores, paralizados por el miedo a la Inquisición, tornaron nuestra literatura un ritual de tópicos y de huecas acrobacias verbales”. (MVLL, Contra viento III, 1990:398) La censura, la imposibilidad de conservar la neutralidad política, el miedo a oponerse a la ideología estatal hizo que algunos escritores se volvieran unos publicistas, unos cortesanos que tomaron las verdades del poder como suyas. Para ellos, la literatura no significaba agitar, inquietar, alarmar, estimular, enseñar que el mundo no está bien hecho, sino todo lo contrario: alabar, glorificar y propagar los “éxitos” de los regímenes que optaron por la “libertad” y la “justicia” social. Como ejemplo MVLL pone a Gabriel García Márquez, quien en muchas ocasiones oficialmente exaltaba el régimen castrista.
“... El intelectual progresista latinoamericano, dice MVLL, cree aún en el mito de la revolución marxista-leninista como panacea universal. Esta ilusión le ha impedido oír la denuncia sobre la realidad del Gulag de los disidentes soviéticos y sacar las conclusiones debidas sobre acontecimientos como el fin de la Primavera de Praga, las luchas de Solidaridad o la fuga de los cien mil cubanos por el puerto de Mariel. Y, lo que es más grave todavía, impide aún a muchos de ellos reconocer que, con todas sus imperfecciones, el sistema democrático es el menos inepto para hacer frente a nuestros problemas, y, en consecuencia, apoyarlo sin tintas”. (MVLL, Contra viento y marea, III, 1990:396) Los intelectuales en América Latina están dispuestos a criticar las dictaduras militares, pero quedan callados en cuanto a la crítica de los abusos de los regímenes socialistas.
MVLL, uno de las más abiertos intelectuales latinoamericanos a las cuestiones de política mundial, expresa su oposición a los países donde el poder incontrolado se vuelve un factor decisivo del surgimiento de los regímenes autoritarios derechistas o izquierdistas. Como él mismo señala en el ensayo Eterno crepúsculo (1993), la razón del estrepitoso fracaso económico de Cuba no hay que buscarla en el imperialismo norteamericano sino en el socialismo al modo cubano: el fracaso de las reformas en diferentes sectores de la economía, y en “la terquedad de mantener el modelo del estatismo, el colectivismo y el «desarrollo ensimismado» cuando los propios países socialistas tomaban conciencia, luego de terribles quebrantos, de su incompetencia e iniciaban reformas y cambios en la dirección del mercado, la internacionalización y la producción privada de la riqueza”. (MVLL, Desafíos a la libertad,1994:191)
El “paraíso”, la idílica isla caribeña resultó nada más que el “infierno” terrenal donde el hombre era sometido y regido por la ideología, por un eslogan revolucionario. El hombre pasó a la categoría de objeto, un “engranaje” de un aparato tan monstruoso como el partido. Los países satélites decidieron romper las “cadenas” impuestas por la URSS. Pero también el mismo monstruo soviético sin sus soportes, y ya debilitado, tenía que elegir el mismo camino de reformas radicales hacia un sistema más acomodado a la realidad social como el capitalismo, dejando atrás los ideales del socialismo que quedaron, como las teorías, totalmente inaplicables a la realidad. Cuba, abandonada por el “Gran Padre”, sigue su propio camino realizando su sueño sobre el bienestar social, pero a cada paso sigue hundiéndose en su propia alucinación de que los ideales, como la libertad y la igualdad social, pueden ser realizados y respetados en la realidad como lo expone la doctrina. El fracaso del sistema socialista resultó para MVLL una senda que solamente conduce a un callejón sin salida y que había que buscar otros caminos hacia el cambio. El neoliberalismo era para el novelista uno de los medicamentos para las dolencias sociales, lo que comprueba su programa electoral a la presidencia peruana en1990.

El diablo en la campaña1

El punto decisivo de “arrojarse” a la arena política, como su principal actor, fue el pronunciamiento del presidente Alan García (el 28 de julio de 1987) sobre la estatización y nacionalización de los bancos, compañías de seguros y financieras del Perú. Esto, en el caso de un país subdesarrollado donde había una identidad total del gobierno y el Estado, significaba que todos los sectores, las empresas, todos los medios de comunicación estarían a merced del gobierno. Todo esto llevaría consigo la monopolización gubernamental: falta de competencia, corrupción, descenso de las inversiones extranjeras, es decir la paralización de la economía peruana.
El 21 de agosto MVLL fue uno de los organizadores de la manifestación llamada Encuentro por la Libertad en la plaza San Martín contra la introducción de la reforma de estatización y nacionalización. Prácticamente,  desde entonces MVLL se ató a la política, hasta el punto que se pensaba que él iba a dejar su verdadera vocación por la literatura que, como advierte en “Segunda carta a Kenzaburo Oé”, “contribuye, no a hacer más felices, pero sí menos resignados y más libres a los seres humanos”. (MVLL, El País 14 de febrero de 1999)  Preguntado por el motivo de dejar, por el momento, su verdadera vocación de escritor por la política, ha respondido: “Por una razón moral. Porque las circunstancias me pusieron en una situación de liderazgo en un momento crítico de la vida de mi país. Porque me pareció que se presentaba la oportunidad de hacer, con el apoyo de una mayoría, las reformas liberales que, desde comienzos de los años setenta, yo defendía en artículos y polémicas como necesarias para salvar al Perú”.(MVLL, El pez en el agua,1993:44) En cierto sentido, la política podría ser una realización de sus ficciones: vivir la gran novela, sentirse uno de sus propios protagonistas. La literatura prácticamente fue el germen del surgimiento de los ideales que pretendía trasladar al campo de la política. Para MVLL, la literatura es la única forma capaz de resistir al poder, uno de los más grandes “logros” sociales, ya que desde ella “todos los poderes podían ser cuestionados, ya que la buena literatura muestra las insuficiencias de la vida, la limitación de todo poder para calmar las aspiraciones humanas. Esta era la desconfianza al poder, además de la alergia a cualquier forma de dictadura ... me había hecho atractivo el pensamiento liberal, de un Raymoond Aron, un Popper y de un Hayek, de Friedman o de Nozik, empeñado en defender al individuo contra el Estado, en descentralizar el poder pulverizándolo en poderes particulares que se contrapesen unos a otros y en transferir a la sociedad civil las responsabilidades económicas, sociales e institucionales en vez de concentrarlas en la cúpula.” (MVLL, El pez en el agua,1994:90-91) El programa inspirado principalmente en el concepto de la libertad del individuo en cada esfera de la vida se volvió un “eslabón” primordial en la cadena de reformas propuestas por el novelista y su partido, el Movimiento Libertad. El programa Cambio 90 optó por la política del liberalismo, porque como advierte el novelista, “En las Jornadas, la crítica al socialismo y al capitalismo mercantilista quería mostrar la identidad profunda de estos dos sistemas a los que emparentaba el rol predominante que en ambos tenía el Estado, planificador de la actividad económica y dispensador de privilegios”. (MVLL, El pez en el agua,1994:160) Su desencanto del marxismo y el socialismo no sólo en la teoría sino en la práctica (Cuba, URSS) le hicieron escéptico en cuanto a la redistribución de la riqueza, que como mostraron los países socialistas, favorece a la injusticia, ya que la riqueza se queda en las manos de los que tienen el poder: la élite. Lo que esto trae consigo es la paralización de la producción, la alienación de la iniciativa, la huída de las inversiones. En los años de la dictadura militar en Perú (1968-1980) lo que destruyó el sistema democrático en nombre del socialismo y la revolución fueron los abusos de la dictadura: la nacionalización y estatización del sector privado, la supresión de la libertad de los medios de comunicación, el avasallamiento del Poder Judicial, las represiones. En el Perú, recorrido por la ignorancia, el prejuicio, la violencia, el terror, la delincuencia, el abuso, la discriminación, el desempleo, la falta de oportunidades y, en fin, los sueldos de hambre, era urgente e indispensable el cambio radical en la esfera socio-económica. La privatización de los sectores públicos, el apoyo a los pequeños negocios, la apertura al libre mercado, la revalorización de las tierras, el desarrollo de la minería, la agricultura y la ganadería eran las reformas más importantes que el Movimiento Libertad planeaba introducir. La reforma en la educación consistiría en la igualdad en cuanto al acceso a la educación privada. En el caso de los estudiantes de bajos recursos se preveía el apoyo en forma de becas y créditos. Según MVLL, la gratuidad de la educación es una ilusión, ya que realmente el sistema presupuestal del Estado destinado a este sector siempre resulta insuficiente. El programa electoral abarcaba también las zonas marginadas a las cuales llegaban las mujeres de familias de altos o medianos ingresos para dar clases de alfabetización, de cocina, de costura, de planificación familiar, etc., a sus habitantes. La libertad económica, el mercado y la internacionalización eran los tres caminos por los cuales optaba MVLL para llevar a su país a la modernidad, al desarrollo y, a la vez, a la felicidad de su pueblo. Durante su campaña electoral visitó los países asiáticos que eran ejemplos dignos de imitar por el éxito de sus reformas liberales. Los llamados “tigres asiáticos” en muy corto lapso alcanzaron, con una velocidad vertiginosa, el más alto nivel de desarrollo y de progreso económico. “La privatización recortaría a funcionarios y gobernantes las posibilidades de pillar y malversar. Pero hasta que existiera una genuina economía de mercado las ocasiones para el negociado serían múltiples”. (MVLL, El pez en el agua,1994:169-170)      
En la realidad sus proyectos de reformar un país tan corrompido bajo el poder absoluto resultaron ilusorias, ficciones que no son capaces de arraigarse en la realidad peruana de la década de los años 80. Como advierte el mismo novelista, “desde muy joven he vivido fascinado con la ficción, porque mi vocación me ha hecho muy sensible a ese fenómeno. Y hace tiempo que he ido advirtiendo cómo el reino de ficción desborda largamente la literatura, el cine y las artes, géneros en los que se la cree confinada. Tal vez porque es una necesidad irresistible que la espacie humana trata de aplacar de cualquier modo y aun por conductos imaginables, la ficción aparece por doquier, despunta en la religión y en la ciencia y en las actividades más aparentemente vacunadas contra ella. La política, sobre todo en países donde la ignorancia y las pasiones juegan un papel tan importante en ella como el Perú, es uno de los campos abonados para que lo ficticio, lo imaginario echen raíces”. (MVLL, El pez en el agua,1994:361)
El programa tan drástico que quería realizar como presidente se encontró con la oposición de la Iglesia; MVLL se definió agnóstico. Para él, las creencias religiosas, la amistad, la vida sexual y sentimental pertenecen a la esfera privada del hombre y nunca podían ser un tema de debate público. Cambio 90 resultó intolerable para el APRA. Su radicalismo, la imposibilidad de aplicarlo a la realidad peruana sin sacrificar a gran parte de la población y, al mismo tiempo, el crecimiento de los votos en la primera vuelta electoral para Alberto Fujimori apoyado por el APRA prácticamente decidieron la derrota de MVLL. El 9 de abril de 1990, un día antes de la segunda vuelta electoral, MVLL renunció de la segunda vuelta electoral. Su retirada era un acuerdo entre él y Alberto Fujimori quien consiguiendo los votos de MVLL iba a aplicar algunas de las reformas del programa Cambio 90. “Convenía que le ahorrásemos al Perú la tensión y derroche de energías de una segunda vuelta. Para eso, yo, a la vez que haría pública mi decisión de no participar en ella, exhortaría a quienes me habían apoyado a responder de manera positiva a un llamamiento suyo a colaborar. Esta colaboración era indispensable para que su gobierno no fuera un fracaso y sería posible si él aceptaba algunas ideas básicas de mi propuesta, sobre todo en el campo económico”. (MVLL, El pez en el agua,1994:478) Su acuerdo con Alberto Fujimori resultó una farsa: “...El ex presidente (sic) dijo a Orrego que Alan García lo había telefoneado desde Lima «preocupado, pues se había enterado de MVLL pensaba renunciar, lo que viciaría todo el proceso electoral». ¿Cómo sabía el presidente Alan García lo de mi renuncia? A través de la única fuente posible: Fujimori. Éste, después de su charla conmigo, había corrido a comentar  nuestra conversación con el presidente y pedirle consejo. ¿No era esta la mejor prueba de que Fujimori estaba en complicidad con aquél? Mi renuncia sería inútil”. (MVLL, El pez en el agua,1994:480) Durante los dos periodos de su presidencia Fujimori acabó con la democracia, cerró el Congreso y, convirtiéndose en dictador, empezó a reprimir a apristas e izquierdistas.
El programa Cambio 90, rechazado por el pueblo peruano, prometía no sólo sanear la economía del país, sino también, abarcando con su reforma a toda la nación, dar las mismas oportunidades a la iniciativa privada, proporcionar el mismo acceso a todos los sectores, pero al mismo tiempo crear unas formas de ayuda económica para los más necesitados. Como advierte el novelista en sus memorias El pez en el agua, “El programa para el que yo pedí un mandato y que el pueblo peruano rechazó, se proponía sanear las finanzas públicas, acabar con la inflación y abrir la economía peruana al mundo... Las reformas actuales han saneado la economía, pero no han hecho avanzar la justicia, porque no han ampliado en lo más mínimo las oportunidades de los que tienen menos para competir en igualdad de condiciones con los que tienen más. La distancia entre las realizaciones del gobierno de Fujimori y mi propuesta es la -abismal- que media, en economía, entre la política conservadora y una liberal, y entre la dictadura y la democracia”. (MVLL,1994:532-533)
Su renuncia a la lucha electoral no significó su retiro de la vida política. Realmente nunca separó su vocación puramente literaria de su aceptación del compromiso sartreano: no ser indiferente a las cuestiones sociales de su época. MVLL, un humanista, un liberal, pretendía sanear su país introduciendo reformas que resultaron demasiado tajantes. Su programa Cambio 90 era demasiado radical para un país con tradición de regímenes autoritarios nutridos por la corrupción, los fraudes y los golpes de Estado, ya que como señala César A. Aguiar en su artículo “Perú: la derrota de Vargas Llosa”, publicado en Cuadernos de Marcha después de las elecciones, “Pero queda por ver cuál es la propuesta alternativa, que implica atender la problemática de un país con un fuerte interrogante sobre su perfil productivo, con un nivel de endeudamiento muy alto para sus efectivas posibilidades de pago, con un aparato estatal desintegrado y corrupto, con una fuerte implicación en la problemática del narcotráfico, con problemas importantes de autoritarismos de izquierda y con una fuerte crisis a nivel de sus elites”. (Aguilar, “Perú: la derrota de Vargas Llosa”, Cuadernos de Marcha, junio de1990, p.47) Realmente, su sueño de llevar a su país por el camino del desarrollo y de la prosperidad resultó igualmente nulo e ilusorio, como su fe en el socialismo. Piedra de Toque: los comentarios del momento
El novelista permaneció fiel a su postura a favor del liberalismo siendo un pregonero de la libertad y la democracia que, como señala en su artículo “¿Una nueva revolución?”, “es el único sistema que, desde sus lejanos orígenes, ha sido capaz de reformarse internamente y de ir corrigiéndose y evolucionando de acuerdo a las necesidades y demandas de sus ciudadanos. No ha alcanzado la perfección ni la alcanzará nunca, pero su gran ventaja sobre todos los otros sistemas es que, ella sí, ha sabido transformarse y renovarse en el tiempo, creando las sociedades menos imperfectas en materia de derechos humanos, libertad y progreso material que conoce la historia”. (MVLL, “¿Una nueva revolución?”, El País, el 6 de agosto de 2001, p.10) El neoliberalismo, la democracia y la globalización, fenómenos tan flamantes en el mundo moderno, son los temas que aborda el escritor peruano en sus artículos aparecidos en varias revistas y periódicos. La columna “Piedra de Toque”2 del diario El País es un espacio donde cada dos domingos el escritor peruano, a través de sus comentarios de sucesos de actualidad, ayuda al lector a tomar posición sobre lo ocurrido a su alrededor.
El fenómeno de la globalización pertenece a los aspectos tocados en su columna del diario español. Para el novelista no tiene sentido al temer a la globalización tan temida por algunas naciones en cuanto al sentimiento de la protección de su identidad cultural, ya que realmente este fenómeno tiene mucho más a su favor que en su contra. En particular, el renacimiento de las pequeñas culturas locales, liberadas del dominio de las más grandes, ya sin su avasallamiento, van a vivir y florecer en el mundo de una diversidad cultural embelleciéndolo. Según MVLL, la promoción de las propias culturas y lenguas es la mejor manera de conservarlas. La globalización es una amenaza a los regímenes totalitarios que, como Cuba o Corea del Norte, se cierran cada vez más en la supuesta subsistencia de su identidad cultural. Pero este aislamiento, según el novelista, produce el retroceso, el aislamiento total y el empobrecimiento de su “cultura”. Él mismo señala que “una de las grandes ventajas de la globalización, es que ella extiende de manera radical las posibilidades de que cada ciudadano de este planeta interconectado -la patria de todos- construya su propia identidad cultural, de acuerdo a sus preferencias y motivaciones íntimas y mediante acciones voluntariamente decididas. Pues, ahora, ya no está obligado, como en el pasado y todavía en muchos lugares en el presente, a acatar la identidad que, recluyéndolo en un campo de concentración del que es imposible escapar, le imponen la lengua, la nación, la Iglesia, las costumbres, etcétera, del medio en que nació”. (MVLL, “La globalización y las culturas”, El País, el 19 de abril de 2000)
Hoy en día MVLL es uno de los más sobresalientes y destacados voceros de los principios liberales y democráticos en la arena política, ya que la actualidad para él, como para Jean Paul Sartre, “es una obligación moral y en última instancia ambos entienden la literatura como un periodismo mejor escrito.” (MVLL, Contra viento y marea II 1962-1982,1983:326) Su crítica severa, pero también, no raras veces, su admiración a los grandes cambios político-sociales del mundo moderno son perceptibles tanto en el campo periodístico como ensayístico y novelístico. Su estancia en España no significa su separación e indiferencia a los problemas de su país. La denuncia de la dictadura de Alberto Fujimori y de su cómplice en la persona del capitán Vladimiro Montesinos, la corrupción, el fraude, el control y la manipulación del sistema informativo que mantenía al pueblo en el reino de la mentira pertenecen a los temas frecuentemente abarcadas en sus artículos. En “Oro y esclavos”, el artículo dedicado al régimen de Fujimori advierte que “la dictadura actual es el último engendro de aquel linaje. No es menos brutal que otras, pues tiene muchos muertos, torturados y desaparecidos en su haber. Pero ha refinado sus métodos, y, además de la violencia física, emplea el “oro” de los ricos y de los que enriquece en turbios negocios, a manos llenas, para autopromocionarse y mantener anestesiada y sumisa -esclava- a una gran parte de la población”. (MVLL, El País, “Oro y esclavos”, el 9 de enero de 2000, p. 12) Los gobiernos autoritarios de Fujimori (1990-2000), prolongados hasta dos periodos con la pretensión de una tercera reelección violando incluso el texto constitucional para respaldar su totalitarismo, privatizaron un buen número de empresas públicas. Obviamente, esta privatización resultó un farsa como otras reformas “liberales” introducidas por todos los regímenes dictatoriales. Los monopolios públicos pasaron a las manos privadas de un grupo limitado vinculado con la pandilla gobernante. Las reformas supuestamente liberales derrotaron al Perú como a los demás países latinoamericanos donde las reformas del libre mercado no transcurrían simultáneamente con las democráticas, porque realmente “de nada sirve, por ejemplo, una excelente política económica modernizadora si en dicha sociedad no existe una información libre que permita una vigilancia permanente del funcionamiento de los mercados y la denuncia de los abusos, y un sistema judicial independiente al que puedan acudir en pos de reparación y desagravio quienes se consideren víctimas, y que dirima imparcialmente las rencillas y diferencias inevitables que genera la competencia”. (MVLL, El País, “Pan y libertad”, el 14 de nov. de 1999, p. 11)
La dictadura en el Perú es también el tema de la novela Conversación en la Catedral (1969). Aquí como en La ciudad de los perros (1962) el autor nos plasma un fragmento de la verdadera historia peruana, el de los gobiernos de Manuel Odría (1948-1956). En su Conferencia Magistral dedicada a literatura y política el escritor peruano señala que, “A través de la literatura uno puede abrir la conciencia de sus contemporáneos, hacerles ver aquello que, porque viven en sociedades tan profundamente injustas y manipuladas por poderes corrompidos y dictatoriales, no pueden ver los mecanismos que están detrás de las injusticias, de la explotación, de la violencia convertida en poder”. Luego continúa: “Creo que el efecto político, que se puede llamar político, de la literatura más visible es el de despertar en nosotros una sensación respecto a las deficiencias del mundo que nos rodea para satisfacer nuestras experiencias, nuestras ambiciones, nuestros deseos; y que eso es político, ésa es una manera de formar ciudadanos alertas y críticos sobre lo que ocurre en rededor”. (Conferencia Magistral de MVLL, “Literatura y política: dos visiones del mundo”, el 11 de mayo de 2000) El mismo novelista muchas veces señala que las cosas vividas, leídas o escuchadas son una fuente de su propia inspiración literaria. Sin duda, la imagen autoritaria: la relación con su padre y su juventud bajo el régimen de Odría, es uno de sus “demonios” que le acompaña prácticamente toda su vida. “MVLL hace una autopsia de una dictadura determinada, la que él vivió en sus años formativos de estudiante bajo Odría, una dictadura menos sanguinaria y espectacular que las de Pérez Jiménez en Venezuela, Somoza en Nicaragua o Trujillo en Santo Domingo, todas ellas contemporáneas, pero mucho más corrompida...”(Gnutzmann,1992:111) MVLL, escribiendo sobre los regímenes autoritarios, también actúa como un historiador eternizando en las “hojas” de la historia la realidad bajo el poder absoluto. La dictadura de Manuel Odría, a quien el golpe militar de noviembre de 1948 le llevó a la presidencia, dejó unas huellas muy fuertes en el joven novelista, lo que testifican sus obras en las que se manifiesta claramente su oposición y su crítica a cualquier forma del autoritarismo.
MVLL habla en su estudio dedicado a un libro de caballería Cartas de la batalla por Tirant lo Blanc de la novela total como “una representación de la realidad a condición de ser una creación autónoma, un objeto dotado de vida propia”. (MVLL,1992:30) Sin duda, Conversación en la Catedral cumple este objetivo y se puede llamarla la novela total. Es una novela donde queda plasmada la política de los gobiernos autoritarios. A través de la conversación y los recuerdos de los personajes el novelista crea su historia que está entretejida con los hechos reales de una época determinada, la de la presidencia del general Manuel Odría. El novelista muestra en qué forma el autoritarismo puede corromper cada sector de la vida: universitaria, cultural, profesional, amorosa. El miedo, la sumisión, el “encaje” del hombre en su condición trágica, la violencia y el castigo por cualquier forma de oposición se observa a lo largo de la obra.
MVLL en su Conferencia Magistral dedicada a literatura y política advierte: “...la literatura es un instrumento formidable de transformación, de resistencia a la injusticia, de la lucha contra la explotación, contra la adversidad.”(Conferencia Magistral de MVLL, “Literatura y política: dos visiones del mundo”, el 11 de mayo del 2000) El novelista a través de su “verdad de las mentiras” ejerce su obligación de ciudadano y de alguna manera participa en esta empresa de resolver los problemas, de mejorar el mundo, ya que la literatura “destapa” las imperfecciones de este mundo enseñando que nuestra realidad no está bien hecha como que es un sistema donde el poder rige el destino y los sueños del hombre.
El novelista, en una serie de artículos con el tema de las dictaduras, dedica algunos de ellos al régimen de Augusto Pinochet, cuyas reformas llevaron el país a la prosperidad y modernidad en el campo de la economía. Pero, al mismo tiempo, Chile es un ejemplo del país donde las reformas “inyectadas” no eran respaldadas por los principios democráticos. Chile gozaba de plena libertad en el campo de la economía, pero a precio del avasallamiento del pueblo. La prosperidad y el desarrollo eran medidos a través de las estadísticas del crecimiento económico. La libertad y la legalidad pertenecían solamente al diccionario y nunca encontraron su aplicación a la práctica. En el camino hacia la prosperidad y el desarrollo social “se perdió” el papel y el lugar del hombre como el único y verdadero fin de los cambios emprendidos en la lucha por su bienestar. Conforme a la opinión de las clases privilegiadas los países subdesarrollados, como los latinoamericanos, necesitan el gobierno de Caudillo, Jefe Máximo, Benefactor de la Patria, armado por las ideas que a través de la fuerza los lleve a la modernidad. Y la democracia es un lujo el cual pueden solamente permitirse los países ricos y cultos. La idea de que los países subdesarrollados deben someterse a un Jefe en cuyas manos se encuentra el destino de su pueblo está fuertemente criticada y denunciada por el novelista.
El fenómeno del autoritarismo latinoamericano, un tema puramente político, se vuelve también uno de los hilos con los cuales el novelista “cose” su siguiente obra de ficción: La Fiesta del Chivo (2000). Esta novela es un testimonio del compromiso del escritor peruano con su época, donde el poder, la violencia y el abuso se vuelven unos elementos de la vida cotidiana del hombre del siglo XX. MVLL rebasa las fronteras peruanas para ahora centrarse en una de las islas caribeñas: la República Dominicana. Los últimos años de la era de Rafael Leonidas Trujillo Molina establecen el fondo histórico de la obra. La Fiesta del Chivo habla sobre lo que es la dictadura, lo que es el fenómeno autoritario, sobre lo que significa un régimen de poder personal: la violencia, la corrupción, la degradación moral. Como señala el mismo novelista, “Escribiendo sobre Trujillo, he estado escribiendo sobre Fujimori, sobre Somoza, Pérez Jiménez, Pinochet, y sobre todos los dictadores que andan por allí, vivitos y coleando todavía, por desgracia”4. El autor no cierra las fronteras de sus fantasías limitándose a los casos particulares, sino al contrario las abre para abarcar un concepto más amplio de lo que es el autoritarismo. En una de las conferencias dedicadas a la aparición de su última novela, señala que algunos hechos, aunque reales, “resultaban imposibles de justificar dentro de la novela, parecían inverosímiles, parecían hechos que la novela misma no podía aceptar como creíbles, como persuasivos para un lector, un caso más -que yo he experimentado en carne propia- de cómo a veces la realidad puede superar la ficción, sobre todo en el dominio de la crueldad”. (Conferencia donde Mario Vargas Llosa trata sobre el surgimiento de su nueva obra La Fiesta del Chivo, Bilbao, el 14 de marzo de 2000). Justamente, lo era el régimen de Trujillo, una de las más sanguinarias y feroces dictaduras latinoamericanas. El novelista estaba obligado a suavizar los hechos acontecidos realmente acomodándolos en su ficción para que éstos parecieran más verosímiles y aceptables dentro de la obra literaria. 
Obviamente, no sólo los Jefes Máximos que tanto pululan en el continente latinoamericano, sino también otros que siguen avasallando a sus pueblos en nombre del desarrollo y de la prosperidad económica, como uno de los últimos sátrapas europeos, Slobodan Milosevic, sufren la crítica severa del novelista. Las atrocidades cometidas por el tirano, para MVLL, son un motivo suficiente para la intervención militar de la OTAN. Como advierte, “la soberanía tiene unos límites, y si un gobierno atropella los derechos humanos más elementales, y comete crímenes contra la humanidad, con asesinatos colectivos y políticas de purificación étnica como hace Milosevic, los países democráticos- que por fortuna son, hoy, también los más poderosos- tienen la obligación de actuar, para poner un freno a esos crímenes... El pacifismo a ultranza sólo favorece a los tiranos y a los fanáticos a los que ningún escrúpulo de índole moral ataja en sus designios, y, a la postre, sólo sirve para retardar unas acciones bélicas que terminan causando más numerosas y peores devastaciones que las que se quiso evitar con la inacción”. (MVLL, “La cabeza de Milosevic”, El País, el 11 de abril de 1999, p:15) En cierto sentido, el novelista denuncia a los mismos países democráticos que siguen siendo indiferentes frente a los homicidios cometidos en otros países. Su supuesto “respeto” a las propias formas de gobernar de los demás países, realmente se vuelve un “nutriente” para los sátrapas que sintiéndose impunes cometen sus ferocidades con el común acuerdo de los países con tradiciones democráticas. La democracia como el único sistema capaz de poner fin a la dictadura se vuelve un tema de uno de sus últimos ensayos “Democracia sobre las ruinas”. Para el novelista, la democracia es un sistema que tiene que reemplazar los gobiernos dictatoriales en Cuba e Irak. Los últimos acontecimientos ocurridos en Cuba donde cerca de ochenta disidentes fueron capturados, juzgados y condenados a penas desmesuradas y los tres secuestradores de un barco fusilados podrían decidir de que el pueblo cubano no iba a optar por la continuación de los gobiernos de su Jefe y el sistema democrático se volvería la realidad. También en un país como Irak, que a parte de la dictadura de Sadan Husein, impera el islamismo, una religión incompatible con un Estado, donde hay tanta diversidad étnica la democracia puede ser un panacea para sus problemas. Uno de los obstáculos para el establecimiento del sistema democrático en Irak, como en otros sistemas autoritarios, es la religión, una forma del sometimiento del pueblo, que como advierte el novelista, “Para estos dictadores el Islam ha sido un instrumento de dominación tan efectivo como lo fue el cristianismo durante cientos de años hasta que el progreso económico, la cultura liberal y el espíritu civil fueron socavando esa fortaleza teológica autoritaria tras la que se escudaban los príncipes y los déspotas”. (“Democracia sobre las ruinas”, El País, el 27 de abril de 2003, p.14) Según el autor, los países con tradiciones democráticas tienen que ayudar en esta tarea de introducir gobiernos democráticos en los países tercermundistas para que “la humanidad viva por fin alguna vez en un mundo en el que los Fidel Castro y los Sadam Husein sean anacronismos tan flagrantes como lo son ahora el canibalismo o la trata de esclavos”. (“Democracia sobre las ruinas”, El País, el 27 de abril de 2003, p.14)   
Sus ficciones literarias tocan el campo de la política y, no raras veces, de la historia. La realidad que el novelista toma como el fondo para sus ficciones es, al mismo tiempo, una parte de la historia, el gran escenario de los cambios. Su novelística, su ensayos y su periodismo son testimonios de los grandes avatares de la época. Las huellas dejadas por el escritor en las hojas de papel nos esbozan un gran panorama del mundo contemporáneo al autor. Los temas tan vigentes como el neoliberalismo, la globalización, la transferencia de un sistema de gobernar al otro: el caso de los países del bloque socialista, las cuestiones en el Medio Oriente y sobre todo los problemas de Latinoamérica pertenecen a los temas abordados por el escritor peruano. MVLL es uno de los más comprometidos escritores de nuestros tiempos. Sus palabras son su forma de luchar, de oponerse a cualquier tipo de autoritarismo y a todo lo que le caracteriza. Sus ensayos, artículos y también sus ficciones literarias son un medio a través de cual el escritor peruano denuncia severamente todas las insuficiencias e injusticias del mundo contemporáneo. Detrás de las páginas de sus escritos se nos presenta un MVLL liberal, demócrata, partidario de la globalización y del neoliberalismo como una de las formas más comprobadas para desarrollo económico nacional y, al mismo tiempo, como adversario de cualquier tipo de gobierno dictatorial, del nacionalismo como una manifestación de la superioridad nacional frente otras culturas y, en fin, de cada forma de violación de la libertad como uno de los crímenes más feroces cometidos al ser humano. Sin duda, las tres etapas de su formación política muestran el verdadero y profundo compromiso de MVLL a las cuestiones socio-políticas de su época. Su preocupación y su interés por estas cuestiones nos presentan a MVLL como un gran político, agitador de las insuficiencias de este mundo, y fuertemente arraigado en la arena política mundial.

P.-S.

Notas:

1.Las guerras fanáticas en el Brasil del siglo XIX establecen el tema de la
obra. El problema político metido tan fuertemente en esta obra desempeña un
papel conmovedor, despertador de las conciencias humanas y expresa las dolencias
nacionales.
2. En la campaña presidencial MVLL fue llamado el “diablo” por definirse como
agnóstico en cuanto a la doctrina religiosa. Después Álvaro Vargas Llosa publica
el libro titulado justamente El diablo en la campaña sobre el periodo de las
elecciones presidenciales en 1990 donde MVLL era uno de los candidatos más
importantes al puesto presidencial.
3. El nombre “Piedra de Toque” como advierte el novelista “sirve para medir el
valor de los metales, una piedra que vi, que todavía no sé si es real o
fantástica”. Es una columna donde el escritor comenta algún suceso de actualidad
que como dice: “me exalte, irrite o preocupe, sometiéndolo a la criba de la
razón y cotejándolo con mis convicciones, dudas y confusiones. Una columna que
me obliga a tratar de ver claro en la tumultuosa actualidad y me gustaría ayudar
a mis presuntos lectores a tomar posición sobre lo que ocurre a su alrededor”.
MVLL, El lenguaje de la pasión, México: Aguilar, 2001, p. 9.
4.MVLL indaga en la mente de los dictadores latinoamericanos: “Escribiendo sobre
Trujillo he escrito sobre todos los dictadores”, un artículo de Sanjuana
Martínez, aparecido en el internet.


BIBLIOGRAFÍA

1.Eagleton, Terry, Una introducción a la teoría literaria, México: Fondo de
Cultura Económica, 1998.
2.Gnutzmann, Rita, Cómo leer a Mario Vargas Llosa, Madrid: Edición Júcar,1992.
3.Vargas Llosa, Mario, Contra viento y marea (1962-1982), Barcelona: Seix
Barral, 1983.
4...................., Contra viento y marea, III (1964-1988), Barcelona: Seix
Barral, 1990
5...................., El pez en el agua (memorias), México: Planeta Mexicana,
1993.
6...................., Desafíos a la libertad, México: Aguilar, 1994.
7...................., Conversación en la Catedral, Barcelona: Seix Barral,
1973.
8...................., La guerra del fin del mundo, México: Seix Barral, 1991.
9...................., Una historia no oficial, Madrid: ESPESA, 1997.
10..................., Cartas de batalla por Tirant lo Blanc, México: Seix
Barral 1992.
11..................., “Escribiendo sobre Trujillo he escrito sobre todos los
dictadores”, un artículo de Sanjuana Martínez, aparecido en el internet.


ARTÍCULOS

1.Vargas Llosa, Mario, Conferencia Magistral de MVLL, “Literatura y política:
dos visiones del mundo”, el 11 de mayo del 2000.
2...................., “La cabeza de Milosevic” en El País, Madrid, el 11 de
abril de 1999.
3...................., “Los desastres de la guerra”, en El País, Madrid, el 16
de febrero de 20003.
4...................., “Moscas en la taza de leche”, en El País, Madrid, el 3 de
marzo de 2003.
5...................., “Las réplicas del 11 de septiembre” en El País,, Madrid,
el 30 de septiembre de 2001.
7...................., “Oro y esclavos” en El País,, Madrid, el 9 de enero de
2000.
8...................., “La globalización y las culturas” en El País, Madrid, el
19 de abril de 2000.
9...................., “El capitalismo en la cuerda floja” en El País, Madrid,
el 11 de julio de 1999.
10..................., “Democracia sobre las ruinas” en El País, Madrid, el 27
de abril de 2003.
11..................., “Segunda carta a Kenzaburo Oé” en El País, Madrid, 14 de
febrero de 1999.
12..................., “Carta a Haydée Santamaría” en Casa de las Américas,
Madrid, julio-agosto 1971, Año XI, nr. 67.
13.Haydée Santamaría, “Respuesta a Mario Vargas Llosa” en Casa de las Américas,
La Habana, julio-agosto 1971, Año XI, nr. 67.
14.“Llamamiento de los premios nacionales de literatura del Perú a los
intelectuales de la América Latina” en Casa de las Américas, La Habana,
julio-agosto 1971, Año XI, nr. 67.
15.“Mensaje de intelectuales colombianos” en Casa de las Américas, La Habana,
julio-agosto 1971, Año XI, nr. 67.
16.Aguilar, César, A., “Perú: la derrota de Vargas Llosa” en Cuadernos de
Marcha, Tercer Época, año VI, nr. 56, junio de 1990.
17.Angel Rama, “Una obra maestra del fanatismo artístico: La guerra del fin del
mundo” en Revista de la Universidad de México, Nueva Época, Vol. XXXVIII, nr.
14, junio de 1982.
 

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