No, una cosa no tiene que ver con la otra. Pero eso es aproximadamente el resumen del día de hoy. En estos momentos Simón y Matraka roncan desde hace ya un buen rato, y yo estoy aquí sentatumbado, esperando a que venga Karlos de trabajar (por tercera vez hoy. Le han tocado mucho las pelotas) y traiga cena de sacar-de-bolsa-y-servir, ya que resulta que me hallo en la conjunción de dos fuerzas astrales absolutas: que estoy cansado como un perro y que la nevera hace eco...eco...eco...

Espero que con la cena traiga alcoholes de algún tipo, porque olvidarme del día que me espera mañana me vendría de coña marinera. Tengo un cursillo de 4h. sobre emergencias antiincendios que empezará las 9:00h. Cuatro horas. Que San Críspulo me proteja... He preguntado a mi jefe si íbamos a hacer algo divertido, y me ha dicho "sí, creo que nos ponen un power point..." Obviamente, el concepto de "divertido" que tiene mi jefe, no se parece mucho al mío. Nada nuevo bajo el sol. Todos estos rollos son el resultado de que me hayan puesto, por obra y gracia del pitopitocolorito, en el comité de emergencias para casos de incendio. Soy el técnico auxiliar 3. Mi misión en caso de chamusque inminente, es la de quedarme en la puerta de los ascensores de la planta 3 (planta de gerencia), para controlar que nadie los use, y redireccionar a todos los gerentones hacia la puerta de salida, no pudiendo moverme de mi sitio, hasta que no haya salido hasta el último gerifalte.

Como prueba de compensación khármica, y haciendo honor al refrán de que quien avisa no es traidor, esta mañana le he dicho al técnico auxiliar 1, que añada a su lista de funciones en caso de incendio, la de reunirse con el técnico auxiliar 3 en el bar de enfrente, donde tranquilamente nos tomaremos una cervecita a la salud de los cinco gerentes que en esos momentos se estarán quemando como putas metidos en el ascensor. Y se ha estado riendo un buen rato, así que mucho me temo que ha debido pensar que lo decía en broma. Bueno. Pues dicho queda. Luego cuando me vean correr escaleras abajo al grito de maricaelúltimo, que no vengan a protestarme.

Karlos me ha dejado una galleta con forma de corazón en el cajón de mi mesa. Me mata, de verdad. Esa personalidad suya de troglodita con sentimientos, me puede y me apollarda a partes iguales. Por él si que me quedaría esperando en un ascensor en caso de incendio. Allí estaría. Aguantando firme, mientras las llamas calcinadoras abrasaran mi espalda, el humo negro asfixiara mis pulmones hasta la agonía y el espantoso calor ígneo despegara la piel y la carne tumefacta de mis doloridos braz...

Bueno, vale. Quizá mejor le pondría un whatsapp desde abajo, sí...