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La ceremonia del glaciar

脕ngeles Charlyne

Argentina



Las barandas del puente flamearon peligrosamente. El bamboleo aument贸 el fr铆o que desprend铆a el hielo. Fern谩ndez, manej贸 el rumbo del bote. El motor ronrone贸. La madrugada espiaba el silencio del glaciar. Expectante, casi tanto como los navegantes del gom贸n. G贸mez le tom贸 la mano enguantada con la suya, pareci贸 que la piel, ausente transitoria, llegara desde el interior del abrigo. Era dif铆cil la jugada. Fern谩ndez no dijo nada a nadie. Se adivinaron con G贸mez, en cierta complicidad trabajada sobre territorios fragorosos. El rumor del bote y su estela blanca sobre la helada superficie del lago, daba un paisaje de plata, de indescriptible belleza, que quitaba hasta el aliento.
La pared norte se les antoj贸 una mole indomable, El hielo impone presencia por ausencia de vida. Volaron dos aves solitarias, dispuestas al avistaje. La proximidad de la hora era impredecible. Tanto que nadie, de los escasos moradores de la regi贸n, lograban acertar. Fern谩ndez y G贸mez apostaron en silencio, entre s铆 sobre los plazos, los del glaciar y los propios.
El cielo hizo un gui帽o 铆ndigo para el tripulante 铆ndigo que, silencioso, ve铆a por primera vez la maravilla blanca, desde ese tono ominoso de piel, que Fern谩ndez y G贸mez se empe帽aban en resguardar. Sab铆an que 茅l tambi茅n ten铆a su tiempo apostado. La vida suele trampear porque es la due帽a del casino y s贸lo admite cierto n煤mero a la hora del no va m谩s.
El sonido sordo pareci贸 eludir temores de los tripulantes. Terminaron de flanquear la pared norte y a su frente la imponencia les quit贸 el aliento, tal vez lo propio que les quedaba.
El arco, ya fr谩gil, invitaba acceder a la caverna luminosa por una luz interior que quebraba seg煤n las grietas que se pronunciaban.
Dejaron que el agua siguiera su curso con el motor detenido y el silencio, les permiti贸 detectar el murmullo con que el hielo se desliza, en los momentos previos.
Fern谩ndez y G贸mez, no tem铆an la ceremonia del glaciar y la propia, ten铆an que coincidir y ellos no estaban dispuestos a resignar ni un tiempo ni un espacio. 脥ndigo era el testigo, no elegido, sino decidido por la fant谩stica ausencia del plural, cuando los sucesos requieren el homenaje de lo singular.
La penumbra y las grutas de la caverna propon铆an un curso absurdo, irresponsable, inexplicable y por lo tanto, sabio, cierto y certero. Fern谩ndez y G贸mez, con cuidado, se quitaron las ropas, arriesgando fraguar con temperatura hostil. El 铆ndigo, en la cabecera del gom贸n les sonri贸, animosamente, la m煤sica de las quebraduras crec铆a, como el concierto 3 de Rachmaninoff, y ellas, a consumar el ritual del amor, la ofrenda, el servicio, la entrega, el placer, como se dice, en la condici贸n que se puede y en tanto el coral gregoriano, en la sobria gruta del nunca m谩s, llegaron al altar supremo del Dios elegido.
Cuando el estruendo de los primeros derrumbes alert贸 a los extra帽os y a los pr贸ximos, que el hecho era inmediato, hubo corridas. Eran pocos, afortunadamente, para la historia que nadie puede refrendar.
Lo cierto es que en el interior, la ceremonia nupcial ocurr铆a con el 铆ndigo testigo y destinatario, mientras la m煤sica amenazaba crecimientos. Cuando el r铆o se abri贸 camino para desmoronar la historia que vuelve a repetirse, el derrumbe atron贸 el espacio cordillerano; en el 煤ltimo vestigio que quedaba del puente pr贸ximo, flameaba la arcada su pen煤ltima cabriola. Los testigos dijeron que el gom贸n naranja asom贸 su trompa, curioso por lo que vendr铆a, cabece贸 asintiendo y retrocediendo, nadie supo de la tripulaci贸n, s贸lo lleg贸, luego de las turbulencias un manojo de ropas tan blancas, como el ritual del glaciar desmoronado. Otros curiosos afirmaron, que una mancha celeste, 铆ndigo, se movi贸 ligera rumbo a la monta帽a, aunque todos sab铆an que era necesario atravesar otro curso de agua helada, donde hasta la imaginaci贸n naufraga. Se fueron contentos. Esperaron muchos a帽os la repetici贸n del suceso y nadie quiso preocuparse demasiado.
El glaciar es una catedral de hielo y bien vale que una ceremonia se celebre por cuenta y obra de los pasajeros de la utop铆a.

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