Los portugueses tienen una nueva palabra, grandolar, que surgió a partir de la crisis del euro y significa ‘someter a un ministro de gobierno a una protesta cantando un himno revolucionario’.
Los italianos, que ahora rastrean el margen de rendimiento entre los bonos alemanes y los italianos con una pasión otrora reservada al fútbol, lanzan palabras como spreaddite, definida irónicamente por La Repubblica, un diario de Roma, como la ‘intensificación del sufrimiento causado por el margen elevado’.
En Grecia, frases nacidas por la crisis condimentan las conversaciones en cafés, oficinas y vagones del metro, particularmente el uso irónico de expresiones o lemas que dicen dirigentes políticos.
La prolongada crisis económica en Europa ha dado lugar a un desempleo récord y a ruidosas protestas, pero también hay formas más sutiles para medir su efecto, como es el idioma.
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