Por cualquier calle, lector,
que circules cualquier día
notarás con qué alegría
toca cualquier conductor
el cláxon. Si, de momento,
uno tiene que parar
porque alguien quiere aparcar
-pues encontró aparcamiento-
pronto oirás los bocinazos,
el estruendo colosal
que ciento y un animal
montan como a cañonazos.
Apenas suena el primero,
como un eco se repiten
los bocinazos que emiten
desde el taxista al bombero.
Las mayores resonancias
que alcanza esto que digo
-yo mismo he sido testigo-
son las de las ambulancias.
Pero, lector, todavía
me pone de peor humor
ese toque vacilón
que oigo cien veces al día.
Es algo que no tolero,
que me enfada y me encocora,
es algo que a cualquier hora
aborrezco. Y soy sincero.
Y es que alguien, no importa quién,
que se cree muy gracioso
me dedique ese chistoso:
“media copita, de ojén”
Perico de los Palote
ESCRITORES CASTELLANO-MANCHEGOS Y DE LA MEDITERRANÍA