PETERHOF, EL PALACIO MAS BELLO DEL MUNDO
San Petersburgo es una de esas ciudades del mundo, donde la belleza esta onmipresente en cada calle, en cada, plaza, en cada puente, en cada canal, en cualquier parte de su tejido urbano, asà recuerdo monumentos sublimes e inolvidables como la Iglesia de la Sangre Derramada, con sus caracterÃsticas cúpulas en forma de bulbo, y sus paramentos preciosamente adornados, y el colindante y bullicioso mercadillo con un pasaje humano verdaderamente sorprendente, donde se venden matrioskas, souvenirs sovieticos, etc; la fachada del Palacio de Invierno con esa pulcritud de lÃneas y esa calidez de colores nÃveos, verdemar, y dorados; o la serenidad que transmiten los encalmados canales como el Fontanka, o el Griboyedov,......pero en todo este tesoro monumental existe una joya que destaca sobre todas las demás, se trata del Palacio más bello del mundo, situado a unos cuarenta kilometros de la ciudad en Petrodvorets. AsÃ, nada más llegar su fachada combinada en amarillo ictérico y blanco albar enamora al visitante por su profusa ornamentación de estilo rococó, propiamente recargada y abigarrada. Sin embargo, lo realmente espectacular de este conjunto palatino es la Cascada Grande, dispuesta en pendiente sobre la parte posterior del Palacio; este capricho artÃstico esta formado por innumerables fuentes, varias cascadas, y decenas de esculturas de bronce dorado esplendente, sus pavimentos cuadriculados en marmol nÃveo y azabache, proporcionan al conjunto la belleza singular, de lo inédito, de lo maravilloso, de lo sublime... entre la neblina formada por las miles de gotas de agua en suspensión se vislumbra el eje de tanta belleza es la figura central de esta maravillosa y gigantesca fontana, erguida sobre un pétreo pedestal cubierto de lÃquenes y musgos destaca la estatua de Sansón y el león, que simboliza la victoria de Rusia frente a Suecia, rodeada de un inmenso estanque semiorbicular, que desagua en su extremo inferior a través de una escorrentÃa o canal hacia el Golfo de Finlandia; el premioso discurrir del álveo, entre verdinas y densas conÃferas, umbrÃas sendas fuliginosas, y jardines con diseños geométricos, junto a equidistantes fontanas, se pierde en la lontananza entre el cerúleo y garzo cielo, moteado por escasas nubes algodonosas, que con su niviedad proporcionan un halo de magia y esplendor a este bucólico entorno.
Desde las pasalelas tendidas sobre el cauce se puede contemplar el maravilloso conjunto que forma el Palacio, el fontanar, los jardines, y el rectilÃneo cauce.
Pasear por sus extensos jardines y parques resulta muy agradable, pues diseminados por su perimetro podemos encontrar el Palacio de Monplaisir, el Pabellón del Ermitage, el Palacete de Marli, el Edificio de Catalina, y hasta una veintena de pabellones, también podemos admirar las fuentes de Adán y Eva, y otras tantas de singular belleza.La hermosura de este Palacio eclipsa la primorosidad y el encanto de otros palacios del mundo, que aún siendo verdaderas joyas, se ven superados por la fascinación y el embrujo de esta palatina construcción.En último término, destacar regresando nuevamente a la ciudad de San Petersburgo, el imborrable recuerdo de las “noches blancas” iluminando cada instante de la frÃa anochecida crepuscular, y envolviendo en una aureóla de permanente luminosidad y fulgor, sus malecones, plazas, y monumentos como si el dÃa no quisiera, que la noche obscureciera con su manto lóbrego y endrino aquellas maravillas ni un solo momento.