Un intenso aguacero, se precipitaba con fuerza sobre las calles de esta bella ciudad alsaciana, remojando generosamente los irregulares adoquines que conforman su trama urbana; el agua de lluvia discurrÃa por el inundado pavimento en paralelo junto a los bordes de las enlosadas aceras, para desembocar en los sumideros, o precipitarse abruptamente por los verticales escurrideros situados junto al cauce del rÃo Ill.El cielo se encontraba encapotado, cerrado, borrascoso y rebosante de unas nubes densas, compactas, y grÃseas; el ácueo velo apenas dejaba vislumbrar la silueta de esta apacible ciudad francesa. Sin embargo, instantes después la masa nubosa se retiró, dejando paso a un titubeante sol, paradojicamente enardecido.El verdadero encanto de esta maravillosa ciudad reside en sus contrastes, por un lado la Ciudad Vieja “Petit France”, representa la evocación de lo tradicional, de lo popular: sus casas centenarias con techumbres en forma de “V” invertida, con recónditas buhardillas; sus fachadas engalanadas por decenas de geranios bermellones, y paramentos enjalbelgados por la albura del cande más virginal; sus lignarias jácenas, entibos, y armazones, se combinan con listones, travesaños y maderos, que adoptan las formas geométricas más inverosÃmiles, retrotrayendo al visitante a tiempos pretéritos. AsÃ, un agradable paseo en barco por los tranquilos canales fluviales, superando las emocionantes esclusas, observando los sorprendentes puentes giratorios, y admirando como las románticas fachadas, los fanales de época, las suntuosas mansiones, o los rasos muelles y amarraderos, se reflejan en este encalmado y liento espejo de belleza, convierten cada uno de esos momentos en ciertamente inovidables; asÃ, tras superar varios puentes, y navegar al lado de nÃveos cisnes durante parte de nuestra travesÃa por estos álveos de satén, en la lontananza más cercana se atisbaba la inconfundible silueta del Parlamento Europeo, una construcción moderna y vanguardista, en la orilla opuesta del canal, se encuentra el Consejo de Europa, un Edificio más sobrio, pero con una arquitectura que no deja indiferente a nadie, varios metros más abajo se encuentra el Parque de L`Orangerie, un verdadero pulmón verde, con su lago, su zoo, y sus instalaciones lúdico - deportivas, en las inmediaciones de este singular jardÃn, se ubican mansiones señoriales, que conforman un pisaje urbano ciertamente aburguesado y victoriano.El regreso al centro de la ciudad se realiza atravesando un sin fin de bucólicos y minúsculos canales, riachos, riatillos, pontanas, pasarelas y puentecillos, que parecen más propios de un área rural, que de un entorno propiamente urbano.Un espectáculo verdaderamente cautivador fue el maravilloso y noctÃvago concierto audiovisual celebrado en los aledaños de la vieja catedral, todavia recuerdo los asombrosos juegos de luces, que iluminaban coloreando de espectrales matices las vestustas piedras rojizas de la fachada de la catedral, sus gárgolas, sus vidrieras, su estatuaria, y su magnÃfico rosetón; gentes de todas las nacionalidades se congregaban en este entorno catedralicio para asistir a esta digna muestra de arte contemporáneo sobre un fondo gótico radiante.Un recuerdo inovidable son los viejos puentes engalanados, unos con cromáticas variedades de flores, y otros con verdinas plantas trepadoras que se descuelgan con procacidad desde las balaustradas de forja o de piedra, proyectando su trémula imagen sobre la superficie de los aguajes; al anochecer las doradas y ambarinas luces de sus faroles, compiten con la luna nueva por iluminar las sosegadas y encalmadas aguas de los canales, formando una aureola infinita de destellos intermitentes, que se mecen al compas del silente y undivago movimiento de las mareas.