Estudiando un resumen sobre las “Lenguas y culturas del México moderno” (http://www.sil.org/americas/mexico/23e-Lenguas.htm), facilitado por una amiga de Metáfora y completado con no pocas consultas al Diccionario Espasa, “Lenguas del mundo” y a la valiosa ayuda de una amiga mexicana, me encuentro con una auténtica maraña lingüística, cautivadora por lo que de misterio y embrujo encierra para mi escasa formación sobre esta materia. Sin embargo, intuyo que algo parecido les sucede a los eruditos y eruditas: lingüistas, antropólogos y arqueólogos principalmente, quienes, inmersos en una investigación profunda sobre el particular, tratan de mantener siempre vivas -aunque sólo sea con fines históricos y culturales- nada menos que unas 900 lenguas amerindias.
Cuando Cristóbal Colón pisó por primera vez el Nuevo Continente, parece ser que los aborígenes de allende los mares que se entendían con tales idiomas y dialectos sumaban alrededor de 15 millones. Si relacionamos esta cifra de parlantes con las citadas maneras expresivas, es lógico suponer que en la actualidad hayan desaparecido la mayoría de ellas. Existían por aquellos tiempos pequeñas tribus que, debido a la presión ejercida por los conquistadores, desaparecieron para siempre sin dejar apenas vestigios de sus culturas. Familias lingüísticas que carecían de tronco idiomático, quedaron sepultadas definitivamente bajo el manto del olvido. Hoy, pese al poderío de las lenguas inglesa y española, todavía hablan el quechua en Perú, Ecuador y Bolivia sobre 5 millones de personas, como asimismo en Chile quizá algo más de 1 400 000 ciudadanos. Sin embargo, lenguas andinas como la arabela y la tehuelche, en Perú y Patagonia respectivamente, ya no existen. Según se desprende de mis consultas, las lenguas precolombinas mexicanas parten de tres grandes troncos: otomangue, yutonahua y kokano. En torno a estos tres pilares lingüísticos hay alrededor de 50 variedades, y entre ellas algunos lenguajes de signos, como se da en el maya yucateco, que también es hablado. Debido a que enumerar cada uno de estos idiomas y dialectos resultaría tedioso, prefiero remitir al lector/a curioso/a a las fuentes ya reseñadas. No obstante, me niego a concluir este escrito sin expresar mi rebeldía ante la tan alabada fecha del Día de la Hispanidad.
¿Qué se celebra el 12 de octubre? A mi modo de ver, el triunfo de una conquista plagada de despropósitos. “Leyenda negra”, dice mucha gente. Yo no pienso igual. Historia negra que me obliga a pedir perdón, porque por mis venas circula la sangre criminal de mis ancestros. Crúor que en nombre de la Cruz sembró la muerte y esquilmó a millones de seres inocentes. Y lo que también me angustia: ¿cuántas lenguas precolombinas, todavía en uso, me estarán maldiciendo?
Augustus