Habla despacio. Toma aire profundo para poder pronunciar unas tres o cuatro palabras seguidas. Es un hombre robusto. Ahora con una hija en un ataúd. Con lo que queda de ella: algunos huesos.
"Vengo desde Cárdenas, Tabasco de enterrar a mi difunto padre, me quedé un rato... para recibir... para recibir la mala noticia de que a mi hija la habÃan asesinado. Fue el peor golpe que nunca me imaginé recibir, primero mi padre muere de muerte natural y luego mi hija.... "
Llora.
Moisés de la Cruz Guillén tiene 41 años. Es guardia de seguridad: hace cuatro meses perdió su empleo. Está en una funeraria de la colonia Azteca, muy cerquita de la calle donde vive en una casita de un solo cuarto y tres camas para su esposa y cinco hijos. El miércoles supo que su hija desaparecida "desde el 4 de febrero" fue encontrada el 26 de febrero en un terreno baldÃo situado detrás de la fábrica maquiladora Electrolux. Lo único que quedaba de ella era parte de su esqueleto cubierto aún con algo de tejido lo que hizo posible una identificación más rápida por DNA.
"Me avisó mi mujer por teléfono... Por causa de esa información me cayó como una especie de... me duele la cabeza... me dio algo y vengo tomando medicinas y fue a partir de ese dÃa que recibà un golpe tan grande".
La FiscalÃa le pagó el viaje de regreso a Juárez. En bus. Fueron 4 mil pesos (unos 330 dólares), el doble que un billete de avión. Y tres dÃas de viaje en dos autobuses: uno desde Tabasco a la Ciudad de México y el otro, rumbo a Juárez. El papá de MarÃa Guadalupe de la Cruz no habÃa podido regresar antes a su hogar porque en el estado sureño de Tabasco no habÃa podido encontrar chamba para poder pagar su boleto de vuelta. Acaba de arribar.
"Si viera lo que yo querÃa era llegar y por más que yo querÃa... Yo digo que cuando las cosas se empeoran y quiere uno llegar se empeoran, aún más".
El ataúd de MarÃa Guadalupe de la Cruz Francisco es blanco. TenÃa 17 años de edad. Soñaba con estudiar estilismo y le gustaba dibujar, "era alegre, era la única que me hacÃa relajos (bromas)". Criada en una familia cristiana, donde no se permiten los bailes, tres meses antes de desaparecer se fue a vivir con una vecina y sus dos hijas adolescentes de 14 y 16 años de edad. Una semana antes de su desaparición, regresó a su hogar. Yadira, su mamá pensaba que habÃa aprendido la lección cuando ella le pidió que si la buscaban, les comentara que no estaba.
"QuerÃa libertad, yo le decÃa que los bailes no son buenos y ella me decÃa: 'tu mamá estás loca porque ves mucha televisión´".
Lo dice cargando al menor de sus hijos, una niña de dos años, acariciando el féretro de su hija. De la que recuerda la última vez que la vio:
"Ella salió el 4 de febrero a las 5 de la tarde a poner recarga al celular y ya no regresó. Le hablé porque no llegaba y me dijo que estaba con una amiga. Le estuve marcando y marcando y de repente se me desaparece como si se la hubiera tragado la tierra. Llevaba una blusa rosa, un pantalón de mezclilla negro, unos botines y un calcetÃn blanco con rayitas como de tenis".
Comenzó a buscarla. Y asegura que el 8 de febrero levantó el reporte de desaparición.
El teléfono sonó el miércoles 3 de marzo. Le llamaban de la FiscalÃa. "Me dijeron que me iban a buscar en la casa y me iban a llevar para hacer unos papeles. Y en ese momento me llamó la psicóloga y me dijo que ya la habÃan encontrado y que con el ADN que me hicieron coincidÃa con el de ella".
"Lo más duro es que me hayan quitado a mi hija, pues sÃ. Más que nada siento coraje por la muerte de mi hija, por los asesinos que no tienen misericordia que matan sin piedad".
Hace dieciséis años, Yadira y su esposo Moisés emigraron a Ciudad Juárez desde un hermoso pueblo del estado de Veracruz llamado Oteapan, cerca del mar. Llegaron al desierto en busca de trabajo en una fábrica maquiladora. Con la desaparición y el asesinato de su hija, quieren regresar al sur de México. Quieren prevenir que a sus otras hijas les ocurra lo mismo.
"Te voy a decir algo y espero que estoy no traiga represalias. Aquà el peor caso es que aquà el delincuente tiene más apoyo que una gente normal, y está más protegido por la autoridad que una gente buena que se dedica a trabajar", dice el papá de MarÃa Guadalupe de la Cruz.
"Pero primero antes de regresar quisiera que los que hicieron esta maldad recibieran su justo pago, ser castigados por la ley misma, es lo que yo más quisiera en la vida, que su muerte no quedara impune (como el 97% de los crÃmenes en Juárez), sino que se hiciera justicia".
Unos dÃas previos de que a Yadira, de 39 años, le entregaran un ataúd cerrado con los restos de su hija, tuvo dos sueños, donde su hija le tranquilizaba con un: "Ya no me busques, estoy en un lugar muy especial".
"Entonces eso me da fuerzas de que un dÃa voy a ver a mi hija (en el cielo). Ella no está muerta, le mataron el cuerpo está destruida toda, pero el alma vive".
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Mari GarcÃa, mamá de Jessica Leticia Peña, desaparecida a los 15 años en el centro de Juárez y encontrada en una fosa clandestina con los restos de doce desaparecidas en el Valle de Juárez, no conocÃa a Yadira, mamá de MarÃa Guadalupe de la Cruz Francisco, de 17 años. Al saber de su tragedia, esta mamá desempleada tomó dos rutas por casi dos horas para acompañarla. |
****ACTUALIZACION: MarÃa Guadalupe de la Cruz Francisco, de 17 años de edad, fue enterrada el domingo en la intimidad. Tras celebrar un servicio cristiano, su féretro salió de la humilde funeraria del Carmen III rumbo al panteón de San Rafael.
En la mañana del lunes, Yadira y su esposo Moisés se dirigieron a la FiscalÃa. QuerÃan ver algo de que quedó de su hija, ahora muerta y enterrada, al menos acariciar las ropas que encontraron junto a los huesos que les entregaron en un ataúd cerrado. "Pero nos dijeron que no podÃan, que era imposible, que podÃa afectarnos... ¿más de lo que estamos?".
Con el agente del ministerio público que tiene la carpeta de investigación de su hija, levantaron una denuncia contra de "Lupe", la mujer con la que vivió su hija, detrás de su casita.
"El domingo que enterramos a mi hija, me sentà mal, y le dije a mi hijo el mayor que me acompañara a la farmacia y una señora que es mamá de las muchachas... me amenazó y me dijo: "ahora sigues tú, guey".
Y comenzaron a sentir más miedo. A desear huir lo antes posible a Veracruz. Como no tienen dinero para comprar los boletos del bus y comenzar una nueva vida en su estado de origen, pidieron ayuda a la trabajadora social que atiende a vÃctimas en la FiscalÃa. La respuesta fue negativa.
Ahora sobreviven atrapados en la ciudad a la que emigraron en busca de trabajo y donde perdieron a su hija. Ahora sin trabajo y sin uno de sus cinco hijos.