Parte I: 31 de mayo
Limpiar más casas, en silencio: para enterrar a su hija. Necesita 10 mil pesos (unos 800 dólares) para la funeraria Perches y 907 (72 dólares) para el panteón San Rafael. Se niega a aceptar la ayuda que ofrece el Estado de Chihuahua a las vÃctimas de feminicidio: "prefiero pagarlo porque no confÃo en ellos".
Le muestran los huesos de su pequeña Yanira Fraire Jáquez, que desapareció a los 15 años de edad. También, su ropa. Para acordarse, los escribe en una hojita: el cráneo, las costillas, la mayor parte de los huesos, el 75 por ciento del esqueleto.
Parte II: 17 de julio
Me tardé para juntar el dinero. La que depende todavÃa de mà está en la universidad y la chiquita, en la preparatoria. Llamé a la hija que vive en Estados Unidos y vino para ayudarme. El martes liquidé todo.
Me trajeron el ataúd a la funeraria hacia las 2 de la tarde, cuando tenÃa la misa (funeral) a las 12 del mediodÃa. Supuestamente la carroza se descompuso. No me lo creà y por eso me puse peor porque yo sabÃa que a las tres y media de la tarde cerraban el panteón.
A las 2,20pm lo abrÃ, le dije al que llevaba a la carroza, ayúdame a abrirlo porque lo voy abrir.
Estaba harta con tantas cosas que yo veÃa. Me decÃa que no podÃa abrirlo hasta que llegara salubridad. A mà me vale! si yo estoy pagando, no el gobierno. Le dije al de la funeraria que me prestara unas tijeras. Me metà para abrirlo yo y mi hija, y el chavo que llevaba la carroza.
En el que él rompió, levanté la tapadera. ¿y esto qué es?, le dije. Es lo que le pertenece, me contestó. Pues no. Dentro del féretro, habÃa una caja de cartón y estaba teipeada con tape (cinta adhesiva) canela. Ha bÃa un sobre amarillo vacÃo y una bolsita de plástico con un pedacito de hueso de cuatro centÃmetros y era lo único.
Parte III: 18 de julio
A las 7 de la mañana me habla Mari GarcÃa (la mamá de Jessica Leticia Peña, que fue enterrada hace un año y cinco meses. Me dice que ella no sabÃa que era lo mÃo, que ella lo tenÃa desde el sábado, que Norma Ledesma -de la organización Justicia para Nuestras Hijas- se lo habÃa confirmado. TenÃa la urna con las cenizas en un altar, le habÃa puesto velas. Ella pensaba que era el hueso de cuatro centÃmetros que habÃa pedido incinerar, pero pesaba un kilo.
El Fiscal Jáuregui me pide perdón, que fue un error de la funeraria. Y lo único que le pregunté es quién dio la orden. El abogado de la funeraria me dijo que todos cometemos errores, que somos humanos... No les creo. Yo cómo puedo asegurarme si los de la Funeraria trabajan para la FiscalÃa, yo no lo sabÃa.
Metà un abogado. No sé con cuántas mamás habrán jugado. Me armo de valor y voy a hacer lo que es correcto, no voy a pelear algo injusto. Voy a demandar a quién sea responsable. Y ahora, en el caso que se encontrara el asesino de mi hija, cómo lo voy a inculpar, sino tengo nada, si me quedé sin pruebas de nada. A mà me dijeron que no se podÃa incinerar a mi hija, que era un delito, porque era feminicidio y necesitaban las pruebas, y ahora me dan cenizas.
Parte IV: 19 de julio
Ahora sà me pusieron peor, porque no estoy segura que esas cenizas sean las de mi hija. Yo no les creo, porque si me quisieron engañar con eso, y yo sé que esto es irremediable.
La urna es blanca, con un rosalito de color plata. Se la entregó en la tarde del viernes el abogado de la funeraria. Está en una repisa, con una foto de Yanira Fraire Jáquez: que desapareció a los nueve meses de celebrar su quinceañera.
Yanira querÃa ser médico pediatra. Le fascinaba ayudar. Y entre la que tengo en la universidad, iban a tener un orfelinato para llevar a los niños y ayudarles. TenÃa muy bonitos pensamientos. Desapareció el 16 de junio del 2010. Yo estaba trabajando, limpiando una casa y ella se ofreció a ir a Bancomer, en la calle 16 de septiembre y la Avenida Juárez (zona centro), para pagar la colegiatura para la preparatoria. Tomó el camión a las once y media de la mañana. Claro que la pagó, 1.400 pesos ( unos 112 dólares), porque yo saqué un comprobante y vi el vÃdeo del banco.
Nació hace 45 años en Santa Clara, Durango. Cuando tenÃa 15 años, emigró a Ciudad Juárez en busca de trabajo en una fábrica maquiladora, pero no tenÃa la edad requerida y comenzó a limpiar casas. Mari Jáquez tiene cinco hijas, una de ellas vÃctima de feminicidio, arrojada en el Arroyo del Navajo, en el Valle de Juárez: Yanira Fraire.
Yo pensaba que las desaparecidas se iban a bailar, que andaban de noche, nunca me imaginé que fuera de dÃa cuando se pierde una niña. Como sólo los primeros dÃas dan la nota, pensé que luego ya las encontraban. Nunca pensé que me iba a pasar esto. Las mamás deben de ser bien listas y astutas. Es un monstruo el que anda.