Nuestra Mónada jeroglÃfica posee, oculto en el centro del centro cierto cuerpo terrestre.
Por sà misma enseña, sin palabras, a través de qué divino poder deberá ser activado,
y que, una vez activado, quedará unido (por matrimonio perpetuo)
a la generatriz influencia lunar y solar, aunque previamente,
tanto en el cielo como en cualquier otra parte,
hayan estado completamente separadas de ese cuerpo.
John Dee, Monas Ierogliphica, p. 78
Descubrió aquella estructura de proporciones descomunales y dejó escapar una sonrisa placentera. Pensé en lanzarme sobre él, y la idea habrÃa resultado casi pueril (yo era más viejo y débil) de no haber sido valorada en un estado de terror donde los nervios comenzaban a fallar, pero pronto supe que ya era demasiado tarde. El Nombre inefable empezaba a revelarse.
Puse en marcha mi último recurso:
-No entiendes nada - grite-. Las palabras de los profetas carecen de valor mágico en nuestro idioma. Provenientes de los cielos los hombres son incapaces de cambiarlos de acuerdo a su pequeña inteligencia. Para sernos útiles los ángeles han encontrado a menudo figuras, caracteres, formas y el Logos. Nos han propuesto a nosotros mortales, estas palabras desconocidas, sorprendentes, que nada significa según el uso ordinario de la lengua, pero que nos inducen, provocando la respuesta de nuestra razón, a buscar asiduamente a los ininteligibles, después a venerarlos y amarlos. Tienen un sentido en efecto, no según el beneplácito y la intuición de los hombres, sino según el de Dios...
- Y entonces- me interrumpió Camillo-, Reuchlin, ¿no desarrollaste a partir de tal afirmación el misterio de los setenta y dos nombres del Shem ha - Meforash, de modo que cuando se inscribe el Tetragrama en la Tetractys, las letras suman 72, el número cabalÃstico de la multiplicación perfecta, que corresponden (y recordad que la teurgia se reduce a la doctrina de las correspondencias) a los 72 ángeles de la escala de Jacob ¿? Conozco tus argumentos, ahora cállate y admira el milagro de la reforma del cosmos. En breve tiempo mi Teatro de la Memoria, una suerte de ars combinatoria, descifrará el Nombre inefable y el secreto que Raziel restituyó a Adám tras la caÃda, el poder de la creación material. Estará en mis manos para hacer y deshacer como me parezca.
- Entendà porque me habÃa llevado a presenciar su espectáculo, necesitaba un testigo hebreo. El Sublime Arcano casi se presentaba. IHVHEA nos acoja en su eternidad infinita.
- ¿En que estado de inconsciencia he imaginado esta historia ?¿ En sueños ? No sabrÃa decirlo. Me conformo con que no sea más que eso, una fábula. De cualquier modo, como enseña el Zohar, Dios no da al hombre mayores desgracias de las que este puede soportar.