La Naturaleza ha aportado al hombre un sinnúmero de materiales artizables capaz de sumirlo en el delirio de lo sensible. Cuando este espacio natural es percibido desde el vértice de la existencia en peligro, el hombre se arma de voluntad, grita, en defensa de su mundo. A Yasiel Palomino Pérez (1984), pintor nacido en Las Tunas, Cuba, la abstracción le ha permitido aprehender la Naturaleza frente a los avances industriales, que contaminan y dañan la vida del Hombre.
La abstracción, ¿un mero pretexto para crear?
No. Ni siquiera es una justificación de nada. Todo empezó por las cuestiones que implica el desarrollo industrial dentro de la existencia del hombre. Para mí la abstracción no es sinónimo de no-figuración, sino ser lo más sublime posible y lo más sintético posible con la figuración; aunque detrás de esas abstracciones hay figuraciones implícitas, que no están visualmente concretas, pero están ahí. Antes de esta propuesta había cosas figurativas, solo que se fueron eliminando hasta llegar a lo abstracto. La abstracción es el espacio que me permite desarrollar mi propio pensamiento. Llegó por un puro proceso de trabajo; no fue que me propuse pintar abstracción. Un proceso que en la medida que iba adelantando me llevó hacia ese campo, incluso sin darme cuenta; ya cuando abrí los ojos estaba pintando abstracción. La asumo como el espacio en el que puedo liberar toda cuestión que me amarre a algo, y proyectar mi pensamiento como está en el cerebro.
¿Cómo ves los avances científicos con respecto a las cosas que criticas en tus cuadros?
Con los avances científicos nadie puede estar ausente, de hecho vivimos en una época agobiada de presiones, de miles de cuestiones que dependen de la propia existencia de uno en este siglo. Y eso se refleja en la obra de todo artista contemporáneo, inevitablemente.
A la hora de hacer tus abstracciones, ¿qué temáticas te motivan?
La temática de la pieza tiene que ver con la influencia que tiene el desarrollo industrial sobre la existencia del hombre. Por ejemplo las piezas mías son deconstrucciones de un riel de línea. Estructura que asumo como máximo símbolo del desarrollo. Accionar sobre esa estructura y descomponerla, y hacer con ella lo que me dé la gana, es lo que en realidad concreta la pieza.
Quiere esto decir que el riel aparece con sistematicidad en tu producción plástica...
Sí, en todas las piezas aparece esa estructura. Aunque ni siquiera es importante que el espectador la asuma como tal. Te enfrentas y, sin embargo, no la percibes directamente por ningún lado. Cada una de estas piezas funciona, hasta cierto punto, como acciones plásticas en función de ese riel. Es por eso que no se avista de manera explícita. Construyo y deconstruyo este elemento, incluso con materiales que no tienen afinidad con la plástica, es decir, con aquellos elementos utilizados en la creación plástica como pinceles, espátulas y demás. Cualquier otro elemento que aporte a esa acción lo incorporo a la pieza que esté haciendo en ese momento.
Generalmente tus piezas poseen una escala cromática que las unifica. Los grises, principalmente, pero no solo el gris como resultado de la mezcla de negro y blanco, sino que también aparecen matizados, fríos, del verde a los azules, hasta colmar la obra y unificar la serie. ¿El uso de estos colores tiene que ver con una extensión de lo que interiormente te preocupa como artista, y que canalizas mediante esta escala cromática?
Sí, mira. El hecho de trabajar con estos matices está estrechamente ligado al discurso plástico del que parto. También depende de lo que sicológicamente me trasmita la estructura del riel, que es el elemento a partir del cual armo las piezas de la serie, y que se ha convertido en un código dentro de mi producción artística. Esta estructura la veo como símbolo inevitable del desarrollo, pues cuando la asumo, adopto una actitud de represalia ante él, como estructura en sí. A la hora de asumirlo, percibo esos colores reflejados en ese elemento.
¿Trabajas directamente en el lienzo?
Todo está premeditado. Por supuesto, si te digo que me enfrento al lienzo en blanco te estuviera mintiendo. Todo emana de una pieza anterior. En esos momentos, me encuentro en una fase que es tratar de imprimir en el lienzo lo más puro del pensamiento y necesito de esa pureza de bocetos.
¿Si tuvieras un lienzo de veinte por cuarenta metros, harías abstracción?
Sí, de hecho me interesaría. (Se ríe). Mira, lo del formato tiene que ver con la propia pieza. Este es tan importante para mí, como el hecho de concebir el propio boceto. A partir de ahí se emanan contenidos, o sea, a partir del formato, como también del emplazamiento, y de la exhibición de la obra en una galería determinada. Sutilmente eso le va incorporando contenidos a la pieza, que son tan importantes como el resultado final.
Desde la misma concepción de la obra, meditas el número, o sea, el título, que es el propio número. ¿A que se debe el hecho de titularlas de esta manera?
Los números tienen que ver con la propia existencia de cada uno de los cuadros. Para mi es importante, dentro del discurso de la obra, que esta imagen primigenia le dé continuidad a la segunda, y así hasta darle una impresión de secuencia, de serie... De hecho la muestra se llama "Grabados del Pensamiento II", pues son imágenes que están en mi mente, emanan de mi interior. Eso es inviolable.
¿"Grabados del pensamiento II"?
Son imágenes que van surgiendo y lo que hago es plasmarla en un soporte. Ahora es lienzo, pero tal vez luego pueda ser otra cosa. Cómo influye el fenómeno global en mí, como ente, como persona, es lo que hace que mi mente comience a producir y a disparar imágenes. Trato de captarlas y llevarlas al lienzo de la manera más rápida posible. Por eso la rapidez con que hago los cuadros y la espontaneidad de la experimentación que utilizo.
¿Te molestaría que el espectador asuma tu obra desde otra perspectiva? ¿Que piense lo contrario de alguna de tus obras?
Ni siquiera pienso en eso, porque son piezas que primero tienen que convencerme a mi mismo como artista, pues son cuestiones que dependen de pensamientos lógicos que se van acumulando a lo largo de la carrera de uno; pero me parece que el espectador te da la medida de si tu obra es buena o mala; aunque me parece que uno como artista, debe ser una especie de esponja con respecto a todos estos criterios. No me molestaría ni siquiera con un mal criterio, ni siquiera que la entiendan o no. Me parece que eso tampoco es importante. Igual te digo que eso va a depender del nivel cultural de cada espectador. El arte tiene ese carácter polisémico. Es imposible por muy directo que sea tu discurso que un público de cien personas piense igual. Cada uno va a interpretarla a su manera.
¿Existe algún referente en la plástica tunera, o de la vanguardia cubana en tu obra?
Sí. En cuanto a antecedentes pudiera mencionar a Raúl Martínez dentro de la vanguardia cubana de los 60, sobre todo en lo referente a estas cuestiones de experimentación plástica, a todo ese regodeo formal al que uno se enfrenta a la hora de pintar. Me retroalimenté de esa pintura y, además, de la obra fotográfica de Ricardo García Elías, por el manejo del discurso conceptual, de plasmar principios físicos en el trabajo.
¿Te has sentido excluido de la hornada de artistas abstractos que existe aquí, en Las Tunas?
No, pudiera decirte esto porque de hecho me invitaron al Proyecto Cruzada siendo estudiante todavía. Sabes que ese es el proyecto más importante de abstracción que hay aquí; además, es un proyecto netamente de los artistas de la UNEAC [Unión Nacional de Artistas de Cuba. En este caso la sede provincial de Las Tunas], ya el hecho de invitarme implica un compromiso, y un reto a la hora de trabajar.
¿Para ti como artista de la plástica, que no vives en la capital de tu país, ha sido un impedimento el fatalismo geográfico, a la hora de dar a conocer tu obra, de promocionarla...?
Bueno, si te dijera que no, estuviera mintiendo; pero sobre todo pienso que eso no es lo que define a uno como artista. Me parece que el hecho de trabajar y no pensar en ese tipo de cosas es mucho más importante.
¿Cómo manejas el mercado de tu obra?
Bueno, eso es un poco difícil por el fatalismo geográfico del que te hablaba; pero, el mercado de arte es importante, pues marca la calidad de la obra también, aunque me parece que eso tiene su momento.
A veces llegan compradores aquí, a Las Tunas, pero cuando ven las dimensiones de algunas obras, como es tu caso, se frenan. ¿Eso no te preocupa a la hora de comercializar tus piezas?
No, no me preocupa en lo absoluto. Como si nunca vendo un cuadro. Son mis piezas. Lo que si no puedo es subordinar mi pieza al mercado. Sino al contrario.
Si te invitaran a exponer en alguna de las salas del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, ¿qué temáticas llevarías?
Las mismas que estoy haciendo, en estos momentos.
Si tuvieras que hablar allí sobre tu discurso plástico, ¿qué les dirías?
(Se ríe). No, nada, sobre todo ser bien sincero con lo que uno piensa, y no decir cosas de las que no comparto.
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