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EL LAGO BLED: EL DIAMANTE ESLOVENO

Valentín Justel Tejedor

España



EL LAGO BLED: EL DIAMANTE ESLOVENO

Pocos lugares en el mundo tienen el encanto de este pequeño lago situado en las estribaciones de los Alpes Julianos, en el interior del territorio Esloveno. Su proximidad al Parque Nacional de Triglav, convierte esta cuenca tabular en un verdadero paradigma de la naturaleza. Así, caminar por sus vaguadas frías y húmedas recorriendo intrincados alcorces entre nemorosos pies de sauces y castaños, rodeados de elevadas y majestuosas cumbres albares; escuchar el melódico y eufónico gorjeo de las aves, bajo un cenobítico y paradójicamente fragoroso silencio; percibir el undísono sonido del agua precipitándose en forma de abruptas cascadas; o advertir el ocasional y esténtoreo eco del mugido de los mansejones hatajos, puede hacernos sentir simultáneamente la quietud bucólica, y la dinámica presteza de este tesoro paisajístico.
El espectáculo resulta ciertamente cautivador, pues admirar como el tornasolado azul bruño de sus límpidas y cristalinas aguas, se conmueve cada vez que una inesperada y cariciosa ráfaga de viento surca su rasa superficie apaisada, originando un suave cambio de textura, unas oscilaciones que se propagan con rapidez, siguiendo el caprichoso avatar de la nostálgica brisa, es maravilloso.Así, observar el premioso avance de los níveos cisnes surcando este sereno espejo de cristal, desplazándose entre los acuátiles nenúfares próximos a la ribas, y los claroscuros que forman las lóbregas sombras y los diáfanos claros, producidos por el inmanente reflejo de la densa vegetación, y de las altas cumbres con sus escorrentías y morrenas nivales, resulta verdaderamente inolvidable. En uno de los extremos de este idílico lago se encuentra el pueblo de Bled, y no muy lejos en lo alto de un escarpado pedernal, despunta el Castillo de los obispos de Brixen, desde donde la panorámica de los alrededores es impresionante. Desde las alturas se añusga como la densa masa forestal circundante abraza a la aovada laguna, en cuyo corazón surje una minúscula y romántica ínsula, que alberga un beaterio y una iglesia barroca dedicada a la Asunción, que según cuenta la leyenda...una joven viuda fundió sus joyas para fabricar la campana de la Iglesia de la Asunción, pero esta campana se hundió en el lago. Aunque, bajo los auspicios del Papa, se hizo posteriormente en Padua una nueva (de la que se dice que concede los deseos a aquellos que la hacen repicar), según la tradición, es posible oír a veces el enigmático tañido de la primera campana, cuyos ecos surgen desde la profundidad del lago.
Al islote se accede a través de unas barcas de recreo, que tras llegar a su destino sitúan al visitante ante una monumental e infinita escalinata, que conduce a los templos.
En este bello y apartado rincón de Europa el sol se despierta con las clareas reflejando su incandescente corona, sobre las apacibles y encalmadas aguas de este maravilloso lago alpino, aguas que se tiñen de color cinabrio con las vespertinas nubes arreboladas y estratificadas que sobrevuelan las alturas; para finalizar con el otranto crepuscular, que refleja sobre la argentada lámina acuosa, los esplendentes destellos difuminados de infinitas estrellas virginales, que proporcionan al enclave un tono primorosamente romántico y nostálgico.

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