Ma?ana es mi ?ltima sesi?n de fisioterapia. No-veo-el-puto-momento-de-que-llegue. Me he dado cuenta de que la gente cuando se despide, suele llevar pastelitos, saladitos o bombones, en plan "para celebrar el ?ltimo d?a" con el resto de compa?eros. Supongo que porque a base de ver las mismas caras durante meses, acaban haciendo semiamistad entre ellos. Yo no pienso llevar nada. Mi propio culo, para despu?s poder sacarlo de all? para siempre. Soy el grinch de la rehabilitaci?n. No hablo, no escucho, no cuentos cosas de m?, no hago chistes, no sonr?o y no me relaciono con nadie. El otro d?a vino Jon desde el trabajo para darme las llaves del coche porque se las hab?a llevado por error y todos me miraron de hito en hito como esperando que les contara qui?n era el tipo gigante del uniforme militar. No dije ni pu?eta. Sonre? a Jon, recib? su frusfr?s de pelo, guard? las llaves y volv? a hundirme en el libro. A saber lo que pensar?n de m?. A lo mejor que soy de alg?n cuerpo militar de misiones especiales que requiera tener zapatillas rojas y pelos absurdos.

Lo ?nico que voy a echar de menos es lo de poder leer durante una hora sin que nada me moleste. Gracias a estas 20 sesiones, he podido terminarme el libro de Murakami, el de Molinero, y empezar uno de Amos Oz. Yo necesito leer. Cada vez que no puedo hacerlo, me doy cuenta. Todos los que pensamos demasiado, necesitamos leer. Es la ?nica forma que tenemos de salir de nuestra cabeza y nuestros pies. De volar un poquito por ah?, fuera de todo este foll?n y de esta vida tan cuadrada, tan planificada y tan llena de m?rgenes.