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El señor Altoña

Un señor Altoña, que se inspira en recuerdos...

Oscar Deigonet López Posas

Honduras



El señor Altoña

Al bajar del carruaje, el carromatero le tomó la mano cuando aún miraba la adobada casa. Se detuvo un poco en sus observaciones para poner sus ojos sobre los del carromatero, que en ese instante le entregaba la valija marrón. Pudo ver que los caballos mostraban signos de cansancio. Movían su cabeza excitados. Los observaba, mientras tomaba la valija color marrón y la colocaba a su lado. Permaneció parado junto a su valija, frente a la vieja casa de los Borges, aun cuando el carruaje se hubo marchado. Por un rato pudo percibir el paso de los años, en cada línea, en cada esquina, en cada curvatura de aquella casa. El techo de paja y brea lucía por los años, tosco y seco. Aunque su olor a petróleo antiguo se sentía, no más bajarse del carruaje. No había señales de vida en el interior. Torpemente se acercó a la casa. Tocó la puerta. Un enorme llamador estremeció el vecindario. Altoña se asustó un poco, pero sin perder la compostura, ordenó su corbatín francés, y movió un poco sus mancuernillas de plata. Carraspeó un poco cuando sintió unos pasos en el interior. Sonó lo que parecía ser una traca de cruzado y luego empezó a abrirse la puerta. Una figura con rostro enjuto, emergió como un fantasma juneteado, que al verlo cambió de semblante en un segundo. De rostro adusto pasó al jovial de botones cinco estrellas de su época. ___Buenos días señor Altoña. Dijo éste, mientras ensanchaba el paso. Altoña, entró algo aturdido por el viaje, pero sin dejar de observar a su alrededor. ___Hay mucha humedad en el aire, dijo mientras secaba un poco el sudor. ___Así es en estos lugares señor Altoña. Pase, lo conduciré a su cuarto. El botones tomo la vieja valija color marrón, y juntos caminaron por un angosto pasillo hasta llegar al cuarto de huéspedes. ___Señor Altoña. __Dígame señor?___Villo Borges. Contesto el botones. ___ Señor Borges. Lo escucho. Dijo, Viendo sus ojos hundidos. ___La cena estará lista en un momento. Puede tomar una ducha si lo desea. Mi hermano Gustav, vendrá en seguida. Seguramente estará encantado de verlo después de tantos años. ___Si. Correspondió Altoña con una mueca extraña en su semblante, seguramente por el viaje. ___Queda usted en su casa, dijo el botones. ___Muchas gracias señor Borges. La lámpara estaba ya encendida y detrás de esta un espejo y junto a éste un rótulo que decía, La cena será servida en diez minutos. Tome su ducha. Altoña se apresuró a colocar la valija en posición. Abrió los llavines. Extrajo lo que ocupaba y se dirigió a su ducha. Cinco minutos y ya estaba listo. Alguien toco la puerta y le anuncio que el señor Gustav estaba esperándolo en la mesa, para tomar la cena. Ajustó los cordones a sus zapatos y se aprestó a salir del cuarto rumbo al comedor. Gustav yacía parado al lado del comedor y al llegar Altoña se dirigió a él amablemente. ___Tenía tantas ganas de verte, dijo mientras le daba un fuerte apretón de manos y lo invitaba a sentarse a la mesa. ___ Gracias Gustav, decía, tomando con delicadez el poñol y colocaba en sus piernas. Cuando recibí tu carta tenía seis días de haber llegado de París, pero ya estoy aquí ___ Dijo Altoña___ Sí. Me alegra que estés aquí. ¡Cuantos años sin verte!, dijo Gustav, con su cara regordete y llena de pecas, ____ ¡Y tú, cómo has cambiado. ___ Lo miraba mientras cruzaba sus brazos sobre su ombligo. ___ Gracias por invitarme a tu casa. Observaba con énfasis de Gustav un sinfín las pecas en su rostro. Con disimulo pudo captar otras características que en su juventud no pudo percibir; y es que encontraba en su amigo cierto actitud amanerada. Es posible; se dijo así mismo, que con el paso del tiempo, Gustav haya descubierto cosas que yo nunca descubrí en los años de universidad. Los recuerdos botaban, al calor de la cerveza, y la formalidad por unos instantes se perdió. Al cabo de un rato, terminó la cena. Por comodidad, se trasladaron al solárium, una estancia con un jardín increíble. Pasadas algunas horas algo extenuados por el viaje en uno y los años de trabajo en el otro, mostraban un cansancio asolapado.___ La cena estuvo exquisita. Dijo Altoña, mientras limpiaba sus gafas de cristal. ___ Y la velada también, aseveró Gustav acercando una lámpara al desván del solárium. ___Espero descanses. Debes estar cansado. Creo que abuse de tu estado de ánimo. ___ No hay porque preocuparse. Aquellas horas sirvieron para recordar los años en la Universidad de Livingston. Con una montaña de sentimientos encontrados, Altoña entra en su alcoba, mareado y con la visión borrosa, recuerda que no está en su casa de Urach en la selva Negra, Alemana y se detiene un instante en la puerta y percibe que alguien se acerca. En medio de sus desvaríos voltea para ver quién está detrás de él y descubre a Villo Borges, hermano de su amigo Gustav. Este inclinando suavemente su cabeza le expresa, Qué descanse señor Altoña. Gracias señor Borges. Igual le deseo a usted, ¿Gustav ya duerme?, preguntó este para variar. ___No, señor Altoña, él duerme hasta las tres de la madrugada. ___oh muy bien! ; pase usted buenas noches. ___Igual usted señor Altoña! El Oeste de Alabama había sido para estos dos veteranos, el éxtasis de una juventud alocada en tiempos de guerra. Pero sin embargo la transculturización, esa sí que sin duda había sido una copulosa manifestación psicológica, masturbadora y locuaz época de años para recordar. Ahora en el clímax de una juerga de dos amante cincuentones incapaces de olvidar los antaños, se permitían reencontrarse y poder manifestar sus quehaceres de veinticinco años atrás. Cerró la puerta tras de sí, y se detuvo frente al espejo y junto a éste un rótulo decía. El desayuno se servirá a las siete am. Sin despojarse de los trapos que cargaba, se dejó tumbar en la cama. En la mañana ya más claro de los estertores de la noche anterior, se sentó un momento en el bordo. Recordó el mensaje en el rótulo y con pericia volteó para verlo una vez más. Se levantó cargado de fobia nocturna, pero con ánimo y se encaminó a la ducha, pero sin impedirse la oportunidad, de haber vuelto al remoto pasado universitario. Al salir de la ducha marcaban las seis veinte y uno. Estaba algo amodorrado y requería de un paliativo para modular la resaca. Se acercó al comedor, más recobrado que el día anterior, incluso, pero con nuevos trinos como un pajarillo en primavera. Sólo fue la noche anterior en la que degustaron mucha cerveza, en la que recordaron tantas cosas. Ahora la seriedad pernoctaba ante los ojos del señor Altoña. Sin embargo no tenía, al igual que su interlocutor, nada que decir, y simplemente se limitó a dar el, buenos días y las gracias por el suculento desayuno. El carromato del señor Gustav, estaba listo y el señor Altoña fue invitado a recorrer la campiña, sin importar que la cruda estaba en su pleno apogeo. La vista era maravillosa, los caballos se portaron bien, algo admirable. Se notaba la finesa del conductor. Este había establecido una relación de amistad con aquellos animales, que obedecían sin más sus órdenes. Al filo de las diez, regresaron y en la entrada de la casa estaba Villo con otros criados esperando para atenderles, justo a la hora de la comida. Al bajar del carruaje, Altoña entró en la casa y se introdujo en su habitación y al cerrar la puesta pudo ver en el rótulo, La comida se servirá a las dos PM. Esto le dio un poco de mal gusto. Se preguntaba si era una especie de mala broma. Salió lo más rápido que pudo para reunirse con su amigo Gustav. Al fin y al cabo a eso había venido. Disfrutaron de una jornada de buenos recuerdos y buena comida, bebieron cerveza de la campiña francesa. Fue atenuante pues suavizó un poco la jornada de la noche anterior, que había excedido los ánimos. Ahora algo relajados por la cerveza Altoña pidió permiso para retirarse a su habitación, y al entrar se dejó caer en la cama y durmió sin parar hasta bien entrada la noche en que Villo tocó su puerta para cenar. Se levantó como pudo, se duchó y al cabo de unos minutos se encaminó a la sala de estar, donde sirvieron la cena. Gustav lo observaba atentamente, sin despegar la mirada y luego pregunto si se sentía bien a lo que Altoña respondió que sí, sin embargo no se veía muy animado. ___debes estar cansado dijo Gustav. ___Probablemente dijo Altoña. Creo que debo volver a casa. Comentó. Debo resolver algunos negocios y el viaje es largo. ___Extrañas a tus hijos Altoña? ___Sí. Dijo viendo a Gustav, mientras ponía un bocado en su boca y bebía escoses. El viernes a la tarde nos visitará tía Gertrudis, quiero presentarte. Le he hablado mucho de ti. __Será un honor Gustav, y ¿Qué hora es la elegida para tal evento? __La esperamos a las 3:00pm, hora en que los murciélagos duermen. Lo dijo dirigiendo una mirada maliciosa a Billo que estaba presto por si necesitaban algo, quien agregó categóricamente. __Así será señor Altoña. Disuadiendo la extraña mirada de Gustav. Altoña no era en sí el ser humano de alcurnia. Sólo era un ser humano común, que había afianzado buenas amistades con el correr de los años. Pertenecía a una familia de escasos recursos cuyos padres hicieron de tripas corazón para enviarlo a hacer carrera. De esta forma conoció a muchos como los Borges, destinados a enfrascar una relación extraña pero perdurable. ___Deberías traer a tu familia la próxima vez, dijo eufórico Gustav, mientras se levantaba de su sillón para respirar un poco en la ventana de cristal. Debes extrañar mucho a los tuyos. ___Si. Dijo Altoña mientras se servía un poco de Wiski. Sabes, dijo dirigiendo a Gustav una mirada altiva. Tu tía debe ser una persona decente ___ ¿Decente dices?, mientras limpiaba con una servilleta el borde de su copa. Claro que es decente. ¿A qué te refieres con decente? Admitió algo ofuscado___ Mira, Gustav no te dejes seducir por mis palabras. En mi pueblo tenemos esta clase de apreciaciones. Escucha. No es una ofensa. Quise decir de clase. Mostrando a su vez cierta inclinación de su cabeza como muestra de sumisión y vergüenza por lo dicho; Gustav lo observa con asombro, y de su extraña cara brota una breve sonrisa. ___Perdona, Altoña, olvidaba algunos detalles lingüísticos de tu natal pueblo. ___Pues verás, su marido le ha heredado una fortuna notablemente interesante, más sus dotes de familia la colocaron de muy joven en una posición social de altura. Eso hace ya más de veinte años. A propósito, mañana por la tarde llegará a Muelle Launa. Iremos por ella. ___Está bien Gustav. Dime una cosa, ¿A qué se dedica tu tía Gertrudis? ____ Administra una su empresa. Una proveedora de mariscos en el Atlántico Norte. Su éxito la ha convertido en una mujer importante, por el momento no tiene competencia. No es algo que le preocupe. Entiendo, dice mientras fija sus ojos en los de Altoña; Nos ha dado en la madre a todos. Pero no se lo digas. ___No se lo diré, agrego Altoña, con cierta picardía y complicidad, si no te importa leeré un poco. Escudriñaré un poco tus libros. ___Está bien, amigo, yo caminaré un poco. Disfruta tu lectura, sé que te satisfará en gran manera. La tarde siguió su rumbo como un terrible monstro imparable y despiadado. La casa quedó en silencio. Más tarde, en la noche Gustav yace sentado en el comedor. Observa en silencio a Altoña. Pareciera que intenta penetrar profundo en el pensamiento de su interlocutor. Come con la pericia de un oso perezoso. ___Sabes Altoña?, Tía Gertrudis está interesada en ti. Altoña algo atónito, detiene el cubierto con un trozo de tocino que estaba destinado a parar en su boca. ___ ¿Crees que puedas asimilar esto, amigo? Continúo sin ninguna inquietud por el asombro de Altoña. Ella siempre ha estado interesada en tu persona. Ha preparado este viaje durante meses. Tu vida podría mejorar. __Me sorprendes, Gustav. Crees que yo podría estar interesado en abandonar mi humilde condición de ser humano por la riqueza. No digo que la señora Gertrudis no lo merezca. Es que me aterra la idea de abandonar mis hijos a los que he amado siempre. Gustav, busca una abertura en el hermetismo. ___Querido Altoña, creo que no tienes elección. Esto ha sido preparado durante mucho tiempo. __Amigo, dijo Altoña mientras se levanta y limpia sus labios con el poñol y terriblemente malhumorado. Eso a mí no me importa. Si en algo estimo mi vida, es porque aprendí a amar lo poco que tengo y a los seres que la vida me ha dado. ___¡Una vida de miseria, simplicidades y mierda! Dijo Gustav. ___Ese es mi problema. Déjame despedirme en este momento. Creo que esto es una locura. Lo dijo mientras se dirigía a su habitación. Oh, amigo Altoña, cuánto lo siento, pero, Altoña lo ve con repudio y sus miradas se encuentran una llena de coraje, la otra se dirige al piso. Su dueño mueve su cabeza en señal de desaprobación, la vuelve a alzar. ___Ya es tarde amigo. Altoña con el alma iracunda se dirige a su habitación, y cinco minutos más tarde, está de vuelta donde dejo a su amigo Gustav. Por la puerta de la sala de estar apareció una mujer. Su extraña apariencia heló los huesos del señor Altoña y una extraña sensación de pavor se apoderó de su ser. Un traje casimir francés cubría aquella figura siniestra. Dos rubíes romboides llamaron su atención, justo a la altura del pecho destellaban un rojo infierno. Sus labios tenían un color pálido. Parecía que la muerte pernoctaba en ellos Altoña no creía en dios ni le rezaba a ningún santo. Así que buscaba en sus entrañas alguna justificación para desaparecer por unos instantes, que le parecieron cortos, pensó en poder enterrarse pero supo que aquella era una realidad alterna y que no había mentira. Dirigió una mirada de terror al que una vez fuera su amigo. Su gran amigo Gustav Borges, aquel con el que, el tiempo, resultaba inexistente. Gustav lo vio con cierta benevolencia. La mujer se había detenido en la puerta de la sala, y aunque sus pasos no se escuchaban, siguió avanzando hasta quedar justo enfrente de Altoña. Petrificado con un sentimiento extraño, soltó su valija, que al caer al piso se abrió, quedando al descubierto sus cosas. Un frasco de color verde rodó hasta posarse debajo de la mujer. Por primera vez se dio cuenta que la extraña casa era la habitación de un enjambre de vampiros. Desde atrás Gustav profiere una frase traidora.___ qué opinas tía Gertrudis. Esta voltea para ver a su sobrino que espera una respuesta. ___¡Creo que pasa la prueba!.

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