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No confundir antihumanismo con deshumanismo, que poco tienen que ver. En el humanismo se presenta, con frecuencia, el deshumanismo, pero en el antihumanismo esto es difícil, por lo que se va a leer más adelante. Como tantas escuelas y tendencias podemos observar de humanismo, así las hay de antihumanismo.

Definición a grandes rasgos

En el humanismo, tenemos como elemento fundamental al ser humano, centro de la reflexión y la defensa. Es la filosofía y la ética que toma como objeto al humano sea de manera individual como colectiva. Sin embargo, tenemos ya desde este principio, una fuerte disputa humanista: el racionalismo y el empirismo en contraposición al dogma y a la metafísica. En el humanismo es fundamental el principio de la autonomía del individuo, idea esta que tiene una vigencia práctica en el mundo occidental de nuestro siglo, aunque dicha autonomía no ha estado en una crisis mayor que en nuestro tiempo. La defensa de la autonomía guía el carro del humanismo, mientras que la negación de dicha autonomía es principio del antihumanismo en cualquier tendencia filosófica.

Individualismo

Es posible que muchos vean a Occidente - el mundo del libre mercado y la democracia - como espacio supremo del individualismo en contraposición al comunismo, pero también al colectivismo y a la cultura de tribu de la cual hablaré más adelante. Como filosofía política, el individualismo defiende el valor moral del individuo y el ejercicio de las propias metas y deseos. La felicidad social se da en este contexto. Todo límite al individualismo, puede ser visto como un atentado a la libertad misma del ser humano. Lo cierto es que la sensación del individualismo puede ser manipulada y, en nuestro tiempo, lo es por grupos de dominio antihumanos que pretenden mantener bajo control a las masas que más defienden dicho principio individualista. Es posible una manipulación del individualismo mientras se da la sensación de libertad plena y en este punto nos encontramos con el motor que hace avanzar el antihumanismo del siglo XXI, el cual podría llegar a dimensiones impensables. Ciertamente existen visionarios en nuestro tiempo que prevén las consecuencias últimas del antihumanismo de hoy en donde al ser humano se le niega toda libertad, pero de tal manera que no lo sabe. Este engaño se dirige justamente al engaño de los sentidos, la manipulación de los sentimientos y de los sentidos y la creación de una realidad ficticia que no es siempre virtual, como piensan muchos, sino que puede llegar a manipular la realidad real. Muchas películas presentes ya desde el siglo XX ponen al ser humano en sociedades completamente controladas por las máquinas y en las cuales el ser humano es tan sólo una batería, un esclavo o, peor aún, un ser determinado para la extinción. Si bien la revolución francesa cortó los grilletes de los pueblos del cepo de los tiranos y la revolución industrial nos lanzó a una nueva época que aceleraría el paso de la ciencia y la tecnología, una revolución de las máquinas mismas podría destruirnos. En el momento en el cual lleguemos al punto de singularidad tecnológica, como la describe John von Neumann, entraremos en un camino de no retorno y de incertidumbre sobre el futuro de la humanidad, pero, lo más crítico podría ser que es posible que el ser humano nunca llegue a ser consciente de ese punto, si la inteligencia artificial logra manipular la conciencia al punto de vivir dentro de la Matrix, como describe la película de los hermanos Wachowski. Si bien el individualismo como filosofía presenta un sistema complejo que abre las posibilidades al ser humano de hacer y pensar, sin por ello significar una ruptura con la comunidad humanidad, cada vez el individualismo se degrada a un comportamiento de soledad, depresión y sensación de una libertad absoluta. El problema es que el ser humano es una especie de manada, tribal y necesariamente acompañada. Todo acto de soledad en el cual se desprecie o se evite el contacto con otro ser humano, conlleva un daño psicológico serio. Pero eso es justamente lo que pretenden quienes están detrás del manejo de este nuevo antihumanismo. La intención es la destrucción del ser humano y, para ello, se le pone en su corazón el virus que le lleva a tal aniquilamiento: la sensación de que es completamente libre dentro de una realidad creada, libertad ésta que da una idea de ser poderosos, capaces de todo y hábiles para llegar a todas las fronteras. Las tecnologías del siglo XXI son la Matrix de los Wachowski. Pero no sólo ellas: también está el problema del calentamiento global y el de la explosión demográfica, en ambas el ser humano es presentado como el gran culpable. A esta sensación, el castigo es la amenaza de la destrucción universal, los permanentes recuerdos de que los humanos podrían ser pulverizados por el impacto de un asteroide tal como lo fueron los dinosaurios hace 66 millones de años y la invitación a detener la reproducción de más humanos porque haremos estallar al planeta, exhausto por tanta gente que, por cierto, podrían caber todos, los 7 billones, en una isla en el Pacífico. Ciertamente somos responsables de la preservación del medio ambiente. Desde una perspectiva positiva y humanista, el cuidado de la Tierra significa la sobrevivencia del ser humano. De la misma forma, el control de la natalidad es una manera de combatir la pobreza y la inestabilidad social en muchas partes del mundo. Pero la solución no puede ser la autoeliminación del ser humano, porque quienes inician ese diálogo, no se interesan para nada de la preservación del planeta o la felicidad de los más pobres, sino la garantía de su propio poderío económico. Mientras más sofisticadas sean las tecnologías del siglo XXI, menos se necesitará al ser humano y más preocupante serán tantas masas, las cuales dejarán de trabajar, serán desempleadas y podrían crear revoluciones en cualquier rincón de la tierra. Entonces entre menos se reproduzcan y entre más felices viven dentro de un mundo virtual, mejor será el futuro para las mentes que están detrás del complot antihumanista.

Control

Aquellos que hablan con tanto entusiasmo de las redes sociales, de la globalización y de las oportunidades del futuro, se enredan cada vez más en uno de los sistemas de control mundial más complejos y exitosos de toda la historia de la humanidad. Si bien existen grandes beneficios, sin duda, para todos, compartimos información con quien queremos - desde que no afecte a los intereses de unos pocos poderosos ocultos y maquiavélicos -, todo el cuento de la individualidad y de la privacidad son un telón de fondo que oculta una realidad macabra. Hoy, más que nunca, podemos hablar del engaño de los sentidos y, más allá, del engaño de la razón misma. Sólo aquellos que estén atentos a lo que significa las tendencias, podrán ponerse a salvo y, posiblemente, ver futuros acontecimientos de manipulación masiva que los convertirá en proscritos de un nuevo sistema global. Aquellos discursos de manipulación masiva a través de un medio clásico como la televisión, son hoy un discurso de jardín infantil. Esas eran apenas las primeras letras de lo que hoy vivimos. Caminar por las calles de ciudades tecnológicos - así llamo a aquellas ciudades inmersas en la modernidad tecnológica -, es ser testigo de un ser humano autómata, completamente hipnotizado por el teléfono celular y todo lo que éste contiene. Un ser humano que vive en una sociedad completamente virtual, que toma las decisiones sólo a partir de los millones de ofertas que dicha sociedad virtual propone y que cada vez es más físicamente solitario. Ese es el caldo ideal para el advenimiento de la singularidad tecnológica. Cuando la inteligencia artificial llegue a ser consciente de sí misma, se encontrará con un ser humano completamente servil a ella, dispuesto a hacer lo que ella diga.

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