Mi intención de hoy era aprovechar un arranque de voluntad (inexistente) y decirle al director de la academia que no iba a poder continuar como profesor para el año que viene, pero no sé cómo demonios he terminado saliendo de allí con dos años más de contrato, y una oferta para dar clases a mayores, dos días por semana. Es muy típico de mí esto de ir a liberarme y terminar enfollonándome más. Va mucho con mi naturaleza. Dentro de dos semanas se acaba el curso, así que voy a volver a mi corriente filosófica del yamañanasieso, y a no pensarlo mucho. Una de las niñas de clase se me ha puesto a llorar cuando los he reunido para concretar la función de fin de curso. La misma niña que tuvo un ataque de ansiedad cuando la puse de solista. Tiene la piel del corazón fina. Espero que sea algo que pueda autocurarse con la edad. Este mundo está fatal montado para ser frágil.

Echo de menos a mi gata negra. Así… sin ton ni son, ni orden ni concierto. Debe ser que vamos para luna llena.