Propugnando llegar a un pacto para dar una soluci贸n "justa y duradera" al Sahara Occidental, el Rey Don Juan Carlos, ha se帽alado, en Argelia, la necesidad de que los propios saharauis decidan libremente su futuro, como contempla la legalidad internacional. Tambi茅n, R. Zapatero hizo referencia a la cuesti贸n, pero escor谩ndose a la idea de autonom铆a propuesta por Marruecos. En su discurso, Nuestro Rey, al constatar que “nuestras estrechas y privilegiadas relaciones con Argelia son una prioridad de primer orden para Espa帽a”, destac贸 que es necesario y urgente entrar en una v铆a de di谩logo, para alcanzar, cuanto antes una situaci贸n estable en el Sahara,"que prevea la libre determinaci贸n", sin mencionar la propuesta del plan auton贸mico marroqu铆. La expresi贸n “libre determinaci贸n que significa lo mismo que autodeterminaci贸n”, recoge tambi茅n la opci贸n de la independencia reconocida legalmente.Tal legalidad se halla en las distintas resoluciones de la ONU y el dictamen del Tribunal Internacional de La Haya.
El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, es el m谩s firme aliado del Frente Polisario en la escena internacional. De ah铆 que el Gobierno Argelino, enormemente disgustado, rechace el cambio de postura del Ejecutivo Espa帽ol, desde que Rodr铆guez Zapatero accedi贸 a la Presidencia, al que acusa de plegarse a las tesis de Marruecos respecto al Sahara.
Nunca se debi贸 ceder, sin mostrar el amargo olor a p贸lvora y el fulgor ardiente de los ca帽ones, al chantaje oportunista de la Marcha Verde, en aquel 1975, de malhadada debilidad nacional. El r茅gimen de Hassan II se aprovech贸 y la izquierda espa帽ola, con justeza airada, patentiz贸 su oposici贸n y repulsa a la llamada descolonizaci贸n. Al menos, debieron exigirse las pertinentes contrapartidas en los derechos de pesca, en la propiedad compartida de los fosfatos y, especialmente, en lo concerniente a la sagrada independencia de los saharauis. Este pueblo, que fue espa帽ol durante siglos, mucho antes que existiera el reino marroqu铆, requiere respeto y miramiento en el consorcio internacional, y, sobre todo, el Gobierno Espa帽ol no debe cejar en su ayuda y esfuerzo con cuidadosa atenci贸n, lejos del desprecio y del olvido. Sus derechos repelen las componendas e interesadas ambiciones de Rabat y Madrid.
El Rey, que habla siempre con delicada prudencia, dentro de sus deberes institucional y constitucional, con s贸lo dos palabras y su notoriedad, ha defendido de la injusticia al pueblo hermano, que el d茅bil Zapatero, otra vez la debilidad, olvidando los compromisos contra铆dos por Espa帽a, ha vuelo a dejar en manos de Hassan.
Camilo Valverde Mudarra
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