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Estela Barrenechea entrevistada por Rolando Revagliatti

Rolando Revagliatti

Argentina



Estela Barrenechea: sus respuestas y poemas

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

Estela Barrenechea naci贸 el 17 de febrero de 1938 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, Rep煤blica Argentina. Es Contadora P煤blica Nacional, por la Universidad de Buenos Aires, egresada en 1961. En 1984 complet贸 el curso de Metodolog铆a de la Investigaci贸n, por la Universidad de Belgrano. Ejerci贸 la docencia en Filosof铆a a partir de sus ensayos y de su condici贸n de miembro de grupos de investigaci贸n, tanto en instituciones p煤blicas como privadas. Particip贸 en los vol煤menes 鈥淟a filosof铆a en los laberintos鈥 (1994), 鈥淓l pensamiento en los umbrales del siglo XXI鈥 (1994) y 鈥淟a filosof铆a, los fil贸sofos, las instituciones filos贸ficas. Una perspectiva generacional en la Argentina de fin de siglo鈥 (1995). Adem谩s de organizadora de jornadas de filosof铆a, fue expositora en el lapso 1991-2000. Obtuvo primeros premios y otros reconocimientos de orden literario en su pa铆s y en el exterior. Fue incluida, entre 2001 y 2018, en diversas antolog铆as: 鈥淗omenaje a Oliverio Girondo鈥, 鈥淣o toda belleza redunda en felicidad鈥, 鈥淴XVIII World Congress of Poets鈥 (Acapulco, M茅xico, 2008), 鈥淐eremonias de la luz鈥, 鈥淧oetas sobre poetas IV鈥, etc. En 2007 se edit贸 la plaqueta 鈥淐linamen y otros poemas鈥. Poemarios publicados: 鈥淟a distancia y el foco鈥 (2003), 鈥淓n los confines鈥 (2005), 鈥淒el silencio鈥 (2009), 鈥淓l filo de la grieta鈥 (2012), 鈥淓l rev茅s de la luz鈥 (2014) y 鈥淒e claros y de sombras鈥 (2016).

 1 鈥 鈥淎dentrarse en la propia historia鈥. Expresi贸n que, tal cual o de un modo parecido, solemos escuchar. Con ella te invito a adentrarte en la tuya.

 EB 鈥 Adentrarse en la propia historia es un trabajo arduo que toca mente y cuerpo del que lo hace. Nac铆 en la Ciudad de Buenos Aires el 17 de febrero de 1938 a las 5 a.m. en el Sanatorio Otamendi y Miroli, donde iban a parar las mam谩s de un hogar de clase media alta.
 Pablo Justo Barrenechea Tasca y Estela D铆az Viera fueron mis padres. La familia de mi abuelo paterno hab铆a llegado al pa铆s durante el siglo XIX. Eran masones. Uno de mis t铆os abuelos fue Gran Maestre de la Masoner铆a Argentina. Por el contrario, el arribo de la familia materna a la Argentina se pierde en los recovecos de nuestra historia. Solo tengo constancia de los que vinieron a mediados del siglo XVIII. La mayor parte de ellos se radicaron en el campo; eran estancieros, cat贸licos y conservadores.
 Mi padre fue militante estudiantil en la Reforma Universitaria de 1918. Se dec铆a ateo y entr贸 a la logia mas贸nica de joven. Form贸 parte del Partido Socialista en la 茅poca de Juan B. Justo y Alicia Moreau de Justo. Una vez recibido de abogado, trabaj贸 en el estudio de Alfredo Palacios. Luego abri贸 uno por su cuenta.
 En mi casa, las posturas ideol贸gicas eran totalmente diferentes; sin embargo, esto no fue motivo de discusiones y enfrentamientos.
 Desde muy corta edad, me acosaron infecciones bronquiales que hicieron que perdiera a帽os de asistencia regular a la escuela. Tuve maestras a domicilio para no atrasarme. Mi madre hizo desfilar para mi atenci贸n todo tipo de m茅dicos, en general, especialistas de renombre. Ninguno de ellos dio con la cura apropiada. Ya entrada en la pubertad, conoc铆 al doctor Isidoro R. Steinberg, profesor de la Facultad de Ciencias M茅dicas de la UBA, que fue quien pudo aliviar mis problemas. En fin, tuve una infancia traum谩tica. Cuando pienso en las curas de aquella 茅poca, mis sensaciones son desagradables; nunca pude olvidar las infinitas inyecciones, las ventosas, los pa帽os fr铆os y calientes, los jarabes y remedios que si bien atenuaban los s铆ntomas provocaban dolores intensos de est贸mago y c贸licos. Al pasar muchos d铆as en cama, mis entretenimientos fueron escasos pero ricos a la vez: alguna tela para pintar o bordar, mu帽ecas y, sobre todo, libros de cuentos infantiles.
 De ni帽a siempre estuve atenta a la llegada de mi padre por la noche. Sab铆a que 茅l me iba a contar alguna historia. La m谩s significativa fue 鈥淩inconete y Cortadillo鈥 de Miguel de Cervantes Saavedra. Como le gustaban las novelas picarescas, mientras las relataba me hac铆a re铆r. A mis ojos, mi padre era un gigante. 脡l fue una br煤jula para m铆 a lo largo de la vida. Muri贸 a los cincuenta y ocho a帽os, en 1957, teniendo yo diecinueve. Mi madre vivi贸 hasta entrado el siglo. Siempre nos acompa帽amos. Si pongo mi mirada en mis primeros a帽os, puedo verla ley茅ndome poes铆a y tocando juntas el piano. A ella le complac铆a cuando yo memorizaba alg煤n poema y me incentivaba a que los recitara.
Le铆 tempranamente los cuentos de hadas que me regalaron y otros acordes a la edad (Charles Perrault, 鈥淧inocho鈥 de Carlo Collodi, 鈥淒e los Apeninos a los Andes鈥 de Edmundo de Amicis y algunas f谩bulas como las de Esopo). A partir de mi adolescencia, me entusiasmaron los libros de aventura (Julio Verne y Emilio Salgari). Mi madre me introdujo en la narrativa. Recuerdo a Benito P茅rez Gald贸s, a Jos茅 M谩rmol y a Victor Hugo, entre otros (鈥淢arianela鈥, 鈥淎malia鈥 y 鈥淟os miserables鈥). Tuve la fortuna de tener en mi casa libros valiosos. Le铆 El Quijote, La Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento y un poco m谩s tarde muchas de las obras de Shakespeare. He recorrido el pasillo de la biblioteca incansablemente; disfrutaba jugando ah铆 el d铆a entero. Las maderas de los estantes tambi茅n ten铆an para m铆 la perspectiva del juego. Colocaba caracoles en formaci贸n para hacerlos guerrear entre ellos: eran soldados que conformaban peque帽os ej茅rcitos. Los que pon铆a en los estantes m谩s altos ganaban siempre, los de los bajos iban a parar irremediablemente a alg煤n balde.

 2 鈥 Soldaditos y caracoles.

 EB 鈥 S铆, varias realidades superpuestas a trav茅s de los libros. Los a帽os de mi infancia y de mi juventud los viv铆 en un buen departamento ubicado en pleno centro de Buenos Aires, cercano al edificio de Tribunales. Siempre me atrajeron los espacios abiertos y en ese h谩bitat, rodeada de cemento, me sent铆a infeliz. Mis padres lo advert铆an y para atenuar mi descontento me enviaban de tanto en tanto a la casa de mis abuelos maternos, quienes resid铆an en el bonaerense pueblo de Escobar. All铆 me sent铆a much铆simo mejor. Las calles y las formas de vida del pueblito incentivaban mi imaginaci贸n; pod铆a corretear por el patio de la vieja casona colonial e ir hasta la chacra que ten铆a la familia en las afueras. Hoy tomo conciencia de que mis deseos de aire y de libertad se fueron acrecentando con el correr de los a帽os. Los veranos los pas谩bamos en Mar del Plata. Eran vacaciones extensas y, por lo general, no me enfermaba. Muchos de esos recuerdos est谩n inscriptos en mis poemas y en mi narrativa; no me cuesta volver atr谩s para describir las sensaciones y los sentimientos que albergaba en aquellos tiempos.
 Mis estudios primarios fueron realizados en la escuela p煤blica 鈥淒omingo Faustino Sarmiento鈥. Posteriormente, fui a parar a un colegio religioso llamado 鈥淛es煤s Mar铆a鈥, dado que no pude ingresar al secundario estatal por inconvenientes de salud. El pasaje de la educaci贸n p煤blica a la privada me ocasion贸 problemas; no era la misma formaci贸n. Pese a esto, termin茅 mi secundario. Mis ideas se fueron afirmando y m谩s a煤n cuando ingres茅 a la UBA para seguir la carrera de Contadora P煤blica. Lo hice en contra de mi vocaci贸n. A m铆 me hubiesen gustado Filosof铆a, Letras o Dramaturgia, pero debido a que est谩bamos pasando por momentos econ贸micos inestables, decid铆 escuchar los consejos de mi madre. Los a帽os universitarios transcurrieron sin pausa y a los veintid贸s estaba recibida y trabajando. 
 Me cas茅 enseguida. Mi hijo mayor naci贸 a los veintitr茅s, y mi hija tres a帽os despu茅s. Al cabo de un per铆odo corto de convivencia, cumpliendo mis veintisiete, me separ茅, quedando a cargo de mis hijos. Poco despu茅s form茅 pareja con un hombre viudo que ten铆a dos hijas y a quien le agradaba el arte como a m铆. Nos convertimos en un matrimonio ensamblado y mis ocupaciones en la primera etapa, aparte de un trabajo intenso, fueron mis cuatro hijos. Durante casi una d茅cada mi deseo estuvo centrado en mi familia. Igualmente, no dej茅 de trabajar y estudiar. Los idiomas me llevaron tiempo y dedicaci贸n (franc茅s, ingl茅s, italiano). Asist铆 a la Alianza Francesa, terminando con los cursos de Cultura y Civilizaci贸n, y tambi茅n a ICANA [Instituto Cultural Argentino Norteamericano], donde realic茅 los primeros estudios de ingl茅s, ingresando posteriormente al Traductorado P煤blico de la UBA, cuyos cursos no termin茅.

 3 鈥 M煤ltiples intereses.

 EB 鈥 S铆, siempre fui de abarcar mucho. No solo me ocup茅 de la formaci贸n integral de mis hijos 鈥攅s cierto que lo hice en compa帽铆a de mi esposo鈥, sino que adem谩s, como antes te dec铆a, trabaj茅 como contadora durante diez a帽os y segu铆 con mis estudios. Inclusive me sent铆 atra铆da intuitivamente por los cuidados del cuerpo, tal vez debido a los problemas que me aquejaron en la infancia. Hice danza, gimnasia y practiqu茅 deportes. El tenis fue mi favorito y lo seguir铆a jugando. Mucho m谩s tarde, al introducirme en la filosof铆a y conocer el pensamiento griego, me di cuenta de que ellos se ocupaban de s铆 mismos y que uno de sus principales preceptos era el cuidado de s铆 y el arte para la vida. Me maravill茅 de haber seguido ese tipo de conductas. Cuando le铆 a Michel Foucault en su 鈥淭ecnolog铆as del yo鈥 advert铆 que los griegos y los romanos exhortaban como un deber cuidarse de s铆 mismos. 
 La filosof铆a comenz贸 a atraerme a partir de mi carrera en la UBA. Ten铆a una materia, Introducci贸n a la Filosof铆a, que me fascin贸. Ah铆 le铆 a Adolfo Carpio y a Manuel Garc铆a Morente. Sin embargo, fue mucho m谩s tarde cuando decid铆 internarme de lleno en los estudios filos贸ficos. Hice seminarios con profesores de nivel, muchos pertenecientes a la Academia. Mi formaci贸n fue de excelencia e hizo que luego, sin haber ingresado a la carrera de Filosof铆a, pudiera escribir trabajos en una materia tan compleja. Mis primeras lecturas fueron las tradicionales: Homero (鈥淟a Il铆ada鈥 y 鈥淟a Odisea鈥); los Presocr谩ticos; Plat贸n con su obra: 鈥淓l banquete鈥 y 鈥淟a Rep煤blica鈥, y Arist贸teles con 鈥淢etaf铆sica鈥 y 鈥淎rs poetica鈥. Ellas me abrieron las puertas para introducirme en el pensamiento a partir del cristianismo. Me interes茅 por el nominalismo de Guillermo de Occam, el empirismo ingl茅s y las obras de Baruch Spinoza, Karl Marx, Soren Kierkegaard, Ludwig Wittgenstein, Martin Heidegger y Friedrich Nietzsche. He trabajado sus conceptos en mis talleres de filosof铆a, donde adem谩s hemos le铆do algunos p谩rrafos de Foucault, Jacques Derrida, Giorgio Agamben, Deleuze, Roland Barthes. Estos talleres comenzaron conjuntamente con mi docencia en Filosof铆a en el CBC [Ciclo B谩sico Com煤n] de la UBA; algunos grupos a煤n los mantengo, pese a que mis afanes en la actualidad est谩n puestos casi exclusivamente en lo literario.

 4 鈥 Escribiste, nos dec铆as, trabajos de filosof铆a.

 EB 鈥 Varios. Por ejemplo, 鈥淟a ilusi贸n de la paradoja del sujeto鈥, 鈥淟a formaci贸n del fil贸sofo鈥, 鈥淟a filosof铆a, un pensar de lo 鈥榠ntempestivo鈥欌, los que integraron tres vol煤menes con ensayos de varios autores, o 鈥淕illes Deleuze, un pensamiento creador en el cruce te贸rico de Fin de Siglo鈥, publicado en el diario 鈥淟a Prensa鈥 en noviembre de 1993. Pero el que m谩s aprecio es un ensayo inconcluso sobre Nietzsche: 鈥淣ietzsche, una ontolog铆a tr谩gica鈥, que en alg煤n momento editar茅.
 Siempre me he preguntado c贸mo pude pasar de algo tan conceptual como es el ensayo filos贸fico a la poes铆a, que muestra 鈥攕in conceptos (esto no quiere decir que no haya ideas)鈥 las sensaciones, sentimientos y reflexiones que uno se hace a lo largo de la vida en el tiempo hist贸rico que le toca vivir. Fue complejo el pasaje. Los primeros poetas que trat茅 fueron Arturo Carrera, Susana Szwarc y Paulina Vinderman, quienes con sus palabras me impulsaron a seguir con la poes铆a.
 Por su relaci贸n entre poes铆a y pensamiento, estoy vinculada al Centro de Estudios Po茅ticos Al茅theia, dirigido por la ensayista y poeta Graciela Maturo. Adem谩s asisto a distintas lecturas po茅ticas y a otros encuentros.
 Mi primera experiencia con la escritura de poes铆a fue casi una epifan铆a. Me despert茅 una ma帽ana y el poema vino a mi cabeza sin que yo lo llamara. Nunca lo publiqu茅, pero lo guardo como mi m谩s precioso tesoro. A partir de ese momento crucial, mi vida cambi贸. Sent铆 que algo hablaba en m铆 y que mi deseo estaba puesto en la escritura. Pas茅 por problemas inmensos y una gran tragedia que fue la muerte de mi hija mayor, Eleonora Franco, a la cual le dediqu茅 un poema: 鈥淓l hospital del mundo鈥. Esos versos me hicieron ganar el segundo Premio del Fondo Nacional de las Artes, con motivo del homenaje a Ra煤l Gonz谩lez Tu帽贸n. Cuando recib铆 el premio, yo estaba muy abatida, aunque mi hija a煤n viv铆a. Este hecho conmovi贸 a toda mi familia y creo que pas茅 casi dos a帽os sin poder escribir literatura, s贸lo algunas l铆neas. Me parec铆a que las ideas se hab铆an ido de m铆. Luego de un duelo de casi tres a帽os, el deseo de vida super贸 al de muerte y no dej茅 de acercarme a la creaci贸n; primero poes铆a y luego narrativa con cuentos y una novela. Mi primer libro de poemas fue editado en 2003, el 煤ltimo en 2016. Tengo varios ensayos, poes铆a y una novela in茅ditos. Esta 煤ltima me llev贸 seis a帽os y fue enviada y recibida para su lectura. Los cuentos est谩n en edici贸n y los presentar茅 en unos meses.
 En poes铆a, quienes me han impactado desde muy joven fueron Sor Juana In茅s de la Cruz, Pablo Neruda, Rub茅n Dar铆o, Paul 脡luard, Alfonsina Storni, Jos茅 Asunci贸n Silva y Federico Garc铆a Lorca. No he dejado de leerlos; junto a otros poetas que me han resultado m谩s arduos: Arthur Rimbaud, Rainer Maria Rilke, Friedrich H枚lderlin, Antonin Artaud, St茅phane Mallarm茅, C茅sar Vallejo, Paul Val茅ry, Thomas S. Eliot y su amigo Ezra Pound.
 Otros poemarios son le铆dos y rele铆dos hasta el d铆a de hoy: los de Walt Whitman, Jos茅 Lezama Lima, John Keats, Emily Dickinson, Charles Bukowski, Giacomo Leopardi, Gonzalo Rojas, Anna Ajm谩tova, Vicente Huidobro, Cesare Pavese, Delmira Agustini, Giuseppe Ungaretti, Gottfried Benn, Marina Tsviet谩ieva, Antonio Gamoneda, Edmond Jab茅s, Idea Vilari帽o, Yannis Ritsos, Constantino Kavafis, Wis?awa Szymborska, Jos茅 Kozer, Marosa di Giorgio, y poetas argentinos como N茅stor Perlongher, Olga Orozco, Roberto Juarroz, Alberto Girri, Carrera, Gonz谩lez Tu帽贸n, Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik, Enrique Molina, Vinderman, Juan L. Ortiz, Ricardo Herrera, Maturo, Miguel 脕ngel Bustos, Juan Gelman, Elizabeth Azcona Cranwell, Manuel y Leopoldo Castilla, Szwarc, Arnaldo Calveyra, Jorge Boccanera.
 En la actualidad, mi Weltanschauung (cosmovisi贸n) tiene que ver con las ideas transmitidas por mi padre y las que he ido adquiriendo con los estudios literarios, filos贸ficos, hist贸ricos, pol铆ticos, etc. De todas maneras, siempre consider茅 que la erudici贸n no ayuda a la creaci贸n.
 Vivir en un medio que no facilita el trabajo intelectual hace que todos aquellos a los que nos complace dedicarnos a la transmisi贸n de saberes encontremos un sinn煤mero de trabas. Tampoco es f谩cil alentarnos para continuar con una tarea que redit煤a poco o nada, que por momentos es puro potlatch, sobre todo en la poes铆a. Resistir los embates a los que nos enfrenta el imaginario social de hoy no es cosa llevadera.

 5 鈥 Cuentos y una novela. 驴Sobre qu茅 asuntos giran, qu茅 temas, qu茅 situaciones? 驴Te cuesta inventar personajes?...

 EB 鈥 Hace unos ocho a帽os empec茅 a escribir algunos cuentos. Ellos tocan de un modo u otro diferentes temas que han hecho al fluir continuo de mi vida. Muchas veces he pensado que son solo murmullos que quedan en lo m谩s 铆ntimo de cada uno 鈥攍lam茅moslo inconsciente鈥: noticias, chispas de instantes, cr贸nicas, relatos, ambivalencias afectivas (materias de la realidad) que han atravesado el pa铆s, la provincia de Buenos Aires y la ciudad donde vivo en los siglos XIX y XX. A medida que escribimos construimos un espejo con las huellas en zigzag que dejan las experiencias. Lo vivido hace so帽ar y recordar.
 Mi libro por salir se llama 鈥淓l inmigrante y otros cuentos鈥. Aparte del hecho puntual de la inmigraci贸n, mis temas han girado acerca del quiebre de la cotidianidad en un pa铆s latinoamericano como el nuestro.
 Paso a contarte sobre mi novela 鈥淐astora鈥. La trabaj茅 duramente m谩s de seis a帽os. Comenc茅 con investigaciones relacionadas con nuestra historia en la Argentina del siglo XIX y comienzos del XX. Me result贸 complejo fabricar letra con la tierra y los huesos del propio paisaje, que me remit铆a a mis or铆genes. La novela transcurre en la 煤ltima mitad del siglo XIX, caracterizada por las luchas por la conformaci贸n del pa铆s. El personaje principal es Castora, quien vivi贸 su juventud y su temprana madurez en el cruce de los dos siglos. La historia est谩 inspirada en relatos que mi familia me transmiti贸 oralmente. No es autobiogr谩fica; la mayor parte de las escenas son inventadas.
 Si bien es exigente ponerse en el lugar del otro, no me es dif铆cil inventar personajes. Que la creaci贸n de un personaje es muy movilizadora es cierto, pero lo fui superando, y sobre todo cuando finalic茅 la novela.

 6 鈥 Adolfo Bioy Casares, como parte de una respuesta en un reportaje que en 1990 le efectuara el periodista Armando Almada Roche, expres贸: 鈥淢i estilo quiz谩s venga, ojal谩, de Mansilla, Sarmiento, del doctor Johnson, Stendhal, Ascasubi y E莽a de Queiroz.鈥 驴De d贸nde vendr谩 el tuyo, Estela, en narrativa?

 EB 鈥 Nunca pens茅 en las influencias recibidas. Indudablemente tengo mis autores preferidos, entre los cuales est谩n William Faulkner, Virginia Woolf, Jorge Luis Borges, Stendhal, Honor茅 de Balzac, Silvina Ocampo, Juan Jos茅 Saer, Julio Cort谩zar, Michael Ende, Thomas Bernhard, Gustave Flaubert. Durante mis investigaciones para la novela le铆 nuevamente a Guillermo Enrique Hudson con su libro 鈥淎ll谩 lejos y hace tiempo鈥 y tambi茅n a Lucio V. Mansilla con 鈥淯na excursi贸n a los indios ranqueles鈥. Adem谩s, te comento que todos los cap铆tulos abren con un poema que preludia los sucesos. M谩s all谩 de esto, la novela es cl谩sica en la estructura del relato.

 7 鈥 鈥淟os odiosos ocho鈥 (鈥淭he hateful eight鈥) es el t铆tulo de un film de Quentin Tarantino. 驴Nos armar铆as una listita de aquellas ocho personas o personajes, de todos los tiempos, a los que pudieras calificar apropiadamente como 鈥渙diosos鈥?

 EB 鈥 Para empezar, se me ocurre el personaje del gobernador en 鈥淶ama鈥 de Antonio Di Benedetto. El maquiav茅lico hermano de 鈥淢anon Lescaut鈥, la novela del Abate Pr茅vost. Otro es Javert, que persigue a Jean Valjean en 鈥淟os miserables鈥 de Hugo. Mi personaje Eusebio en mi novela 鈥淐astora鈥. Rodolphe Boulanger, el amante de Madame Bovary. Torbaldo Helmer, el marido de Nora en 鈥淐asa de mu帽ecas鈥 de Ibsen. La se帽ora Angellier, suegra de Lucille en 鈥淪uite francesa鈥 de Ir猫ne N茅mirovsky. La marquesa interpretada por Silvana Mangano en el film 鈥淕rupo de familia en un interno鈥 de Luchino Visconti. Estos son los primeros que se me vinieron a la cabeza.

 8 鈥 驴Cu谩l ha sido el material fundamental en tu po茅tica? 驴Los sue帽os, los recuerdos, la realidad, avatares propios? 驴Qu茅 tan intensa es o fue tu vida on铆rica?

 EB 鈥 Te contestar铆a que el motor de mi creaci贸n po茅tica han sido los avatares propios, y en ellos est谩n las sensaciones que me han producido mi propia realidad y los eventos sociales y pol铆ticos del mundo que me ha tocado vivir. No podr铆a comentarte demasiado acerca de mi vida on铆rica, creo que ha sido com煤n.

 9 鈥 驴C贸mo completar铆as la frase que se inicia con鈥?: 鈥淐uando yo para algunos todav铆a segu铆a existiendo鈥︹

 EB 鈥 Cuando yo para algunos todav铆a segu铆a existiendo como alguien anodino, los sorprend铆 con mi creaci贸n.

 10 鈥 En la novela 鈥淔antasmas en la balanza de la justicia鈥, de Paula Winkler, nacida y residente, como vos y como yo, en la ciudad de Buenos Aires, se lee: 鈥淨u茅 lindo es Buenos Aires, pese a los embrollos y desgracias del tr谩nsito y a sus detalles miserables.鈥 驴Qu茅 definici贸n de nuestra ciudad perge帽ar铆as para nosotros?

 EB 鈥 Hoy por hoy la ciudad de Buenos Aires me produce rechazo, pese a las bellezas que contiene, ya sea en sus barrios antiguos, en su arquitectura y en los parques. Mi percepci贸n es que no es la misma en la que nac铆. No son los mismos sus barrios, sus calles y sus avenidas. Si tuviera que formular una definici贸n acotada a mi mirada actual, sobresaldr铆an los pozos, los corralitos para arreglos, las ramas ca铆das de las podas y, por sobre todas las cosas, las baldosas rotas. Qu茅 bella ser铆a Buenos Aires si se la quisiera un poco.

 11 鈥 驴鈥淐on la nariz para arriba鈥, 鈥淧ie de plomo鈥, 鈥淧echo fr铆o鈥, 鈥淏razo extendido鈥 o 鈥淢anos en la masa鈥?

 EB 鈥 Cuando imagino a alg煤n personaje yendo por la vida con la nariz para arriba, en general, me resulta odioso. Admiro a aquel que se empe帽a en su trabajo pero pone pie de plomo y pecho fr铆o para realizarlo, entendiendo por este 煤ltimo, cabeza fr铆a para encarar las tareas, es decir, no enturbiar la mente con pasiones y afectos. Con esas pautas extiendo mis brazos y pongo manos en la masa.

 12 鈥 鈥淓l amor gusta m谩s que el matrimonio, porque las novelas gustan m谩s que la historia鈥, expres贸 el acad茅mico franc茅s Nicolas Chamfort (1741-1794). 鈥淯n matrimonio feliz, es una larga conversaci贸n que siempre parece demasiado corta鈥, dej贸 asentado el tambi茅n franc茅s Andr茅 Maurois (1885-1967). En la novela 鈥淓l sonido de la monta帽a鈥 de Yasunari Kawabata (1899-1972), leemos: 鈥淯n matrimonio es como una ci茅naga peligrosa que succiona sin fin las faltas de los c贸nyuges鈥. 鈥淵o he conocido muchos matrimonios felices, pero ni uno solo compatible. Toda la mira del matrimonio es combatir durante el instante en que la incompatibilidad se hace indiscutible y sobrevivirlo鈥, infiere el brit谩nico Gilbert Keith Chesterton (1874-1936). 鈥淎ntes del matrimonio se considera el amor te贸ricamente; en el matrimonio se pasa a la pr谩ctica. Ahora bien, todos saben que las teor铆as no siempre concuerdan con la pr谩ctica鈥, estableci贸 el dramaturgo noruego Henrik Johan Ibsen (1828-1906). 驴Qu茅 desglosar铆as sobre todo esto?...

 EB 鈥 Concuerdo con Chesterton en que un matrimonio puede ser feliz. Estoy convencida de que el amor de la pareja es una construcci贸n a lo largo de la vida y de que las incompatibilidades, si bien ciertamente aparecen, se soslayan con la palabra y el aprecio mutuo.

 13 鈥 Hace pocos d铆as, charlando por tel茅fono, me comentaste al pasar que has tenido posibilidades de conocer numerosos pa铆ses.

 EB 鈥 S铆, numerosos. Algunos, relacionados con mi quehacer literario, como el que hice a M茅xico cuando recib铆 el Primer Premio en Acapulco, o el de Espa帽a en M谩laga, convocada por Mariette Cirerol para encuentros po茅ticos. Realizarlos me dio la oportunidad de visitar otros lugares y salir de los hechos puntuales de las lecturas po茅ticas.
 Si efect煤o una mirada retrospectiva hacia mis primeros viajes, no puedo dejar de recordar el que realic茅 a Europa con mi familia, donde mi padre, por sus conocimientos, fue un gu铆a inapreciable. Ten铆a solo quince a帽os cuando embarcamos. Navegamos durante dos semanas en un barco llamado Cabo Corrientes, de clase 煤nica. En los d铆as de tormenta el movimiento se acentuaba y se pod铆a ver la proa elev谩ndose. Era tanto mi entusiasmo cuando ve铆a el mar embravecido que sub铆a las escalerillas para contemplar las olas enfurecidas que se abat铆an sobre nosotros. Al llegar al puerto de G茅nova, comenzamos nuestro trayecto por la Europa cl谩sica: Italia, Francia, Espa帽a, Portugal. Lo hicimos en grupo y en 贸mnibus. Como era invierno, transitar por esos caminos helados no era f谩cil. Nos hab铆a tocado un invierno muy fr铆o y con nevadas intensas. Pasar los Alpes fue toda una aventura, cambio de cubiertas, etc., etc. Jam谩s olvidar茅 el festejo de mi cumplea帽os n煤mero diecis茅is en la Plaza San Marco, en Venecia, tomando algo en el Caf茅 Florian.
 Esta primera salida de mi pa铆s me marc贸. Y mi anhelo fue viajar. Cuando me cas茅 por segunda vez, compart铆 con mi marido aquel gran deseo. El primer viaje que hice con 茅l fue en coche para cruzar la Cordillera de los Andes 鈥攕o帽ada tantas veces desde mis a帽os escolares鈥 e ir a Chile. Llegando a Mendoza, subimos sin pausa los montes rumbo al Hotel Villavicencio; all铆 tuve una vista que me dej贸 sin palabras: desde la Cruz de Paramillo vi, como si se abriera un escenario, monta帽as rosadas y nieve en las cumbres. Siempre vuelve a m铆 ese paisaje maravilloso. Escrib铆 recientemente un poema, 鈥淎 la soledad de la piedra鈥, donde lo evoco.
 Al a帽o viajamos a Bolivia. Partimos en tren desde Jujuy, pasamos por La Quiaca y Villaz贸n, atravesando el Altiplano hasta llegar a la ciudad de La Paz. Los pueblos sin luz y los coyas haciendo sus necesidades en los espacios abiertos me causaron desasosiego e impresi贸n. Fue un trayecto intenso. Al arribar al Lago Titicaca, decidimos alquilar un bote rudimentario, manejado por un chico inexperto, para visitar las Islas del Sol y de la Luna, con sus viejas construcciones incaicas. El lago es un mar y da miedo. La fantas铆a que tuvimos al organizar ese viaje fue la de conocer la Bolivia profunda, saber c贸mo viv铆a su poblaci贸n y adem谩s entender por qu茅 precisamente ese pa铆s de Latinoam茅rica hab铆a sido elegido por el Che Guevara para seguir con la utop铆a de la revoluci贸n.
 Pasaron unos cu谩ntos a帽os antes de que pudi茅ramos realizar junto a mi esposo nuestras primeras incursiones en Europa. Fueron varias las que hicimos solos, y algunas acompa帽ados por nuestros hijos. La que m谩s recuerdo es la de la casa rodante. De Espa帽a a Italia, durante tres meses con cuatro adolescentes, manejamos sin pausa. Dejamos nuestra casa para cruzar el Canal de la Mancha y recorrer Gran Breta帽a. En Londres nos quedamos alrededor de diez d铆as.
 De los tantos viajes, uno de los m谩s relevantes fue el paseo a Portugal. Fue en coche, de sur a norte. Antes de llegar a Lisboa, visitamos pueblos y ciudades. La ciudad de 脡vora nos sorprendi贸. Tuvimos una visi贸n macabra al conocer la Capilla de los huesos. Las paredes y techos de ella est谩n cubiertos por calaveras que provocan en los visitantes una impresi贸n brutal e inolvidable. Consagrar a Dios un espacio religioso con paredes conformadas por huesos muestra un periodo de la Iglesia Cat贸lica sin ninguna clase de contemplaciones.
 Otro de mis recuerdos muy v铆vidos me remite a Sicilia. Al entrar a la Iglesia de Siracusa observamos que sus columnas estaban montadas sobre originales griegas y sobre ellas se posaban piedras romanas. Nos produjo un gran asombro: toda la construcci贸n del templo se hab铆a ejecutado en diferentes momentos. Indudablemente varios siglos separaban una etapa de otra. Nos acordamos de las m煤ltiples invasiones y guerras sufridas por la isla. Siracusa es sorprendente; su anfiteatro romano es 煤nico. Si me traslado en el tiempo, al visualizar mentalmente la ciudad de Agrigento no puedo dejar de pensar en el fil贸sofo presocr谩tico Emp茅docles recorriendo los templos y columnas griegos que se extienden en el valle de la ciudad. Las ruinas de ese pasado est谩n hoy en pie. Es impresionante verlas en una noche clara desde lo alto del monte. En esta ciudad vivi贸 Luigi Pirandello. A Sicilia me gustar铆a regresar. Cada ciudad tiene su historia y el pensamiento se ilumina. 
 Quiero mencionar, como parte de un mundo que ya no existe 鈥攑r谩cticamente nadie vive all铆鈥, a Matera, ciudad de la Basilicata, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Est谩 ubicada en el sur de Italia. Sus casas excavadas en la roca volc谩nica y sus iglesias rupestres, construidas oblicuamente sobre una especie de ca帽贸n, gravitaron en nosotros por su historia. Esta ciudad de cuevas rocosas nos moviliz贸, sobre todo a mi marido; sab铆amos que su abuelo materno hab铆a nacido all铆. No pod铆amos creer, ni siquiera imaginar, qu茅 tipo de vida hab铆a llevado. Ya que estoy hablando del sur de Italia, evoco tambi茅n con emoci贸n el viaje al pueblo de Firmo, en Calabria. Como viajamos, en general, en coche, al salir de N谩poles nos dirigimos a esa regi贸n. Al llegar al punto que busc谩bamos nos abrimos de la ruta principal para subir, dificultosamente, por un camino escarpado hasta la cima del monte donde se encontraba Firmo. Nos quedamos varios d铆as en la vieja casa en la que hab铆a nacido la familia de mi marido. All铆, en Firmo, desde hace unos siglos, habitan albaneses emigrados de su pa铆s. Llegaron al sur de Italia perseguidos por cuestiones religiosas; son cat贸licos ortodoxos. Edificaron sus casas en los distintos pueblos. Vivieron una vida terriblemente pobre pero m谩s tranquila. No hablan dialecto calabr茅s sino alban茅s.
 De algunas ciudades me han quedado im谩genes imborrables. Londres, Roma, Par铆s, Madrid, Viena, Berl铆n, Lisboa, San Petersburgo, Estambul, Atenas, El Cairo, Jerusal茅n y otras que no voy a nombrar para no fatigar, merecer铆an tal vez un libro aparte.
He hablado poco de mis impresiones est茅ticas en estos diferentes viajes, pero quiero hacer menci贸n de la belleza de algunos de sus teatros. Como mi marido es music贸logo, hemos conocido todos los teatros de 贸pera de las ciudades principales, desde el Palacio Garnier de la 脫pera de Par铆s, pasando por la Scala de Mil谩n, la 脫pera de Viena, el Covent Garden de Londres, hasta la peque帽a y bella 脫pera de Praga, donde Mozart estren贸 el Don Juan. En el Lincoln Center de Nueva York hemos tenido la oportunidad de escuchar conciertos y de o铆r a los mejores cantantes del mundo.
 Un teatro de 贸pera que nos moviliz贸 fue el de la ciudad de Cienfuegos, Cuba, construido en madera y mimbre por el millonario Thomas Kerry para solaz de la aristocracia estadounidense que veraneaba en la isla a finales del siglo XIX; all铆 cant贸 Caruso. Mencionar a Cuba me causa un gran placer. Dos veces estuve en la isla. La 煤ltima vez la recorr铆 en coche desde La Habana a Santiago de Cuba. All铆 conoc铆 poetas de la Casa de las Am茅ricas y de la Casa de Cultura de la ciudad de Santiago.
 Los viajes que realic茅 por toda Latinoam茅rica, excepto los de Bolivia y Chile, fueron tard铆os. Per煤 y Colombia tambi茅n est谩n muy presentes. A Per煤 fui con mi hijo mayor. Visitamos el Cuzco y luego el Machu Pichu, todas experiencias inolvidables, sobre todo para m铆 que, ya teniendo una edad como para subir o bajar cuestas de altura con ayuda, pude hacerlo con mis propias piernas. A Colombia fui el verano pasado a pasar unas vacaciones de quince d铆as. Y me encontr茅 con que no era un simple vacacionar. No todo era mar tibio, delfines y cuevas donde estuvo el pirata Morgan; ciudades como Bogot谩, Cartagena y San Andr茅s merecer铆an comentarios fuertes relacionados con la vida de sus habitantes, su gobierno, el narcotr谩fico y la pobreza.
 A Estados Unidos he ido frecuentemente, dado que mi hijo mayor se fue siendo muy joven como cient铆fico de base a trabajar primero como becario y en la actualidad como profesor en la Universidad de Massachusetts Amherst, donde dirige los laboratorios de investigaci贸n. En resumen, he sido una viajera infatigable en desplazamientos geogr谩ficos. Lamentablemente no he conocido el Oriente. Un viaje a Jap贸n, India o China implicar铆a un gran esfuerzo de tiempo y dinero.

 14 鈥 驴La prosa de qu茅 articulistas, de qu茅 ensayistas te resulta admirable? 驴Ubic谩s a alguno que habi茅ndose destacado en narrativa, poes铆a o dramaturgia, sin embargo vos lo prefieras como ensayista?

 EB 鈥 Me resulta admirable la prosa de George Steiner y Maurice Blanchot, para nombrar algunos de los que consulto habitualmente. En cuanto le铆 tu segunda pregunta, pens茅 inmediatamente en Stefan Zweig, gran narrador y dramaturgo y a la vez un maravilloso ensayista. He vuelto a su obra en distintas oportunidades, pero preferentemente a su ensayo 鈥淟a lucha contra el demonio鈥. En 茅l, Zweig delinea tres personajes extraordinarios, Friedrich H枚lderlin, Heinrich von Kleist y Nietzsche, todos abrazados por una inquietud interna a la que llama 鈥渓a forma de lo demon铆aco鈥. El demonio, entendido por Zweig, desaf铆a a los hombres creativos; los posee y los hace chocar contra el destino. En el ante煤ltimo cap铆tulo, 鈥淟a danza sobre el abismo鈥, Zweig se帽ala la embriaguez que invade al creador, el fanatismo que lo lleva a la exuberancia creativa donde no hay respiro ni descanso. Este estado de 谩nimo lo condensa en su ep铆grafe: 鈥淪i miras largo tiempo hacia el abismo, llegas a sentir que el abismo te mira a ti鈥. 

 15 鈥 驴Autores de la literatura universal que consideres grandes inventores de argumentos?

 EB 鈥 Te nombro autores de la literatura universal que me han deslumbrado por su escritura y por sus argumentos, como Le贸n Tolst贸i, Clarice Lispector, Fi贸dor Dostoievski, Victor Hugo, Stendhal, Ir猫ne N茅mirovsky, Flaubert, Guy de Maupassant.

 16 鈥 驴Qu茅 imagen ten茅s, despu茅s de tanto tiempo, de la entrega de tu diploma universitario y siendo una tan joven veintea帽era?

 EB 鈥 Fue importante para m铆, desde luego, recibir ese diploma en circunstancias dif铆ciles. Mi madre asisti贸 a la entrega y yo estaba muy emocionada. A pesar de que ya trabajaba en un estudio contable, el t铆tulo me habilit贸 para ejercer en Tribunales como perito y como s铆ndica.

 17 鈥 驴Habr谩 que propender a acabar con los elementos 鈥減o茅ticos鈥 de la poes铆a?

 EB 鈥 Acabar con los elementos po茅ticos de la poes铆a no perturba mi escritura. Cuando escribo poes铆a, no me invaden los elementos po茅ticos ni recurro al pensamiento, sino que me acerco al mundo real, al mundo sensible, al mundo de mis sensaciones, a mi imaginaci贸n, a mis sue帽os diurnos. Para m铆, cada poema es una b煤squeda de sentido, el sentido de la vida.

 18 鈥 驴Escrib铆s m谩s bien poemas sueltos sin un plan determinado o, al menos en alg煤n caso, proyectaste, programaste alg煤n poemario?

 EB 鈥 A veces los escribo sueltos y se convierten en poemarios que poseen una unidad. Lo m谩s llamativo que me ha ocurrido fueron los poemas sueltos que escrib铆 para lo que luego fue 鈥淓l filo de la grieta鈥. Este libro cuenta una historia de amor tr谩gica ocurrida en la 茅poca de la dictadura militar. Esto evidencia que jam谩s proyecto ni programo un poemario.

 19 鈥 驴Tendr谩s alg煤n episodio desopilante o desconcertante del que hayas sido m谩s o menos protagonista y que nos quieras contar?

 EB 鈥 En Italia. El episodio m谩s desconcertante fue una visita que hice junto a mi marido al Lago del Averno a la hora del crep煤sculo. Las im谩genes tenebrosas que pinta la mitolog铆a griega y romana se nos hicieron presentes. Los sue帽os de esa noche fueron v铆vidos y tormentosos. 

 20 鈥 Juana Bignozzi concluy贸 cierto di谩logo con Juan L. Ortiz con una pregunta, la cual ahora te transfiero: 驴Qu茅 justifica una vida?...

 EB 鈥 El deseo de perseverar en ella, de autoconstruirse; el eterno retorno a uno mismo, como dec铆a Goethe, justifica la existencia.

*

Estela Barrenechea selecciona poemas de su autor铆a para acompa帽ar esta entrevista:

El hospital del mundo

I

El dolor y cierta gente
paraliza.

Una telara帽a de voces delante de los ojos.

Nadie se siente bien
en esta escuela del mundo.
Quien conozca la brigada ligera de la salud
sabr谩 con qu茅 fuego se cuece
el orden de las cosas.

Voy a ser testigo
del car谩cter fant谩stico del c谩lculo.

No es extra帽o que cada sombra
petrifique mi mano.

Todos hacemos el viaje juntos
e intercambiamos opiniones
mientras el aire disminuye y el cuerpo
pesa en el olvido.

II

Lo importante, dicen:
hacer un cuerpo seguro.

III

Las huellas del dolor y sus l铆neas
innumerables
en el coraz贸n de las manos,
en el pie desnudo
y en la cara.

Para mi sosiego
la tristeza rebota contra el colch贸n
y no contamina.
Espera dura.

IV

O铆r el silencio, en la penumbra,
sobre un fondo de paredes rojas
crea algo que no cabe en la experiencia.

Por casualidad,
me detengo ante la sombra
palpitante del pl谩tano
sobre la cama.

Tengo tan poco tiempo para so帽ar.

V

La cruda luz
encima de mi cabeza.

Extra帽a y lenta la dosis:
su goteo
tiene el sabor del olvido.

El d铆a t贸xico cae sobre mis huesos.

Manos invisibles.
Corte de bistur铆 en el aire.

Un territorio cableado del coraz贸n al intestino

VI

Como anular de obsidiana
se dibuja el instante.

Un c铆rculo tr谩gico
a trav茅s de los p谩rpados.
Nada hay de nuevo.
S贸lo mi voz
y el color carnal de la escena.

A cal y canto
la mano helada del viento.

VII

El hospital:
la usina sorda que ahoga.

El sonido te alcanza,
un mar de caracol en la cabeza.

Aqu铆 estoy,
la luz del corredor
se cuela por la puerta;
el fr铆o de la pieza
y la soledad.

El mundo se divide.
Por aqu铆, la mesa oblicua y deste帽ida
con el servicio nocturno.
Por aquel lado, el agujero de la calle
enciende la imaginaci贸n.

Ma帽ana me ir茅 caminando
como si no quisiera.

 (de 鈥淒el silencio鈥)

*

(En el albergue)

el capullo de mi cuerpo se abre a tu verdad.
Me seduce el alboroto de tu palabra.
Ella me fascina cuando salta sobre esta cama
de s谩banas ajadas.
S贸lo porque te amo
escucho tu lengua ardiente y extraviada.
S贸lo porque te amo
participo de tus rituales de guerra.

En este lugar
pesan las revueltas de mi pa铆s
y tu dulzura hierve en mi garganta
como los aj铆es de mi preferencia.
Son dones del amor
que permanecen mientras paladeo tu piel.

En aquella tardecita
sent铆 el olor mareante del entusiasmo.
Perpleja por lo incomprensible
celebr茅 la liturgia, el devaneo del amor.
Ahora estoy callada,
at贸nita al o铆r tu empe帽o tr谩gico,
tu juego que ignora
que al final,
los hombres de la derrota
no cuentan.

 (de 鈥淓l filo de la grieta鈥)

*

Sin palabras

 
La muerte no vino esta vez
pero s铆 el dolor
que como herida de vidrio
encarnece,
se clava,
ensucia.

Es un punto ciego,
una verdad
que hace fluir delirios de piedra.
Y yo grito mi hueso.

Traerse por la vida,
no es inventar la p贸lvora,
Mi cuerpo se ha humedecido
junto a los nombres que busco,
busco.

El dolor
est谩 siempre en el lado propio,
sin otros.
La vida cuajada en la carne.

No hay espejismo ni oasis
en esa tierra de nadie.

 (de 鈥淓l rev茅s de la luz鈥)

*

Carmen

(Salen las cigarreras a la plaza seca del pueblo)

El pantano de los sue帽os
en cada cabeza
y en los sue帽os de M茅rim茅e.

Carmen, canto,
m煤sica,
ritmo,
provocaci贸n,
de la sensualidad.

Mira c贸mo te miran.
Son soldados y te quieren encadenar.

Carmen, cuerpo,
brazos,
baile,
contoneos del enga帽o.
Todos te quieren para s铆.

Carmen, 铆mpetu,
libertad bruja,
ladrona, 
primitiva.
Todos te quieren para s铆.

Carmen, ojos,
pasi贸n,
ansia de vida,
misterio,
Todos te quieren para s铆.

Carmen, n贸mada,
huidora,
infiel,
pura de libertad.
Todos te quieren para s铆.

Carmen, tierra,
coraz贸n,
disfrute,
cadenas rotas.
La muerte te quiere para s铆.

 (de 鈥淒e claros y de sombras鈥)

*

De la llama y de la luz

Qu茅 haya un grito para mi silencio,
qu茅 haya Otro
y un nombre en la traves铆a que arrastra el tiempo.

驴Qui茅n soy y qu茅 soy?

He escapado del fuego
y de las cenizas que llagan los pies.
Me ligu茅 con el otro, con las cosas
para poder nombrar
e imagin茅 el alma 
en la agitaci贸n de las sombras.

Me pregunt茅:
驴Por qu茅 el alma est谩 conectada con la luz
si ella es tierra y carne?
En alg煤n lugar del cuerpo est谩
m谩s all谩 de lo turbio,
y de los estallidos de la piel.

V铆sceras y 贸rganos
se agitan dentro de m铆 (independientes),
no revelan nada,
menos nuestro querer.

驴Qui茅n soy y qu茅 soy?

Sospecho que en la luz
hay un equilibrio.

Dentro de m铆 est谩 ese punto brillante (el alma)
mi m谩s profunda mismidad
sostenida
sobre una cuerda 
que se extiende firme en el tiempo.
Cuelga sobre el vac铆o,
tantea la nada y sabe
que si se desmorona caer谩 en el embudo del no tiempo.

 (de 鈥淒e claros y de sombras鈥)

*
Entrevista realizada a trav茅s del correo electr贸nico: en la Ciudad Aut贸noma de Buenos Aires, Estela Barrenechea y Rolando Revagliatti, 2018.

www.revagliatti.com

Ver en línea : www.revagliatti.com

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