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CORONATONTUS

César Rubio Aracil

España



Debe ser que un virión se ha escapado de algún cerebro enloquecido para nueva desgracia de los españoles. Porque no tiene explicación que un confinamiento como el que estamos padeciendo no dé sustancia mental para examinar nuestras carencias y rectificar errores, que sería lo normal en las personas sensatas. Por el contrario, no pocos hijos del infortunio se dedican a contaminar conciencias para provecho del propio látigo que los azota. Para que quede claro. Estoy seguro de que en el seno de alguna formación política hay expertos dedicados a modelar bulos, patrañas, mentiras y calumnias con fines desestabilizadores, ya que se conocen al dedillo las consecuencias derivadas de poner en práctica refranes como “a río revuelto, ganancias de pescadores”. Yo mismo he dedicado una buena parte de mi vida a vivir de la mar y como patrón de pesca sé lo que se gana después de una removida. Ellos, los niños pera de la tribuna parlamentaria, tan adictos a la coca como a la mentira; los que saben lo que saben y que por saber tanto están despellejando a España, se valen de la candidez popular y de algún que otro listillo con pintas de intelectual de cuarta fila para infectar a los sospechosos de republicanismo, a los sin techo, a los sin pan y a tanto desnudo de maldad, que por eso mismo viven como viven. Ellos (¿es necesario explicar quiénes son?), cuelan la caca por el móvil, después de perfumarla con los aromas de un gloria patri que se inventan para ver si también pueden engañar a Dios. ¿Me he explicado bien?


Mi celular está libre del coronatontus porque no dejo respirar al virión. Tan pronto como llega, sin abrirlo, ¡hale, joputa, dale por el sieso a tu amo! y lo liquido al instante. Así de sencillo. De lo contrario, mi telefonillo olería como huelen algunos –que no todos– parlamentarios bien atildados, con barba o sin ella (que de todo hay en la viña del Señor), pero dispuestos a simplificar su maldad. Después, a la hora del reparto (esto para ti, esto para mí y lo otro para don Timoteo), la poltrona invadida de oropeles y toda clase de galanuras, el más listo se ganará el micro para seguir mintiendo, aunque en la SEXTA se lo pondrán difícil. Por eso la atacan tanto y por lo mismo cada día que pasa gana más audiencia.


Como republicano que soy, para bien mío y de España, no quiero cerrar este escrito sin hacerles una pedorreta a los niños pera; esos malandrines de la quisicosa que en el nombre de Dios y de la Patria están llenando de porquería móviles, estandartes y banderas con la ayuda de intelectualillos, gentes humildes ¡y hasta de los campaneros que hacen vibrar la mentira! Os lo he dicho siempre, cuando tenía treinta años desde la HOAC, después desde el partido comunista, en mítines y en cara a cara: sois unos bandidos. Y no digo más, porque lo que me está royendo el cuaternario (palabra de significado esotérico) es demasiado grueso y pudiera ser que estuviésemos en horario infantil.


César Rubio Aracil

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