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LA EXPRESIÓN ESCRITA

Camilo Valverde Mudarra

España



El escribir es un arte

Hay aquí uno, en las ínclitas y nobles páginas de MUNDO CULTURAL HISPÁNICO, que parece ser una lumbrera; debe regentar alguna cátedra de las letras. En todo el ancho arco del amplio mundo, no encuentra la luz de las musas y se ve obligado a andar a la zaga de nuestros artículos, para entablar un viejo y oliente palabrerío; e incluso, su hirviente imaginación lo lleva hasta casi remedar y copiar nuestros “pobres” títulos.

Son estos, tiempos de concesión, rebaja y vulgarización. Cualquiera, hoy, osa tomar la pluma y plasmar unas letras; y lo que es más significativo y patente, se atreven muchos al extremo de escribir un libro; publicándolo, se ufanan, lo cacarean, lo presentan y se declaran “artistas” y escritores. El autor es urgido, decían los románticos, por la inspiración; y, en otro sentido, por la búsqueda de la originalidad.

El escribir es un arte. La expresión escrita, dice Lázaro Carreter, es un quehacer difícil. Ser un buen escritor requiere alcanzar, con el ejercicio y la práctica del idioma, una capacidad mental superior y un hábito de expresión claro y ordenado de los conceptos; muchos escritos cobran su belleza de la claridad y el orden, que, por otra parte, son los supuestos mínimos exigibles en una buena expresión; pues, en el ámbito lingüístico, dos rasgos inexcusables, propiedad y corrección, han de estar presentes en toda manifestación escrita. La primera consiste en el empleo de las palabras adecuadas, con precisión; y la corrección, en construir las oraciones de acuerdo con las normas gramaticales de la lengua.

Escribir aceptablemente resulta difícil. Fray Luís de León, en el s. XVI, decía, que el bien escribir "no es común, sino negocio de particular juicio, así en lo que se dice, como en la manera cómo se dice". Ciertamente, no se aprende a escribir espontáneamente; la capacidad expresiva, resulta de un esfuerzo consciente, de un entrenamiento que, en realidad, no acaba nunca. Un escrito consta de dos partes: el contenido y la forma; es imposible separar el pensamiento de la expresión. Pensamos, observamos, comprendemos el mundo por medio del lenguaje. Este es el instrumento que nos permite entender las cosas y no podemos disociarlo de ellas. Lo que no se expresa bien, responde a lo mal pensado; la mala expresión proviene de la deficiente comprensión, de la confusión, del corto saber y escasa cultura. Y, ciertamente, no es un requisito reservado e imprescindible sólo para el literato, del que esté excluido el científico. Ya Condillac decía que "las ciencias no son sino lenguajes bien construidos"; son gramáticas de especialización con su léxico y sus reglas de expresión.

El acto de escribir consiste en organizar de forma adecuada y conveniente la expresión de un contenido mental que se ha de comunicar. Puesto que escribir bien es resultado de pensar bien, no existen caminos especiales en su aprendizaje. Todo escrito viene a reflejar la sensibilidad, la cultura, la capacidad mental y otras muchas cualidades del autor. Por eso, mientras el intelecto se va cargando de conocimientos y se enriquece con el estudio, la observación, la reflexión, la lectura, la experiencia... el posible escritor está aprendiendo. Una mente pobre únicamente llegará a realizar escritos pobres. Esta es la razón, por la que, en los países de mayor nivel cultural, se concede un rango de máxima importancia al aprendizaje y asimilación de las matemáticas, de las lenguas clásicas y de la lengua nacional; su valor relevante reside, en que estas materias vertebran el espíritu lógico, constituyen el sustrato imprescindible, para asentarse otros saberes y proveen de capacidad y agilidad mental.

Para escribir bien, es necesario dotarse del empleo correcto y amplio del código lingüístico: de las palabras y de .las construcciones gramaticales permisibles. Con lo que se atenderá una de las partes fundamentales de la Retórica, llamada elocución. Después se añade la invención y disposición respectivamente, esto es, hay que decir algo y presentarlo en un orden adecuado. La invención es el arte de "hacer venir" las ideas, extraer del recuerdo y de la experiencia, ideas útiles para la composición. La disposición u ordenación de las partes de un texto resultará también de la capacidad lógica del que escribe, que impondrá un orden de acuerdo con su intención al escribir -exponer, narrar, describir o argumentar-, su punto de vista y los efectos a conseguir. Sin embargo, todo aquello que se desee expresar por escrito, admite varios planteamientos y distintas soluciones posibles; por ello, el estudio de los modelos apropiados, predispone la inteligencia, para encontrar los cauces exigibles. La atención reflexiva de los escritos de calidad y la frecuente lectura de buenos libros beneficia el ejercicio intelectual y la adquisición de hábitos de observación y discernimiento y, al tiempo, inducen a conocer el idioma y a desarrollar la propia capacidad de expresión.

Las obras literarias enriquecen el conocimiento del mundo y de la humanidad, depuran la sensibilidad, distinguiendo entre la justicia e injusticia, entre el bien y el mal, perfeccionan el sentido moral del lector y, evidentemente, proyectan, en el alma, un íntimo goce espiritual. La Literatura, en definitiva, viene a ser el principal instrumento de cultura.

Camilo Valverde Mudarra

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