Personajes del folklore cubano.
Por MarÃa Eugenia Caseiro
Segunda parte.
La cubanidad se fundamenta en la tradición y la historia; sus orÃgenes son atávicos transplantes a su espiral de transculturación[ ] , pero no es el objeto del presente trabajo la investigación del complicado fenómeno de integración, del que iremos comentando en el futuro, sino dar paso a la segunda parte, con nuevos aspectos de este personaje vinculado al culto popular sincrético de Ireme y a su vez a la cultura nacional cubana.
Antes de referirnos a los Iremes que participan de la ceremonia del culto Abakuá, puntualizaremos algunos detalles de la misma, que por el gran despliegue de simbolismos y belleza, donde la música que viene de los tambores es elemento primordial, logró transgredir las fronteras del culto Abakuá e instaurarse parte del folklore afrocubano.
Los Iremes son los enviados del Ekue, del Gran Misterio, que siempre aguarda cerca de del sitio donde se celebra el culto. Visten trajes de tela de saco con ribetes de soga deshilachada en mangas y perneras, capuchones puntiagudos, un pequeño sombrero circular tras el cuello, una faja de colores con ekaniká, (cinturón de campanillas) y sus rostros se encuentran velados por una gasa.
La lista de instrumentos de percusión que participa en las ceremonias es amplia, pero nos referiremos a los instrumentos básicos y a otros dos personajes que además de los diablitos, etiquetean el culto Ireme.
En interrelación con el baile y los Iremes actúa un instrumento de fricción de procedencia efó, llamado ékue que desde una apartada esquina, interactúa en una especie de diálogo con los instrumentos visibles; el ekón y el bonkó-echenmiyá, quienes se encargan de entablar comunicación sonora con los diferentes diablitos que han sido invitados a bailar por la erikundi, instrumento conformado por cuatro sonajas en forma de cruz, al tiempo que ellos pueden hacer sonar el enkaniká que es parte de su atavÃo.
En la secta ñáñiga o Abakuá toman parte una amplia serie de elementos, como también es bastante amplia la lista constituida por los diferentes rangos que van adquiriendo los integrantes de dicha hermandad o cofradÃa; lista demasiado extensa para el incluir en este trabajo, por lo que tomaremos como referencia solamente dos de ellos por ser los que intervienen directamente en el ritual de Ireme: El Kofombre, encargado del vestuario que utilizan los diablitos, y el EnkrÃkamo, que armado de su tambor denominado erikundà y haciéndolo sonar frenéticamente, desfila en las ceremonias a la cabeza de los Ãremes.
Los Ãremes o diablitos; este último su nombre popular, completan la legión de personajes siendo además los que han logrado mayor difusión, a cargo de ejecutar las danzar rituales. Originalmente en Africa, ellos representaron las almas de los ancestros, haciéndoles de esta manera, también partÃcipes de las ceremonias. En Cuba los Ãremes son escogidos entre los obonekues, individuos especialmente preparados para el desempeño de determinados papeles simbólicos en las diferentes ceremonias abakuás.
Los Ãremes más conocidos son:
Aberiñán y Aberisuá, Moruá Yuansá, Eribangandó, Nkóboro erorà y Kundiabón.
Aberisún y Aberiñán.- Casi todas las religiones, desde las más elementales hasta las más complejas, les rinden cultos a los gemelos. Aberisún y Aberiñán son, en la mitologÃa abakuá de Cuba, los gemelos Ãremes. Representan la dualidad en la identidad; la simetrÃa asimétrica. Son los encargados de sacrificar al mbori (chivo) en las ceremonias. Aberisún golpea en la frente al animal mientras Aberiñán lo sostiene en el momento del sacrificio y finalmente es quien se encarga de ir al monte para arrojar los despojos del mbori
AnamanguÃ.- Es el Ãreme funerario. Conoce todo el proceso de amortajamiento del difunto y todo el proceso previo a la inhumación del cadáver. En la galerÃa digital de los signos gráficos Abakuá de Cuba, Jesús Guanche expresa, refiriéndose a esta serie de seis obras: "La serie sobre el Ãreme AnamangüÃ, tanto en su concepción criolla, Amanisón Anamanguà I; como en su versión mÃtica sobre un anciano, Okambo Anamanguà II; es el encargado de los ritos funerarios, Nyoró Anamanguà III; cual especial hechicero, Bere Anamanguà IV; que domina plenamente el uso del yeso blanco, Biokokó Anamanguà V y asume con valentÃa, Eñón Anamanguà VI, sus funciones rituales postreras."
Moruá Yuansá.- Es el solista, y quien con el instrumento que marca el ritmo, el ekón, da inicio a los cantos. Representa la jerarquÃa y el profundo conocimiento de la lengua ritual abakuá utilizada en las invocaciones (nkame), en los cantos además de ser consejero ilustre de los miembros principales del baroko (recinto ritual).
Nkóboro erorÃ.- Como en todo ritual acreditado, en esta ceremonia es necesario tener certidumbre de que cada uno de los pasos rituales esté avalado por un ancestro, por tal motivo este Ãreme es quien cumple con dicha función adelantando su pie derecho o haciendo sonar su ekaniká, en indicación que ha habido un fallo. Este Ãreme, en cuya figura ancestral pueden sintetizarse los complejos pasos rituales y bailes que propician el del resto de loe Ãremes, baila con una caña de azúcar y asume la función de cuidar el tambor sagrado ékue.
Kundiabón.- Es el Ãreme tesorero de la potencia y además quien, en tiempos de la colonia recogÃa el aguinaldo (regalo monetario) que los espectadores lanzaban durante el desfile de los diablitos.
El argumento Abakuá cautivó y cautiva hasta nuestros tiempos, a reconocidas figuras del arte y la literatura. En 1931 Alejo Carpentier, compuso el poema Liturgia y escribió su primera novela Ekue-Yamba-O.
A continuación, un fragmento de "Liturgia etiópica" de Marcelino Arozarena.
- ¡Tiempla los cueros, José Caridá!
Llama a tu ecobia que baile el bembé,
que mueva la grupa,
que estire los pies,
que salte,
que grite,
se agache, se pare y se vire al revés.
Miami Dade County
Marzo 2007