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DE REPENTE

Carmen Miuris Rivas Pérez

República Dominicana



La noche era oscura, sentía en mi adentro la necesiddad de escribir, sin embargo, mi musa estaba muerta.
De repente...

DE REPENTE

Por Miuris Rivas
Santiago de los Caballeros, Rep. Dom.

¿Sueño o realidad?

La noche era oscura igual que tantas otras que marcando o sin marcar la vida, pasan como un torrente. Ausente en apariencia, como sumida en pensamientos profundos, meditaba queriendo atrapar la musa de la inspiración, que escapaba de mí y burlona, se alejaba sonriendo dejándome incapaz de escribir ni una palabra.
Sabía que no tenía en mis ancestros ni una sola gota de sangre que pudiese heredarme la gloria de ser juglar siquiera, sin atavismos que me liguen, porqué demonios entonces de toda circunstancia pretendo hacer poesía.
La noche está callada, demasiado silencio y oscuridad solo podrían llevarme de la mano a escribir una copla sombría, cierro los ojos y el sopor casi me deja vencida con la cabeza echada sobre el computador que abierto en word aguarda la gloriosa inspiración, pero el numen se evade, se esfuma riñendo con la mente que parece ordenarle que se marche porque hay otras cosas de mayor importancia que una simple poesía.
La noche sin embargo, tiene un encanto especial, es como si quisiera revelarme un secreto, pareciera obstinada en que yo permanezca despierta a la espera de algo indefinible ¿Incierto? No lo se, no puedo descifrar lo que intenta decirme entre el ir y venir de las estrellas que sobre mi ventana se dibujan.
Es cortante el mutismo, ¿Pero que escucho? Algo se mueve y hace solo un instante que el viento ni si siquiera movía las hojas de los árboles que estáticos, parecían fantasmas que traslucían su sombra sobre el pavimento conformando un paisaje desolado, sombrío.
Si, algo como un aleteo abate mi ventana, como si tocara para llamar mi atención ¿Será tal vez la ninfa de la noche? No, a menos que su alma no se haya transmutado en una avecilla que inexplicablemente a esta hora de la noche cual sílfide, deja una serenata en solitario que habré de descifrar.
De repente un sonido me estremece, me saca de esta ensoñación e igual que ocurre cuando se despierta medio aturdido, levanto la cabeza, rinnnn, rinnnn… El timbre del teléfono que no se porqué, siempre ha ejercido idéntica impresión cuando lo escucho en medio del silencio de la noche, no atino a darme cuenta dónde he dejado el inalámbrico y a tientas bajo el cúmulo de papeles que suele acompañarme, lo encuentro cuando casi temía que callara. Una llamada lejana, llegaba en el momento justo, mi corazón se mueve desbocado; hundo la tecla y… ¡Ohhhh! Sorpresa maravillosa, el amor siempre ejerce detalles tan sublimes que es capaz de manifestarse en medio de un sueño y personificarse, adquirir voz propia y hacerse presente.
De repente por amor surge la inspiración y ya corren los dedos sobre el teclado escribiendo la crónica de una hermosa historia de amor edificada entre la soledad de la luna y la gallardía del apuesto sol que se adueñó de su corazón.
La noche de sombría, se convirtió en diáfana, el cielo oscuro se ha pintado de azul y como un milagro surge una sinfonía de trinos que acabando por romper el silencio, encendió luces y de repente la noche se fundió con el día y por primera vez, el sol brilló en la noche como si además de hacerse robar el corazón de su princesa, fuera dueño absoluto del espacio celeste.
Yo absorta, testigo silente de acontecimiento astral tan inusitado, con los ojos desmesuradamente abiertos, miraba por mi ventana el panorama del cielo iluminado con el sol y la luna, que rodeados de millones de estrellas, que formaban un cortejo, se amaban de tal manera que llegaba a la tierra el glorioso sonido de sus arrullos.
Después de esa noche, nunca más faltó la inspiración a la luna que enamorada, ya no temía a las sombras de la noche.

Este artculo tiene del autor.

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