Al recorrer tus verdinas riberas
ensombradas por fresnos ampulosos,
comprendo que estos paisajes hermosos
sean el hogar de las primaveras.
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Junto a tu cauce, las doradas eras
reflejan suaves brillos luminosos,
como si fueran metales preciosos,
dispuestos en ambarinas hileras.
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Tus aguas bravas, frias, y argentadas
salpican tus márgenes virginales,
tus sotos ribereños y fluviales,
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tus orillas sombrías y pobladas
de tupidos y densos carrizales,
de dorados y enhiestados juncales