DEL ANGELITO
El ángel estaba sobre la vereda.
Primero, de pie.
Disimulaba su presencia haciéndose pasar por un niño pobre, sucio, cubierto de andrajos. De esos que parecen drogados, que se limpian el moco con las manos, que a veces roban los celulares o cadenas a los descuidados, que piden monedas a los transeúntes o a los soñolientos pasajeros de los colectivos.
¿Qué necesidad podÃa tener de recibir monedas?
El ángel se hacÃa pasar por uno de esos pobres niños pedigüeños... y lo hacÃa muy bien.
Avanzaba lentamente, saltando sobre una sola pierna. La otra presentaba manchas rojas y negras junto a algunos cortes. Nos querÃa hacer creer que le dolÃa.
PonÃa cara triste y asustada, mezcla de desesperanza y un dolor agudo en el estómago.
Y asà siguió un rato.
Después, poco después, se desplomó lento sobre uno de los charcos que dejó la lluvia.
Creo que dijo algo ininteligible. Quizá se trató de una exclamación aparentando un gemido.
¡Que escena!
Lo rodeamos para ver con que otra cosa nos sorprenderÃa.
¡Qué hermosa fue su última mirada!
¡Qué perfecto su pausado entornar los ojos hasta apretarlos fuerte y morir!
¡Qué bueno saber que sólo se trataba de un angelito actuando y poder vivir con la conciencia en paz!
Daniel Adrián Madeiro
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