Cinco lustros de periodo constitucional vienen a poner de manifiesto la fortaleza de nuestra Carta Magna.
Ahora bien, este buen estado de salud, tiene su origen por un lado, en los criterios inspiradores de la misma que los padres de la Constitución conjugaron para elaborar un texto con vocación de permanencia y futuro; y por otro lado, en el amplio respeto a la misma tanto por las instituciones públicas como por la ciudadanÃa en general.
Los parámetros invocados no eran otros que la prudencia, el equilibrio, el respeto, el consenso y la pluralidad, al sentir democrático.
AsÃ, pocos años antes de que se promulgara la Constitución del 78, se produce un punto de inflexión importante en la vida polÃtica contemporánea española.
De este modo, la pervivencia de un régimen polÃtico asentado durante más de cuarenta años en principios autárquicos y dictatoriales hacÃa complicado un proceso de cambio o transición polÃtica normalizada, por tanto, era necesario trabajar duro para implantar un nuevo régimen liberal y democrático, siendo imprescindible para ello establecer las bases de ese nuevo modelo de Estado a través de un texto constitucional.
De este modo, se instaura, aunque no por primera vez, la MonarquÃa Parlamentaria atribuyendo a la Corona una importante función moderadora; se proclama la aconfesionalidad del Estado; se estrena un nuevo sistema pluripartidista; se establece un catálogo de derechos fundamentales y libertades públicas que disponen de garantÃa; asimismo se enumeran los principios rectores de la polÃtica social y económica.
Se diseña un marco de Estado descentralizado: el Estado de las AutonomÃas, si bien este modelo propugnado por la Constitución Española admite distintas interpretaciones en cuanto a su extensión.
Pero, en este aniversario hagamos un breve recorrido por la trayectoria de nuestra Norma Suprema, y su contexto histórico-polÃtico recogiendo los hechos más significativos de su pasado y los retos de futuro.
AsÃ, tras el lastre de un régimen autoritario, la implantación de un nuevo sistema polÃtico-democrático no estaba exento de riesgos y dificultades
Desde el periodo preconstitucional buena parte del estamento militar acostumbrado a un régimen polÃtico basado en la autocracia observaba con cierta incredulidad el desarrollo de un nuevo sistema de carácter democrático, lo que propició la existencia de varias intentonas involucionistas; sin embargo el ataque más grave contra los propios cimientos democráticos se produjo la tarde del 23 - F de 1981, a través de un frustrado golpe de Estado, protagonizado por el teniente coronel Tejero, el cual justificaba en la precaria situación polÃtico-económica del paÃs.
Este fracasado intento de imponer por la fuerza un nuevo orden polÃtico tuvo una respuesta contundente por parte de las fuerzas e instituciones democráticas y más concretamente por la institución de la Corona, a través de la propia figura del Rey.
Este rechazo unánime llevado a cabo tanto por las instituciones, como por la ciudadanÃa frente a la instauración de un régimen antidemocrático, estaba basado fundamentalmente en el respeto a un orden polÃtico constitucional inspirado en valores tales como la justicia, la igualdad, y la libertad entre otros, que regÃan la vida polÃtica española y que tenÃan una vocación de permanencia.
AsÃ, tras superar estos intentos de acceder al poder por el camino de las armas, el propio sistema constitucional paulatinamente avanzaba e iba alcanzando las cotas necesarias de respeto y confianza en sus instituciones, lo que dÃa a dÃa, se plasmaba en una mayor estabilización, normalización y consolidación de la vida democrática española.
El Estado Autonómico se fue desarrollando hasta que las diferentes Comunidades Autónomas alcanzaron sus techos competenciales, siempre respetando los "hechos diferenciales" de las Comunidades históricas tales como la existencia de lenguas y culturas; los derechos civiles forales o especiales; las peculiaridades de la organización territorial asà como determinados regÃmenes económicos y fiscales.
Si bien, en los últimos años vienen surgiendo opiniones que hablan de modificar en aspectos muy concretos el texto de la Carta Magna, asà se cuestiona que en el tema de la sucesión se siga manteniendo que el heredero sea únicamente varón y no mujer, lo que presuntamente colisiona con el principio de igualdad reconocido por la propia Constitución; asimismo hay instituciones como la Cámara de representación territorial, que exigen una actualización, para responder a lo que parece demandar la realidad polÃtica autonómica; no nos referimos en este apartado a iniciativas pseudoconstitucionales que pretenden obtener un "status" de cierta ambigüedad, en cuestiones de autogobierno, sino más bien, a la situación de constante evolución que viene experimentando el proceso autonómico, dentro del estricto marco constitucional, siendo un buen ejemplo de ello los resultados electorales de los últimos comicios catalanes en los que el espÃritu nacionalista ha quedado más que patente.
Ahora bien, el hecho de que una Constitución sea objeto de modificaciones no significa que sus preceptos se encuentren desfasados, sino más bien, que es un texto "vivo" y que sintoniza en total armonÃa con la sociedad coetánea a la que regula. Este es el caso, por ejemplo, de las vigentes Constituciones Alemana o Italiana que desde su promulgación llevan varias reformas parciales y sin embargo son ampliamente respetadas.
En definitiva, la Constitución que tan brillantemente ha venido regulando la convivencia democrática durante estos veinticinco años, debe seguir haciéndolo, adecuándose a las nuevas necesidades que plantea una realidad social dinámica, siendo éste un reto para una norma que ha nacido con vocación de futuro.