aquí tomando sol de bajo calibre
masticando la casa de una ostra
bebiendo vino fino con arena gruesa
pachorrientos y sin embargo produciendo
nuestros propios opiáceos
—endorfinas y encefalinas—
y hasta la "mesma" anfetamina
imprescindibles para todo criollo que se precie
no fue en la antigua grecia (o roma en su
defecto)
ni fue en una isla —formentera, mayaguana,
rarotonga— contemporánea de la estupidez
o el descuido
ni fue en un claro u oscuro del bosque o caballo
ni fue a través de acuerdos moleculares
o de otros naturales frangollos
torrentes como el sanguíneo
popeye balanceando tatuajes
olivia detrás de la concertación de sus pestañas
la espinaca dotando al marinero
cartoon
retomando a la estupidez por sus orejas tóxicas
nos permitiremos reiterar países y provincias
imprecisamente habilitados por indiscernibles
monigotes
que blanden nuestros nombres en la noche
cerrada a vaticinios