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Medios y democracia

roland

Honduras



Editorial Diario Tiempo, de Honduras (13-07-2009)

Medios y democracia

Autor del artículo : editorialista del periódico TIEMPO, de Honduras.

 
Así como Nikita Jruschov dijo, en su célebre visita a Estados Unidos, que la vitalidad de una economía se aprecia en el contenido de sus salchichas, la calidad de un régimen democrático se comprueba en el respeto a la libertad de expresión y con la integridad de sus medios de comunicación social.
 
En Honduras siempre ha habido una relativa libertad de expresión, desde el punto de vista del control del poder público. En contados momentos —particularmente en situaciones de rompimiento del orden constitucional— esa relativa libertad ha sido peligrosamente restringida.
 
En el sistema de comunicación social hondureño —similar al resto del continente americano, con sus variantes particulares— el control de la libertad de expresión se realiza por vías indirectas, como la censura previa, pero, sobre todo, por efecto de la alta concentración en la tenencia de los medios de comunicación y su vinculación directa con los intereses económicos transnacionales y locales, los cuales operan a través de los mecanismos de manipulación y de presión organizados y financiados por y en función de estos intereses.
 
De tal manera que la práctica democrática entre nosotros está condicionada por la forma en que funciona el sistema de comunicación social, y este funcionamiento normalmente obedece a los intereses que lo controlan. Por lo tanto, el medio que se aparta de ese control es expulsado del sistema, o se ve seriamente acusado de enemigo del régimen, de la democracia, y de abusivo ejercicio de la libertad de expresión.
 
En la época moderna, como consecuencia de la libertad de expresión acomodada a esa realidad “democrática”, los medios de comunicación no son ciertamente medios de información y de debate sobre los asuntos que importan a la sociedad. Son, en cambio, medios de propaganda con el fin de controlar el pensamiento de las colectividades humanas y así aprovecharlas para ampliar y proteger sus intereses económicos, políticos y sociales.
 
El asombroso desarrollo global de las comunicaciones, sin embargo, ha empezado a poner en entredicho y en crisis el sistema tradicional de comunicación social, toda vez que ha permitido la creación de redes mediáticas alternas que perforan el blindaje de la hegemonía comunicacional y hacen imposible el control del pensamiento social, por lo menos con la destreza totalitaria hasta ahora aplicada.
 
Con el golpe de Estado perpetrado en Honduras se ha puesto en evidencia para el público, como en ninguna otra ocasión, el papel de los medios de comunicación en un sistema de propaganda, así como los esfuerzos transnacionales y locales para mantener el control del pensamiento en la sociedad hondureña, hasta el punto de acosar y perseguir a los medios de comunicación locales e internacionales que no se ajustan a las reglas del sistema. Algo imposible de lograr, porque hoy día el sistema de comunicación global no es un tonel sellado sino una inmensa criba.
 
Prueba de esto es lo que está ocurriendo con los medios de comunicación social en Honduras aferrados al monopolio del pensamiento colectivo, que han terminado por deslegitimarse en la misma proporción en que se ha deslegitimado el sistema político, que ha perdido la credibilidad y la confianza de la nación. Día a día presenciamos el desmoronamiento de los ídolos de barro del sistema, autores y cómplices del derrocamiento del orden constitucional.
 
El empecinamiento de estos medios de propaganda, que anulan la función primordial de servir de vehículo y de proporcionar el espacio para que la sociedad, el pueblo, dirima las cuestiones públicas, es, insistimos, la principal causa de la deslegitimación mediática en Honduras. Un hecho fatal porque, cuando ya no hay condiciones para que esa función se cumpla, lo que sigue es la violencia social en busca de la legitimidad verdadera.

Ver en línea : http://www.tiempo.hn/editoriales/47...

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