Cuando vivo el paisaje que miro
cuando sueño el paisaje que piso
cuando me miro en tu espejo
o te miro el reflejo en mi propio espejo
cuando, por fin, me retiro
con los bolsillos llenos de una sucia tristeza
impregnada de viveza ajena
que derramo en la vereda para que se la lleve el viento
es cuando siento las emanaciones de una vibración polichinela
llamando a mi perezosa piedad
y con un suspiro un tanto estúpido
como para seguir en tema
bajo los brazos y mis armas
tratando de no sumar más daño al ambiente
es que deseo que dejes de espiarme a través de mis caminos
porque en estos momentos raros
es cuando siento que no me queda más remedio que usar
las bondades de los arlequines
las emulo, te emulo
pero
no sé por qué
permito que todo siga hasta donde no existe la empatía
queda lleno el espacio de risas huecas
que colorean la superficie
sin ahondar jamás
y no me gusta.