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LOS NACIONALISMOS (II)

César Rubio Aracil

España



Si el nacionalismo es una
opción democrática, ¿por qué no ha de serla el cantonalismo? Y si el
cantonalismo lo es, ¿por qué no el localismo? De este modo, hasta llegar al
núcleo familiar, todo es posible en un estado democrático. Pero hay que
ganárselo con los votos. Y después de conseguido democráticamente, gobernar con
responsabilidad; es decir, sin llenarse los bolsillos y ahí os quedáis, que es lo que algunos desean.

Cuando ciertos partidos -no
voy a citar ninguno- se autocalifican de izquierdas y suspiran por la
fragmentación, me causa risa. La auténtica izquierda es la que aspira a la
desaparición de las banderas y a la ampliación de fronteras sin límites. Es la
que anhela la unidad internacional, respetando las características propias de
cada pueblo, etnia, raza y cultura. ¿Qué se puede pensar de unos dirigentes
políticos que persiguen a toda costa, desoyendo el clamor de las leyes
establecidas por sufragio universal; conversando de manera subrepticia con el
terrorismo -por muy buenas que sean sus intenciones- a espaldas de los votantes
y suplantando las funciones propias de los dirigentes legitimados por las urnas?
Simplemente, que son unos protagonistas aprovechados. Eso sin entrar en
valoraciones de otro rango, como es el del oportunismo en pleno proceso
electoral. Hay que ganar la partida como sea y a costa de lo que sea. El pueblo
sólo importa a la hora de emitir el voto y de explotarlo con trabajos
escasamente remunerados para que siga produciendo en beneficio de la banca, que
también defienden los nacionalistas.

A estas alturas, cuando uno
se ha dejado la piel en huelgas, manifestaciones y foros políticos y sindicales
teniendo como recompensa una simple pensión, se le hincha el hígado de rabia e
impotencia al advertir la rápida prosperidad de ediles, senadores, subdirectores
de la "cosa" y otras personalidades; subiéndose los sueldos con la desvergüenza
de los carotas, mientras los trabajadores, desde el tajo, reclaman en vano una
subida del IPC más un punto para sostener mínimamente el brutal impacto de los
precios. ¿Soy un demagogo? ¡Ay, si uno pudiese tener libre acceso a la tribuna!
¿Nacionalismo? ¡Ja! Anhelo por el poder. Porque, cuando más disgregación
territorial, mayor posibilidades de reinar sobre los incautos.Si Carold Rovira
se toma la licencia de parlamentar con ETA sin la aquiescencia no digo del
Ejecutivo Central sino de Maragall, ¿que no haría siendo primer ministro de una
"Catalunya independent"? ¿No ve eso el pueblo llano? ¡Qué va! El pueblo de a pie
sólo aspira a lloriquear de emoción ante la bandera cuatribarrada y a comer en
un buen restaurante, si puede ser en la cumbre de Montserrat, mejor que mejor. Y
luego, eso sí, a quejarse de que lo están machacando a impuestos.

¡Perra vida!

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