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LOS NACIONALISMOS (III)

César Rubio Aracil

España



Diferencia sustancial entre saber y saber que se sabe.

Echándoles una ojeada a los titulares de los periódicos dominicales me encuentro con éste, del diario ABC: "Estábamos acostumbrados a la estabilidad que Jordi Pujol le dio a Cataluña y a España". Es verdad, al menos desde mi punto de vista. Jordi Pujol supo mantener un equilibrio estable entre sus aspiraciones nacionalistas y los intereses territoriales que defendía. Que para lograrlo tuviese que aliarse con el demonio, no era obstáculo. Jordi, dotado por naturaleza del olfato y de la astucia del irracional, sabía lo que sabía -y sabe-, dándole a sus instintos políticos la pátina de inteligencia (no es lo mismo astucia que comprensión, conocimiento e intelección) necesaria para bordar los laureles del triunfo en el historial de su gestión presidencial. Pero ¿qué es lo que sabía -y sabe- el señor Pujol que no sepa, por ejemplo, el supremo dirigente de ERC? Sencillamente que, a diferencia del animal (el animal sabe), el ex- president sabe que sabe. Y como "sabe que sabe", se distingue de otros políticos en que éstos solamente saben.

Cierto es que no he leído el artículo motivo del citado titular de ABC y, por tanto, no puedo aventurar una opinión contraria a lo que desconozco. Sin embargo esa frase en primera página, impresa con grandes caracteres, me ha llamado la atención, y a la misma voy a referirme.

La coalición tripartita de Catalunya, pese a los problemas surgidos nada más echar a andar, me parece más sensata que el pertinaz conservadurismo de Convergencia. Que Carod Rovira haya querido contentar a sus radicales seguidores haciendo una machada y con ello haya favorecido "gratuitamente" al PP (a saber), debilitando necesariamente al PSOE, mal está. No obstante, considero preferible la derrota de CiU por varias razones:

a) Porque iba pareciéndose en bastantes aspectos al PRI mexicano.

b) Para que Catalunya respirase aires innovadores.

c) Para que la Izquierda (no me refiero a ERC) vaya ganando experiencia de lo que conllevan las alianzas contranaturales, aunque esta andadura le suponga un serio descalabro.

d) Por motivos éticos (un partido instalado en el poder durante muchos años no garantiza el talante democrático que los españoles de a pie deseamos).

e) Para demostrar que dos partidos nacionalistas, de haber estado unidos, hubiesen logrado para sus ambiciones fragmentarias un éxito rotundo.

¿Por qué, siendo CiU y ERC dos formaciones políticas nacionalistas y, por lo tanto, de derechas, no han buscado la unidad? En mi somero análisis, por cuestiones temporales. ERC desea la independencia rápida de Catalunya (ya dijimos en un artículo anterior que cuando la UE haya aprobado su Carta Magna, los nacionalismos serán utópicos). Sin embargo Jordi Pujol, que sabe que sabe, prefiere sacar para su territorio la mejor tajada: vender caro a España su condición de partido bisagra. Que las demás comunidades autónomas salgan perdiendo -¡ojo!, menos el País Vasco- eso no importa a quienes saben que, por mucho que pataleen, España no va a ser disgregada, y menos cuando Europa busca de manera acelerada su unidad.

Quien ha ganado con todo este embrollo es el PP, al que Carod Rovira le ha abierto de par en par las puertas del absolutismo. Pero no nos preocupemos. La política tiene sus ciclos, y hasta que el PP no se pringue a tope -como en su tiempo hiciera el PSOE- lo tendremos cantándonos milongas.

Carod Rovira sabe, pero Jordi Pujol sabe que sabe. He ahí la diferencia.

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